No todas las personas viven las fechas relevantes del mismo modo y hay veces en que la sociedad puede presionar a experimentar de formas que no son genuinas, cómodas o sanas.
Como seres pensantes, emocionales y que evolucionan a través del tiempo y experiencias, con los cambios fisiológicos y psíquicos que distintas etapas o vivencias traen, es parte de la naturaleza humana e influye en el desarrollo psicológico el otorgar significados a los distintos eventos que suceden y particular rol tienen los hitos que se conciben como inicio o cierre de ciclo.
Puede ser marcado por un suceso personal o social y uno de los ejemplos más transversales es la celebración que cada 31 de diciembre a las 24 horas deja atrás al año viejo y a las 00 horas del 1 de enero da la bienvenida a un año nuevo.
Pero, lo que para unas personas es sinónimo de celebración y alegría, para otras de tristeza o agobio. Por eso, en fechas como éstas es cuando llevar a la acción conceptos como respeto y empatía cobra una relevancia superior.
La psicóloga Marcela Mora, jefa de carrera de Psicología de la Universidad Católica de la Santísima Concepción (Ucsc), explica que cada persona y por influencia de variados factores, desde la personalidad e intereses a valores familiares y vivencias pasadas o el momento presente, puede otorgar diversos significados a fechas importantes. En efecto, un evento como el año nuevo no es para todos igual ni en importancia ni en los sentimientos, memorias o deseos que evoca.
“Cuando han existido problemas vinculados al ámbito emocional, familiar, de relaciones o salud mental en general, tendemos a hacer atribuciones menos amigables acerca de los eventos que enfrentamos”, afirma.
Y está el factor sociocultural asociado a ciertas festividades, lo que puede potenciar la alegría en ciertos casos, pero en otros varios presionar a las personas a expresarse de formas que no son genuinas, cómodas o sanas, o generan emociones displacenteras como la culpa.
“Nos vemos bombardeados por publicidad, opiniones o historias de qué tan bien o mal lo pasaron otros en estas fechas y tendemos a compararnos. En ocasiones, quienes no disfrutan de estas fechas tienden a ocultarlo por sentirse atípicos o creer que pueden ser criticados o excluidos”, advierte.
En los cambios de ciclo y especialmente el año nuevo, realizar ritos es algo común y la psicóloga asegura que pueden tener gran importancia e impacto en algunas personas, sea por una cuestión de costumbre familiar o sociocultural como también íntima. En esta festividad muchos de estos ritos tienen forma de cábalas populares para la prosperidad en distintos ámbitos y otros son acciones con significado propio para marcar el cierre o inicio, o dejar atrás lo negativo o agradecer lo positivo, por ejemplo.
Hacerse parte de este fenómeno también puede estar presionado por factores externos, y externos también pueden poner cuestionamientos o juicios por encontrar sinsentido a los rituales e influir negativamente.
En este sentido, Mora plantea que “es importante ir construyendo ritos de celebración que sean propios de cada persona, grupo o comunidad. Esto afianza el sentido de identidad y pertenencia”.
Punto desde el que releva que los significados deben ser conscientes y racionales, sin perder de vista que no por empezar un nuevo periodo, desafío o año los cambios y objetivos se logran mágicamente: “tiene que ver con qué disposición cada uno de nosotros enfrentará un nuevo día”. Y sobre ello reconoce que “algunos logran encontrar en este cambio simbólico de año un incentivo adicional para emplear más esfuerzo en conseguir alguna meta”.
En este escenario es esencial respetar la individualidad propia y del otro. Y Marcela Mora enfatiza que es crucial para el bienestar mental el reconocer que es imposible que toda persona empatice y pueden existir uno u otro cuestionamiento, donde la clave para ser menos susceptible está en la forma en que las opiniones se reciben.
“También aplica la capacidad de poner límites, de saber con quién deseo compartir fechas relevantes”, sostiene la académica. Es fundamental para integrarse a ambientes y eventos realmente gratos, sin sentir la obligación de tener que estar con la familia o con cierto grupo de amigos si el deseo no es genuino o hay conflictos sin resolver que agobian, por ejemplo.
Desde allí, como aspecto que puede ser influyente en el bienestar por estos días y ante otras fechas significativas, resalta que “es importante internalizar que cada uno construye su propia realidad y no necesariamente va a ser compartida por todos, ya que es una suma de innumerables factores”.
Esto, expone, conlleva aprender a respetar la visión de mundo de los demás, aunque sea diferente a la propia que tampoco es la única verdad o realidad que aplica a todos. Entonces es que las personas pueden volverse más empáticas ante la manifestación de creencias, intereses o ritos de otros.