La zona posee ecosistemas a los que gran diversidad de especies llegan cada año tras vuelos de cientos o miles de kilómetros desde otras latitudes, con fines como descansar o alimentarse. Así, se asientan y promueven funciones ecológicas y también socioeconómicas como promover el aviturismo.
Crear consciencia sobre la necesidad de contribuir a cuidar a las aves migratorias para promover su conservación ha sido el objetivo por el que el Programa para el Medio Ambiente de la Organización de Naciones Unidas (ONU) estableció al 14 de octubre como el día mundial de estas especies. Así se impulsa una campaña anual en cuyo contexto se relevan diversas temáticas y realizan distintas actividades en el mundo.
Una acción que ha puesto especial foco en la educación ambiental para informar y concientizar sobre el rol e importancia ecológica de esta avifauna, como también las amenazas a las que se ve enfrentada en términos globales y el requerimiento de políticas públicas para su preservación, con aportes a nivel local con impacto global.
Y Chile ni la Región del Biobío pueden estar ajenos a este esfuerzo de importancia vital.
La concientización para la acción y protección parte desde la comprensión del concepto de ave migratoria, que alude a una dinámica clave en su desarrollo y subsistencia.
Patricio Ortiz, presidente de la Fundación Bandada, dedicada a realizar proyectos y acciones voluntarias de conservación y educación ambiental en la Región del Biobío, explica que esta avifauna migra de un punto a otro durante su ciclo de vida, realizando desplazamientos de ida y vuelta constantes entre ciertos sitios. Este fenómeno es respuesta a cambios estacionales en busca de mejores condiciones alimenticias, descanso o refugio.
Y en el continente Americano, por tanto también en Chile y Biobío, existen diversas rutas migratorias, latitudinales y altitudinales, que implican el movimiento anual de distintos tipos de individuos.
En las rutas más conocidas están la pacífica y atlántica sobre el océano, y la central por el continente.
Es así que cada año, en determinados periodos y tras largos vuelos, bandadas de diversas especies de aves migratorias arriban a ciertos sitios del Biobío provenientes de otros muy lejanos para cumplir diversas actividades vitales.
Entre las especies migratorias destacadas menciona la gaviota de Franklin, la cual llega en grandes grupos desde Canadá y Estados Unidos. “El inicio de su estancia en la región coincide con su llegada a fines de octubre y comienzos de noviembre, y se extiende hasta fines de marzo y comienzos de abril, momento en el cual inician su migración de retorno hacia sus áreas de reproducción en el hemisferio norte”, cuenta Ortiz.
También está el zarapito de pico recto, que realiza una extensa migración de 30 mil kilómetros anuales aproximadamente: desde Alaska emprenden un viaje hasta las costas del Biobío y Chiloé.
En contraste con las aves que migran desde el hemisferio norte, la región también es testigo de la migración austral. Especies como el chorlo chileno y el chorlo de collar buscan refugio en los humedales y zonas costeras del Biobío durante el otoño, cuando escapan del rigor del invierno en el extremo sur en busca de condiciones más propicias para su alimentación y bienestar.
También se encuentra el run-run, una especie que migra desde Brasil y el norte de Argentina hacia los humedales del Biobío. Se puede observar entre los meses de septiembre cuando llegan y en marzo cuando emprenden su migración de retorno.
Y es trascendental tener a estos animales migrando y llegando a la zona, tanto para los ecosistemas como el bienestar social.
El doctor Heraldo Norambuena, biólogo e investigador postdoctoral en el Departamento de Zoología de la Facultad de Ciencias Naturales y Oceanográficas de la Universidad de Concepción (UdeC) y del Centro de Investigación Bahía Lomas de la Universidad Santo Tomás (UST), destaca que éstas son participantes primordiales del flujo de nutrientes, ya que existen especies posicionadas en tramas tróficas grandes como las aves rapaces hasta las aves guaneras que aportan en la fertilización del mar.
Además, muchas de ellas juegan un papel muy valioso en el control de plagas o enfermedades. Por sólo mencionar un ejemplo está que las especies migratorias como las golondrinas consumen millones de mosquitos al año.
No es menos importante que proveen un servicio ecosistémico de relevancia sociocultural y hasta económica, propiciando un espectáculo natural que ofrece una oportunidad de desarrollar actividades como la observación de aves o incentivar sectores turísticos especiales como el “aviturismo”.
Así, integran un círculo virtuoso que permite el disfrute al aire libre para muchas personas aficionadas a este tipo de instancias como también fuentes de ingreso, contribuyendo de distintas maneras al bienestar de las personas.
