Ciencia y Sociedad

Cambio de hora: siempre pueden existir efectos indeseados

Sean 60 minutos más o menos se asocia a un desajuste en rutinas que puede tener complejos impactos para un grupo importante de la población.

Por: Natalia Quiero 06 de Abril 2024
Fotografía: CC

Cuando hoy se llegue a la medianoche será el momento de atrasar una hora los relojes en gran parte del territorio chileno continental, pasando desde el que se conoce como horario de verano que acompañó desde inicios de septiembre de 2023 al de invierno que perdurará por los próximos 5 meses.

Cambios que cuando llegan generan debates y cada año con más énfasis, con simpatizantes y detractores según motivos que van desde los gustos personales hasta las evidencias y opiniones expertas sobre lo realmente favorable y necesario que es en la actualidad seguir con una medida que se implementó en 1968 en medio de un contexto totalmente distinto al presente.

Pero, mientras la normativa no se modifique lo concreto es que con el retraso en 60 minutos el horario de invierno genera que haya más luz natural por las mañanas, cuando inician las jornadas académicas y laborales, y se oscurece más temprano que en la época estival con su horario que rige hasta ahora.

La vulnerabilidad

Ahí las posiciones divergentes dentro de la comunidad en relación sobre el más adecuado horario a mantener, si bien desde puntos de vista social y de salud cada uno posee tanto ventajas como desventajas y existe consenso en que retrasar o adelantar la hora tienen el potencial de producir distintos efectos negativos o indeseados dentro de las personas, advirtió el neurólogo Sergio Juica, académico de Facultad de Medicina de la Universidad de Concepción (UdeC).

Una gama de consecuencias que varía en su magnitud según la diversidad de personas con sus condiciones en cuanto a edad, estado de salud, hábitos de sueño y sensibilidades que existen. Porque el cambio de hora no afecta a todos por igual, hay quienes lidian fácilmente y otros de grupos más vulnerables que tienen adaptaciones más lentas que conllevan más severos impactos, aseveró el también especialista de Clínica Biobío.

Quizá una hora podría no ser tan significativa para población adulta y sana que se adaptará rápidamente”, sostuvo. “Para poblaciones en los extremos de la vida o pacientes con alguna enfermedad el cambio de horario puede producir una alteración de sus patrones de sueño y desadaptación con diversas consecuencias asociadas”, relevó.

El doctor Juica mencionó como grupos especialmente vulnerables a los efectos nocivos de la modificación horaria son niños, niñas, personas mayores y afectadas por patologías mentales o neurológicas como demencias y trastornos del sueño o del ánimo.

Efectos y adaptación

El doctor Eduardo López, neurólogo y académico de la Facultad de Medicina de la Universidad Católica de la Santísima Concepción (Ucsc), expuso que en términos generales la modificación en una hora en relojes y jornadas puede impactar en relación con dificultades para conciliar el sueño nocturno o propiciar despertares precoces y con ello acarrear efectos como somnolencia, fatiga diurna, falta de atención y concentración, reducción del rendimiento (académico y laboral), y variaciones anímicas como desgano, irritabilidad y ansiedad.

Y añadió que podrían alterarse rutinas en horarios de comida, de ejercicio físico u otras actividades.

Ante este escenario es que para grupos vulnerables hay más probabilidad e intensidad de los efectos, sea por condiciones vinculadas a la etapa vital o por su estado fisiopatológico, donde el desajuste puede provocar exacerbación de sintomatología de patologías mentales.

También puede impactar en la salud física y estar asociado con un mayor riesgo de ciertos problemas de salud como ataques cardíacos, accidentes cerebrovasculares y trastornos metabólicos. Esto se debe en parte a la interrupción del ritmo circadiano, que puede afectar la regulación del metabolismo y la presión arterial”, explicó el académico.

A partir de lo expuesto es que aclaró que la mayoría de las personas requieren cerca de una semana para adaptarse completamente al nuevo horario, periodo donde se pueden presentar ciertos efectos hasta desaparecer y que se deben tener conscientes para tomar medidas que permitan mitigarlos junto con su impacto.

Si se trata de grupos vulnerables y/o la afectación se extiende es que lo aconsejable es consultar con algún profesional de la salud para realizar una evaluación y determinar la necesidad de tratamiento o el mejor abordaje a seguir.

Horario de invierno: la evidencia lo destaca como el más sano para Chile

Si el cambio horario se asocia con efectos negativos tiene una razón en la naturaleza. Y es que así como adaptamos las rutinas y actividades a la hora que fija el reloj mecánico o digital, funcionamos en base a un reloj biológico.

