Ciencia y Sociedad

¿Obsequiar una mascota?: las claves socioemocionales de la mejor decisión

Convivir con un animal tiene diversos beneficios a lo largo de todo el ciclo vital y en la infancia su cuidado fortalece varias habilidades. Pero, no es un objeto, es un ser vivo con necesidades que se deben satisfacer toda su vida y la responsabilidad de su crianza es un compromiso que no puede recaer sólo en un niño y debe compartirse por el núcleo.

Por: Natalia Quiero 23 de Diciembre 2023
Fotografía: Andrés Oreña P.

Quienes viven o han vivido junto a una mascota saben cuánto impactan en la vida.

Entonces, es común el deseo infantil de poseer un animal como perro o gato, indiscutibles favoritos. Por eso, varias familias aprovechan un contexto especial como la Navidad o cumpleaños para obsequiar una, por la tradición de dar regalos.

Aunque hay aristas relevantes en términos socioemocionales que impactan en una buena decisión y bienestar de la mascota. Porque no es un objeto ni un juguete, no tiene ni puede tener ticket de cambio, e implica un compromiso permanente firmado desde el afecto.

Integrar a la familia

Ahí el acento de la psicóloga Marcela Mora, jefa de carrera de Psicología de la Universidad Católica de la Santísima Concepción (Ucsc).

Decidir regalar una mascota a un niño requiere evaluar diversas variables, partiendo por comprender que más que regalar es integrar un nuevo miembro al grupo familiar”, enfatiza, “la familia en su conjunto debe estar de acuerdo y asumir las responsabilidades que traerá”.

Los animales son seres vivos con necesidades básicas, requieren afecto y protección siempre. Además de dedicación y paciencia en su crianza, sobre todo en etapa de cachorros cuando tienen más energía que un adulto y deben aprender a desenvolverse en el hogar y conocer los límites en las relaciones o juegos y sitios para hacer sus necesidades fisiológicas, por ejemplo.

Es muy relevante educar a nuestros niños con respecto a lo que significa asumir esta tarea y no puede ser una que asuma solo un niño. Si entendemos que este animalito será parte de la familia, todos los integrantes deben incorporarlo en sus dinámicas de funcionamiento diarias”, asevera.

Desde allí, la académica plantea que como adultos responsables, padres deben cuestionarse y reconocer la intención de incorporar una mascota al hogar. Plantea que se puede creer erróneamente que solucionará una dificultad o entregará afectos que no han podido expresar satisfactoriamente por motivos diversos como la alta demanda laboral y falta de tiempo.

Además es crucial saber por qué un niño o niña quiere una mascota para dilucidar lo favorable de integrarla a la familia, pero sobre todo de entregar responsabilidad de su cuidado. “Cuando la motivación no está clara tienden a aburrirse cuando descubren que el nuevo integrante no necesariamente obedecerá siempre ni será un juguete como muchos piensan”, advierte.

También es clave reconocer características y herramientas personales para desenvolverse en distintos ámbitos y que se poseen o no para hacerse cargo de tareas del cuidado, que siempre se deben definir acorde al nivel de desarrollo socioemocional y nunca plantearse a modo de castigo.

“Desde esta perspectiva, un niño debería ser capaz de tomar en consideración las necesidades de otro cuando deja atrás el egocentrismo propio de la infancia”, aclara. Algo que sucede desde los 5 años aproximadamente, cuando podría evaluarse la posibilidad de ir dando responsabilidades.

“Un niño que tiende a frustrarse cuando algo no le resulta o tiene características vinculadas a la impulsividad o agresividad debe primero trabajar eso y no utilizar a la mascota para lograr regularlo. Muy probablemente el niño desplazará su rabia o frustración a la mascota y terminará pagando las consecuencias de su escasa regulación emocional”, resalta.

Los beneficios

Resuelto todo lo expuesto, Marcela Mora afirma que relacionarse con una mascota tiene beneficios variados durante todo el ciclo vital, pero no llegan solos y se dan en el vínculo que se establece.

La relación con una mascota implica reciprocidad: en la medida que el ser humano cuida y entrega amor a un animal éste responderá ante esas expresiones afectivas”, destaca. También el contacto físico transmite sensaciones que evocan tranquilidad, que aclara que se asocia al calor y suavidad del pelaje.

Es tan potente que hay animales de compañía y terapéuticos para apoyar procesos que van desde rehabilitaciones físicas e integración social a tratamientos médicos. Un ejemplo que da es que “se incorporan animales de compañía en situaciones donde algunos niños se sienten estresados como asistir a realizarse un procedimiento dental”.

Además, hay un impacto sobre el desarrollo integral al asumir responsabilidades propias de cuidar a un ser vivo. “Cuando hay una familia comprometida con el proceso de sumar una mascota a sus dinámicas, los niños incorporan rutinas, hábitos y autonomía”, precisa la psicóloga. Y no deja de relevar que propicia la actividad física y al aire libre, que se traduce en una serie de aportes para la salud física y mental, mientras mantiene la salud del animal.

Cariño y condiciones óptimas como base de la tenencia responsable

Pueden existir muchos beneficios que sumen como razones para vincular a niños y niñas a la crianza de una mascota y para integrarlas a una familia y vida de una persona sin importar la edad, pero la razón de base tiene que ser una: el genuino amor.

Y es por eso que una decisión desde el afecto debe ser consciente y responsable, por lo que debe estar tan mediada por los recursos y disponibilidad emocional para atender como de las condiciones de infraestructura y económicas que existen para brindar todos los cuidados que requieren.

