Presencia de especies no autóctonas o potencialmente nocivas genera riesgos a la biodiversidad o salud humana. Y el tránsito transoceánico y nacional de barcos podría transportar diversidad de organismos desde distintos sitios del océano.
“Bioinvasión marina y bioseguridad en la costa del Pacífico Sureste: detección temprana y mecanismos antrópicos y naturales de introducción, propagación e invasión” se titula la investigación que aborda un fenómeno global de impacto nacional y con ciencia local.
Evaluar el rol del transporte marítimo transoceánico y nacional en la introducción de especies no autóctonas potencialmente invasoras y nocivas en la costa chilena busca el trabajo que se lidera desde la Universidad Católica de la Santísima Concepción (Ucsc) al alero de un proyecto Fondecyt Regular que en 2023 inició su ejecución para culmina en 2026 y tiene a los doctores Antonio Brante y Patricio Camus como director principal y alterno, respectivamente.
El objetivo es determinar qué especies están en los estanques de agua de lastre de buques y en la comunidad biológica que se desarrolla en sus cascos, se llama bioincrustación, además se analizará la dimensión genética, explicó Camus, director del Centro de Investigación en Biodiversidad y Ambiente Sustentables Ucsc.
Las preguntas a responder surgieron desde las conclusiones de un proyecto previo que ahondó en la posible introducción de especies desde el agua de lastre y aplicación de modelos de evaluación de riesgo, en miras a crear un plan de gestión. “Con los resultados nos dimos cuenta que había una serie de fenómenos que no se estaban mirando desde la óptica apropiada”, destacó Camus.
Al respecto, expuso que suele suponerse que todas las especies no autóctonas son peligrosas y que éstas siempre vienen de lugares lejanos, poniéndose la atención en naves extranjeras que llegan a puertos chilenos. “Y, pese a encontrar gran diversidad en el agua de lastre, no muchas especies eran potencialmente peligrosas. Además, algunas de las más peligrosas no venían del extranjero y eran trasportadas por buques nacionales”, afirmó.
Y es que planteó que se asume que las especies propias de la costa chilena no causarán daño y no se evalúa qué transportan las naves que transitan regularmente a través de puertos nacionales, pero en estos fue que hallaron organismos que causan floraciones algales nocivas, incluso asociadas a riesgo de mortalidad para personas por infectar especies de consumo humano.
Camus también resaltó que la lógica hace pensar que en los puertos más grandes e importantes de Chile habría mayor riesgo de introducción de especies exóticas perjudiciales, porque usualmente reciben mayor número de barcos extranjeros, pero no se daba como regla. Y sostuvo que es determinante el tipo de labor que se desarrolla en los puertos y naves que llegan, influyendo los volúmenes de descarga de agua de lastre.
Desde allí apuntó que estudios en puertos chilenos arrojaron que 90% de las especies peligrosas que potencialmente podrían ser introducidas no tienen relación con el lugar de zarpe de los barcos, mientras los métodos tradicionales para evaluar el riesgo biológico de la descarga de agua de lastre suelen basarse en el origen geográfico de ésta y considera el puerto desde el cual zarpa cada barco. “No obstante, a través de su ruta muchos barcos cargan agua de otros lugares desde donde también pueden transportar otras especies”, relevó.
Otro fenómeno que advirtió fue que “aparentemente hay bajo número de especies invasoras en nuestras costas y en otros países tienen mayor cantidad que han causado daños. Parece extraño al considerar que somos un país marítimo con mucha costa, puertos y tráfico”. Podría ser la realidad o estar subestimada por falta de nuestros o análisis específicos como la diversidad genética.
Es así que se evidenció que es un problema mucho más complejo, y que hay falencias en la cantidad de información y en el foco para definir qué puertos son más riesgosos y así controlar y gestionar.
Esas brechas se desafiaron a acortar en este proyecto con un enfoque más profundo e integral. Los trabajos se desarrollarán principalmente en puertos de la Región del Biobío, si bien su avance considera muestreos de agua de lastre en otros puertos nacionales.