Sofía Reyes y Jonathan Arias cursan tercero medio en el Colegio Villa Nonguén, y con el impulso de su profesor Francisco Cilleros llevan años desarrollando un trabajo en equipo en torno a la ciencia e innovación que les llevó a crear “Australis”. La meta a la que apunta su esfuerzo es lograr un producto real que llegue a las salas de clases para concretar un impacto socioambiental en la región y Chile.
Alex es hijo de un ballenero y en un viaje con su padre llega a la Antártica, donde queda varado con su perro. Es vital iniciar un plan de supervivencia a la espera del rescate.
Así comienza la aventura en el Continente Blanco que le lleva a conocer tanto sus maravillas como peligros y afrontar retos que le impregnan de saberes sobre su geografía, biodiversidad, historia e importancia política, social, cultural, científica y ambiental, como también su fragilidad ante problemas actuales.
Es la experiencia que propicia “Australis”, videojuego pedagógico que busca educar de forma transversal sobre la Antártica y desarrollan Sofía Reyes y Jonathan Arias, jóvenes de 17 años que cursan tercero medio en el Colegio Villa Nonguén de Concepción. Su trabajo en equipo se construye sobre la base del interés que les une e impulsa de alcanzar objetivos que trascienden del currículum escolar e impactar a la sociedad, siempre de la mano de la motivación de su profesor de biología y ciencias Francisco Cilleros.
Los propósitos que guían la creación de “Australis” es difundir y democratizar el conocimiento sobre la Antártica en la comunidad escolar chilena y así robustecer el reconocimiento de ésta como parte de la identidad nacional y su rol clave en múltiples aspectos para Chile y el planeta, promoviendo su cuidado y conservación desde el lugar que se habita.
El videojuego comenzó su historia este año, apunta a escolares de séptimo básico a cuarto medio, y busca que el jugador supere desafíos mientras recibe diversa información. Y la meta es que sea un producto y llegue a las aulas, porque están convencidos de su gran potencial de uso e impacto.
Por ello el equipo está en fase de exploración de las oportunidades que les permitan avanzar en su proyecto, tanto instancias de visibilización como para generar alianzas u obtener recursos, siempre comunicando a través de su Instagram @australischile el conocimiento que han ido adquiriendo y consolidan en su incipiente videojuego.
Porque está en estado alfa o etapa de prototipado. “Crear un videojuego tarda mucho, algunos varios años. Y hemos avanzado bastante en poco tiempo, porque en 5 meses hemos desarrollado diferentes mecánicas o diseño y estética”, asevera Jonathan Arias, que se ha dedicado a la programación.
“Además, el proceso de creación va más allá de la programación. Por la propuesta de ser una plataforma de educación debemos asegurarnos de que toda la información sea verídica, verificada por científicos y docentes, también para que la forma en que la presentamos sea adecuada”, releva Sofía Reyes, quien junto al profesor Cilleros han puesto el foco en investigar para construir un marco teórico que avala el potencial y la necesidad de materializar la idea.
La investigación abordó aspectos de la Antártica, la realidad educativa chilena y penetración de los videojuegos. Las evidencias se consolidan en el artículo “Australis: un videojuego como puente formativo entre el Continente Antártico y su abordaje curricular en la educación chilena”, que robustece al proyecto.
Al investigar se maravillaron con lo vital de la Antártica y su diversidad de funciones, desde controlar el clima global a ser parte clave de la cadena trófica de animales de importancia comercial, además de su transversal trascendencia científica, histórica, política y social.
También se preocuparon por su fragilidad y amenazas como el cambio climático o la contaminación que llega hasta a causa de la acción humana en otras latitudes.
Pero, desde la experiencia sabían que el abordaje del Continente Blanco es insuficiente en el currículo escolar chileno, avalado por investigaciones. Así se evidenció la necesidad y posibilidad de aportar e impactar.
“Pensamos en un videojuego porque permite gran masificación. Tiene gran auge, 4 de 10 chilenos juegan al menos una vez a la semana. Y tiene gran flexibilidad en cuanto al formato”, afirma el joven. Además, bien enfocado el uso, “un videojuego puede educar de manera directa o indirecta, y tiene distintos beneficios como ayudar a la concentración o resolución de problemas”, añade.
Es que el proyecto se sustenta en documentados aportes de la gamificación en la educación. El método busca que el juego facilite procesos de enseñanza-aprendizaje.
Y por eso Sofía Reyes resalta que “Australis es una iniciativa; el videojuego es el medio para democratizar información que busca un impacto social para lograr uno ambiental”. Porque su convicción es que “si queremos un cambio es fundamental que las personas se informen. Y los escolares de hoy tomarán las decisiones del futuro, e informándose hoy van a poder cambiar nuestro destino. Si la Antártica ya está en riesgo y pasa a más corremos grandes peligros como humanidad”.