“Agua: vital para las aves” ha sido el lema del Día Mundial de las Aves Migratorias 2023. Porque para protegerlas hay que cuidar sus hábitats y el recurso hídrico es esencial para estas, como lo es para mantener la vida en la Tierra en general.
Ecosistemas como humedales, ríos, lagos, arroyos y estanques son clave para que puedan alimentarse, beber, anidar, descansar y repostar durante sus largos viajes. Desafortunadamente, estos ecosistemas están cada vez más amenazados frente a diversos fenómenos.
La Región del Biobío es relevante para las aves migratorias por las características naturales. Hay decenas de humedales y diversos sistemas acuáticos, y ya hay 14 ecosistemas protegidos bajo la Ley de Humedales Urbanos. En los más importantes del Gran Concepción están el Rocuant-Andalién, Lenga, Los Batros, Price y Paicaví-Tucapel Bajo, además de los ecosistemas ubicados en la zona interportuaria.
La doctora Sara Rodríguez, académica de la Facultad de Ciencias de la Universidad Católica de la Santísima Concepción (Ucsc), detalla que “cuando es verano en el hemisferio norte, las aves se encuentran en sus zonas donde se reproducen y cuando ocurre el cambio de estación viajan al hemisferio sur para llegar a sus zonas no reproductivas, donde se alimentan y descansan antes de partir nuevamente al norte del planeta. A esto se le llama wintering. Es por esto que los humedales de la región son esenciales, ya que distintos tipos de aves migratorias harán el wintering al sur de nuestro país, pero pasan primero por distintos humedales para hacer un stop over y poder seguir con su desarrollo”.
Los stop over son puntos donde las aves paran su migración, se asientan días o semanas para descansar y alimentarse. El objetivo es acumular grasa y energía tras mucho tiempo viajando desde sus zonas reproductivas hacia las no reproductivas. Estos son los mismos cada año, porque estas aves tienen una memoria poblacional colectiva.
Especies de la familia de las gaviotas como el pitotoy chico y pitotoy grande, el zarapito de pico curvo, la limosa o zarapito de pico recto y otras más cercanas a los paseriformes o aves cantoras como el run-run o colegial, migran todos los años hacia los mismos lugares.
Pese a tener varios sectores importantes para las aves migratorias y en general para la biodiversidad que están protegidos, hay consenso de que falta avanzar en materia de normativa ambiental que se adapte al contexto de cambio climático y robustezca la educación ambiental, gestión, planificación territorial y fiscalización, entre otros.
En Biobío una de las principales amenazas es la destrucción de humedales y zonas costeras. Se da por el impacto de la intervención de hábitats para fines como proyectos inmobiliarios, viales o industriales. Se suma la contaminación ambiental, caza ilegal y cambio climático. Todo impacta en la disponibilidad del agua y estado de conservación de muchas aves migratorias. También amenaza la presencia de perros con o sin dueños y vehículos en humedales.
Así que la responsabilidad del problema es humana, también su solución. Y para ello se han realizado diferentes esfuerzos.
Uno es la restauración de hábitats por parte la Seremi del Medio Ambiente a través del Proyecto GEF de Humedales Costeros, o el Plan de Acción para la Conservación de las Aves Playeras de Chile, donde también participaron organizaciones de la sociedad civil.
En el marco de los curso de Primavera de la Ucsc 2023, Sara Rodríguez organizó el curso internacional de postgrado “El cambio climático y sus efectos sobre la migración de aves y la transmisión de parásitos”. Este contó con la participación del experto mundial de aves migratorias Jan A. van Gils, investigador del Instituto NIOZ y de la Universidad de Groningen de Países Bajos. Ambos han visitado distintos humedales del Gran Concepción y realizaron el curso en formato teórico y en terreno.
Además, el “Proyecto de Aves Playeras Migratorias” monitorea sitios elementales para éstas. “Muchos estudiantes de la UdeC han participado como voluntarios de estos censos. Prontamente, el Laboratorio de Estudios del Antropoceno de la UdeC, en conjunto con la Red de Observadores de Aves y Vida Silvestre de Chile, comenzarán un programa de anillamiento de aves en el Campus Naturaleza, esto entregará a largo plazo información sobre fenología reproductiva y migratoria de muchas especies que visitan nuestros bosques”, añade el doctor Heraldo Norambuena.
Y está en etapa de implementación la Estrategia Nacional de Conservación de las Aves (Enca), que busca solucionar las más de 20 amenazas que se ha identificado que enfrenta la avifauna. Las municipalidades de Talcahuano y de Concepción han tomado esta estrategia como referencia para trabajar en la conservación de sitios claves para las aves, como el canal Ifarle y las lagunas de la capital penquista.