Los seres humanos estamos hechos para estar en un ciclo estable, cuando se altera debe recuperarse la estabilidad y mientras no se recupere va a haber un grado de consecuencias”, enfatizó el doctor Luis Aguayo, director del Programa de Neurociencia, Psiquiatría y Salud Mental (Nepsam) de la UdeC y del Laboratorio de Neurofisiología del Departamento de Fisiología.

El concepto esencial es ciclo o ritmo circadiano, que con el cambio de hora se adelanta o retrasa, y tiene sustento vital en el vigilia/sueño o diurno/nocturno; según la fase se relaciona con el desarrollo de diversos procesos cerebrales y fisiológicos como secreción de hormonas que regulan la conciliación del sueño y dormir reparador, metabolismo, sensación de hambre y saciedad, o niveles de estrés.

Una regulación biológica que resultó de millones de años de evolución como especie, así como de todas, y la da la presencia o ausencia del estímulo de la luz natural del sol que al aparecer indica el comienzo de un día que va terminando junto con sus actividades al ir apagándose. “Todo se inicia cuando el ser humano empezaba a deambular cuando estaba recién saliendo el sol y se iba a acostar cuando se estaba oscureciendo. Y esa sería nuestra forma más natural e ideal de vivir”, afirmó el neurocientífico.

Los seres humanos necesitamos de la luz para ciertos procesos biológicos como dormir o despertar: el tan solo hecho de recibir una cantidad apropiada de luz nos ayuda fisiológicamente a despertar”, aseveró el doctor Patricio Castro, académico del Departamento de Fisiología de la UdeC.

Dice la ciencia

Por ello que, desde las bases biológicas y según la evidencia, el horario de invierno es el más sano e ideal en Chile, sostuvo Aguayo. De hecho, es el más cercano al “natural” según la posición geográfica de Chile y la optimización de la cantidad de horas recibidas en el día. Si bien es un país con diversas situaciones por ser tan largo, técnicamente debe estar en el huso horario UTM-5, pero durante el verano se está en el UTM-3 y en invierno al -4.

Ahondando en las implicancias fisiológicas de los desajustes horarios, Castro enfatizó que “los cambios de hora no son lo mismo y el retraso es más benevolente fisiológicamente hablando que el que vamos a tener en septiembre cuando se adelanta la hora y se traduce en que tengamos que adaptarnos a despertar y levantarnos una hora antes, mientras ahora es lo contrario”.

Desde allí el neurobiólogo aseguró que “el cambio de horario que tenemos en verano está demostrado en el hemisferio norte que se reducen capacidades cognitivas como concentración y memoria, aumenta el riesgo de accidentes de tránsito y también de padecer enfermedades cardiovasculares”.

Lo que dice la biología no desconoce las dificultades socioemocionales que parte importante de la población puede experimentar al comenzar el horario de invierno y recibir menos luz por las tardes para llegar a oscuras a los hogares, acarreando percepción de inseguridad.

Aunque se debe abordar sin sesgos, planteó Castro, porque el atardecer más precoz no es sólo por atrasar 60 minutos el reloj, sino que la rotación y traslación de la Tierra hace que su inclinación nos deje más lejos del sol en esta época.

Lo adecuado

Un punto en que se detuvo es que “la idea inicial del cambio de hora fue ahorrar energía, pero hoy no tiene ninguna justificación”. La medida se tomó hace más de cuatro décadas cuando la energía del país dependía de las centrales hidroeléctricas y se vivía una de las peores sequías de la historia. Y aunque en la actualidad hay escasez hídrica, se han masificado otras fuentes de energía y ocurrido muchísimos avances tecnológicos que se traducen en eficiencia energética.

Así que la medida adecuada sería mantener un horario y evitar los impactos diversos que los desajustes pueden producir a nivel de la salud que hoy, en realidad, se ve más perjudicada por el exceso de luces artificiales por calles e interiores hasta horas que trascienden y desajustan el natural ciclo diurno/nocturno con sus procesos.

Y para el doctor Aguayo, expresando una opinión compartida por la comunidad científica y médica, la preocupación debe apuntar a regular la exposición a iluminación y promover la higiene del sueño en un marco de hábitos de vida saludable más allá del horario que rija y si hay cambios durante el año.

A nivel público ha sido un avance el promulgar una ley contra la contaminación lumínica en plena implementación, pero el mayor reto está en lo íntimo y el neurocientífico enfatizó que lo crucial es que todas las personas tengan un dormir óptimo en calidad y cantidad.

Ello implica acciones básicas como limitar el uso de pantallas y evitar exponerse al menos una o dos horas antes de ir a dormir y lo mismo con el consumo de sustancias estimulantes previo a acostarse, además de controlar la ingesta de alcohol y drogas, mantener horarios regulares para levantarse y acostarse, e idealmente dormir en un dormitorio oscuro, sin ruido y con temperatura confortable.

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