Las mascotas son seres vivos como los humanos con varias necesidades que se deben asegurar satisfacer al decidir llevarlas a un hogar e integrarlas a una familia. No se trata tan solo de querer un perro, un gato u otra especie, se trata de asumir toda la responsabilidad que implica quererlo.

De hecho, está regulado en Chile a través de una ley sobre tenencia responsable conocida popularmente como “Ley Cholito”, que aborda la serie de obligaciones que tutores deben cumplir y evidencia los avances e importancia del reconocimiento de los derechos de los animales para mantener su bienestar y calidad de vida (más abajo).

Crianza responsable

Por ello es crucial saber qué implica la responsabilidad de poseer un animal, más allá de las disposiciones legales o de las características personales, antes de adoptar como lo ideal o comprar una.

La tenencia responsable significa entregar cariño, respeto y cuidados a la mascota de la que te vas a hacer responsable durante un periodo largo. Se trata de entregar todo lo que necesita para su bienestar”, resalta el médico veterinario Sergio Cofré, director del Hospital Clínico Veterinario de la Facultad de Ciencias Veterinarias de la Universidad de Concepción (UdeC).

Es que en un estado de salud óptimo los perros y gatos, las mascotas preferidas, pueden vivir un promedio que supera los 13 años, si bien la esperanza de vida varía según las razas y distintos factores. En otros animales la proyección es distinta.

En ese sentido el académico destaca que “es habitual que las personas digan ‘qué bonito el cachorro o gatito’, pero ese cachorro o gatito va a crecer, va a requerir cuidados diarios de alimentación y paseos, de asistencia médica y de las necesidades particulares según la especie”.

Porque los requerimientos básicos para el bienestar varían entre especies, razas de un mismo animal e individuos según su etapa vital y condición fisiopatológica, afirma.

Por ejemplo, del tamaño de la mascota, raza, edad o condición de salud puede depender su temperamento o requerimiento energético-nutricional, de espacios para desplazarse y jugar, y de paseos. Por ende, habrá las que sean aptas para habitar un departamento o las que necesiten un patio, algunas comen en grandes y otras en bajas cantidades.

Así, es una decisión irresponsable tener un perro de talla grande como pastor alemán, labrador o San Bernardo en un departamento de un piso 10 donde pasa todo el día solo, su crianza será difícil, porque necesitan un amplio espacio para moverse y hacerlo frecuentemente, siendo ideal una casa con patio. Distinto si son mascotas de tallas pequeñas como gatos o perros de razas como poodles, maltés o chihuahua, que pueden estar bien en espacios pequeños.

Además, hay algunos individuos cuyos requerimientos de mantención son mucho más altos”, afirma Sergio Cofré, “y así como ha sucedido con el costo de la vida en general, todo lo relacionado con alimentos e insumos veterinarios ha subido de precio en el último periodo”, como resultado de la situación económica nacional e internacional.

Por ejemplo, un chihuahua es un perro de 2 kilos y la bolsa de alimento va a durar 2 o 3 meses, pero a un San Bernardo de 60 kilos de peso la bolsa de alimento le durará 10 días y eso significa tener que invertir mensualmente en hasta 3 o 4 bolsas”, plantea el médico veterinario.

Lo mismo pasa con la salud y cuidados médicos, cuya periodicidad la indica un profesional según el caso de cada individuo.

Lo general, explica, es que los cachorros tienen un estatus vacunal frecuente y cumplido su esquema y si son individuos sanos deben tener un chequeo anual.

Pero, los animales envejecen y su organismo decae en sus funciones o deteriora. “En individuos geriátricos aparecen enfermedades crónicas que requieren seguimiento y control; enfermedades al corazón, riñones o hígado, las mismas que tenemos nosotros”, asegura.

Además, según raza, genética, factores ambientales y accidentes los animales pueden desarrollar ciertos problemas, enfermedades o lesiones que requieran atenciones médicas de urgencia y tratamientos agudos o controles y terapias crónicas.

Primero investigar

Todo lo expuesto, enfatiza Sergio Cofré, se debe saber y vincular con las condiciones cotidianas y recursos socioemocionales y económicos disponibles para determinar la posibilidad de satisfacer las necesidades.

Por ello, su primordial consejo, ante la Navidad o cualquier día, es “investigar a la mascota que gusta para saber cuáles son sus requerimientos mínimos para poder definir o plantearse si se puede otorgar la calidad de vida que la mascota necesita”.

Entonces, es posible tomar una decisión consciente y responsable de integrar una mascota a la familia.

“Ley Cholito”

El 2 de agosto de 2017 se publicó en el Diario Oficial la Ley 21.020 de Tenencia Responsable de Mascotas y Animales de Compañía. Ésta establece derechos y obligaciones que una persona (tutor) contrae cuando decide aceptar y mantener a una mascota o animal de compañía, reconociéndoles como organismos con derechos para promover el buen trato y bienestar, además de resguardar la seguridad medioambiental y pública.

Desde la información disponible en el portal Chile Atiende, las obligaciones básicas son inscribir en el Registro Nacional de Mascotas tras la implantación de un microchip, brindar un hogar, responsabilizarse de su alimentación y manejo sanitario, y responder civilmente por los daños que causen.

Al alero de esta ley hay sanciones y penas vinculadas con el incumplimiento de las obligaciones, el maltrato y la transgresión de derechos de los animales.

Y fue la mediática y visible crueldad animal la que activó a la comunidad a organizarse y construir una propuesta que se volvió ley tras una tramitación de años. El caso emblemático fue el ataque fatal que unas personas hicieron a un perro callejero llamado Cholito, de ahí el nombre popular de la normativa.

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