“Australis” comenzó su historia en 2023, pero surge de una trayectoria que suma años de trabajo en equipo, con logros y dificultades, incluyendo diferencias que en otro caso pudieron entorpecer los procesos. Una experiencia que puede ser motor, que quieren que sea motor, para inspirar a sus pares a seguir nuevas sendas para superarse y crecer.
Hay que retroceder al 2018, cuando Francisco Cilleros llegó a hacer clases al Colegio Villa Nonguén. Su claro interés como docente ha sido motivar a sus estudiantes y que aprovechen las oportunidades de desarrollo que existen, por lo que no dudó en comunicar la posibilidad de participar en proyectos de ciencia escolar e instancias como los congresos organizados por Explora.
Entonces, Sofía Reyes y Jonathan Arias recuerdan cursar séptimo básico y no llevarse bien como compañeros, pero también compartir desde pequeños sus ganas de explorar, vivir nuevas experiencias, descubrir y aprender más.
Así que dejaron sus diferencias a un lado y formaron un equipo que, vieron, trabaja tan bien que mejoraron su relación y fueron creciendo juntos como personas, así sus ideas y logros, hasta llegar a un presente en que está la iniciativa que bautizaron “Australis”.
El primer proyecto que realizaron fue sobre electro-estimulación de semillas de lechuga para indagar si tenía efectos positivos sobre la germinación, con el que participaron en el Congreso Explora y siguieron avanzando en la investigación. “Fue nuestro primer acercamiento al método científico”, releva Sofía.
En su colegio comenzaron a impartir asignaturas sobre emprendimiento e innovación, cuando surgió el proyecto para desarrollar una aplicación digital para educar a padres y tutores de escolares sobre violencia de género. “Ahí comenzó nuestro interés en temas sociales y de ser agentes de cambio en nuestra comunidad”, cuenta Jonathan.
En la búsqueda de instancias de participación, de involucrarse en la investigación escolar y generar impacto social, surgió la opción y más pura motivación de contribuir a difundir el conocimiento y robustecer el reconocimiento de la Antártica.
Nació “Australis”, que destacan como su proyecto principal y hace sinergia en sus distintos intereses. Eso les alienta a desarrollarla hasta lograr un producto y en su avance tienen puestas las energías y el esfuerzo en cada espacio que les permite el cumplimiento de sus responsabilidades académicas regulares como jóvenes que ad portas de terminar la formación escolar.
En la historia e impulso no se puede obviar el impacto de Francisco Cilleros, fuertemente alimentado por la consciencia del rol transformador que puede y quiere cumplir como profesor, determinado por su propia experiencia escolar.
“Veo a Sofía a Jonathan y recuerdo a mi época escolar, cuando no tuve la posibilidad de participar en congresos, de saber que había tantos concursos o instancias que permitieran a los estudiantes a salir de la clase tradicional de escuchar a un profesor. Y por eso me alegro y enorgullezco que tengan una oportunidad que yo no tuve”, manifiesta.
Y por eso recalca que “los profesores tenemos un rol clave” en la formación y desarrollo integral de estudiantes, en motivar a que superen nuevos y más ambiciosos desafíos, que amplíen sus horizontes, y que depende de buscar alternativas que trasciendan a la sala de clases o currículo.
Aunque también reconoce las dificultades que pueden experimentar los docentes. “Ser profesor es harto trabajo y es necesario estar adentro de un colegio para entender todas las dinámicas. Muchas veces la motivación intrínseca deriva de la situación personal y limita a docentes de poder buscar o generar instancias para que estudiantes participen”, expone.
Sin embargo, no es imposible innovar e inspirar, y es realmente una necesidad para contribuir a mejorar la calidad de la educación de las nuevas generaciones y a su desenvolvimiento en la sociedad del presente y futuro, despertando intereses y vocaciones como la de los jóvenes que educa y acompaña.
En esa perspectiva sostiene que el rol radica en no centrar el currículo y clases en el contenido.
“Yo salí del colegio con promedio 6.8, pero al final no sabía nada, porque era un niño que memorizaba todo. En base a esa lógica creo que hay que desarrollar habilidades. Hoy la información está a un clic, se puede buscar y acceder a todo lo que quiera, pero si no se comunicar, desarrollar o generar nuevas ideas, o usarle, no sirve nada tanto conocimiento. Y ahí nuestro rol es relevante”, asevera. Y en ese horizonte es que promover el desarrollo de proyectos y ciencia escolar, porque allí es que se desarrollan esas habilidades del siglo XXI, esas competencias transversales que van desde el trabajo en equipo hasta el pensamiento crítico y resolución de problemas para la mejor toma de decisiones.