Las enfermedades del corazón y vasos sanguíneos son primera causa de muerte, y para generar cambios vale la pena cuidar la boca. Es que la ciencia demuestra que las del ámbito bucodental y sobre todo a las encías aumentan riesgos y hasta se relacionan con desarrollo de cuadros potencialmente mortales.
Las enfermedades cardiovasculares (ECV), que afectan al corazón y vasos sanguíneos, matan a más personas que cualquier otra causa en Chile y el mundo. Las dramáticas estadísticas indican que ocupa sobre 30% de la carga de defunciones, con liderazgo como motivo de años de vida saludable perdidos por discapacidad y muerte prematura.
Pero, más del 80% de las ECV y víctimas fatales podrían evitarse, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). La razón es la influencia de factores de riesgo modificables en la merma a la salud y desarrollo de patologías, fundamentalmente relacionados con los estilos de vida, releva el cardiólogo Ervin Schumacher, jefe del Servicio de Cardiología del Hospital Clínico Regional Guillermo Grant Benavente de Concepción y académico de la Facultad de Medicina de la Universidad de Concepción (UdeC).
Porque en la sociedad actual predominan los hábitos nocivos y no los saludables que múltiples estudios avalan como protectores de la salud cardiovascular e integral. Eso implica que un reto constante sea concientizar a la población para impulsar cambios que protejan tanto la vida como su calidad, tarea a la que se pone especial énfasis en el Día Mundial del Corazón que se conmemora cada 29 de septiembre y en cuyo contexto se dedica el mes a realizar intervenciones para la promoción de la salud cardiovascular y prevención de ECV.
El doctor Schumacher explica que hay varios factores de riesgo cardiovascular,
Para empezar están los que no se pueden evitar como la biología, factor hereditario y predisposición genética, o la edad. En otra vereda están los que se pueden evitar como dietas malsanas con excesos de sodio o grasas saturadas, sedentarismo, sobrepeso y obesidad, tabaquismo, diabetes e hipertensión. Estas últimas son enfermedades crónicas no transmisibles, que también integran las ECV, y su desarrollo está directamente ligado a los estilos nocivos.
“Hay factores de riesgo menos conocidos o más nuevos como uso de algunas drogas o marcadores menos habituales de tipo metabólico e inflamatorios como inflamación sistémica, ciertas enfermedades autoinmunes, dermatológicas y dentales”, aclara.
Y la influencia de la calidad de la salud dental merece atención especial: cada vez hay más evidencias que obligan a relevar su impacto que parece desconocido en términos generales.
Por ejemplo, en junio se publicó en Scientific Reports un trabajo de investigadores de Japón cuyos resultados les permitió sugerir que “cepillarse los dientes por la noche es importante para reducir el riesgo de ECV”, resalta el paper.
La conclusión se obtuvo tras evaluar hábitos de cepillado de 1.675 personas adultas de más de 20 años en contexto intrahospitalario, quienes se clasificaron según si lavaban sus dientes en la mañana, noche, ambos momentos o nunca.
Al analizar datos notaron que quienes realizan su rutina de higiene mañana y noche tienen estimaciones de supervivencia más altas si se presenta un evento asociado al corazón. Según el tabaquismo de participantes en cada grupo, se reveló que fumadores que no cepillaban nunca sus dientes tenían un pronóstico significativamente peor de eventos cardiovasculares que los de otros grupos. Y no fumadores que no cepillaban nunca sus dientes y que sólo cepillaban en la mañana mostraron un pronóstico mucho peor en la hospitalización.
Una información interesante para considerar y propicia a ahondar en el fenómeno.
“Los malos hábitos de cepillado se relacionan con problemas a las encías y enfermedades inflamatorias crónicas, gingivitis y periodontitis, o problemas en tejidos alrededor de los dientes, y hace años se ha descrito que tienen impacto en la salud general”, expone el cirujano dentista Daniel Betancur, especialista en periodoncia y académico de la Facultad de Odontología UdeC que se dedica a investigar el impacto de las enfermedades de las encías sobre la salud general.
Se debe a que “el nivel de inflamación que alcanzan las encías e infección es capaz de diseminarse en a través de la sangre y afectar otras áreas como corazón, riñones o articulaciones en pacientes con artritis”, aclara el doctor en microbiología. “Está demostrado que personas con enfermedades en las encías tienen mayor riesgo cardiovascular y mayor tasa de incidencia de enfermedades a articulaciones y los riñones, o que la inflamación a las encías exacerba las enfermedades. También se asocia a mayor avance en enfermedades neurodegenerativas”, profundiza.
En lo cardiaco se dan cuadros poco prevalentes y muy graves, afirma Ervin Schumacher. “Las infecciones dentales podrían pasar al corazón, especialmente a las válvulas, y provocar infecciones. Esta enfermedad es la endocarditis, requiere hospitalización en UCI e intervención y tiene una mortalidad que varía del 20 al 50% de los casos”, advierte.
Por tanto, el primordial mensaje clave es que el gran problema para el corazón y salud general es la falta de cepillado e higiene dental y no sólo en la noche.
Las evidencias disponibles hacen imperante avanzar en promoción de la salud y prevención de enfermedades, lo que se relaciona tanto con las ECV como con patologías del ámbito oral y otro variopinto de afecciones que están mermando el bienestar de la sociedad.
Porque en todas las más incidentes se consideran esencialmente evitables en su desarrollo por la influencia los factores de riesgo modificables y hábitos .
“Los estilos de vida tienen gran importancia sobre la salud cardiovascular. Se sabe que hay una carga genética individual y hay gente con mayor o menor riesgo. Pero, cómo una persona desarrolle su vida y mantiene hábitos adecuados puede disminuir el riesgo de forma importante y quizá no desarrolle una ECV”, sostiene sobre lo cardiovascular el doctor Ervin Schumacher.
En lo periodontal, el doctor Daniel Betancur menciona al factor microbiológico, porque son patógenos que se acumulan en tejidos e inducen la patología, junto con lo inmune y predisposición individual, al tiempo que destaca “hay factores ambientales asociados al estrés, estilos de alimentación, tabaquismo y uso de medicamentos”.
Lo anterior, en ambas patologías y muchas otras, se vincula con no atender señales de alerta y acudir a controles para llegar a un diagnóstico y tratamiento oportuno, como clave para controlar la condición y eviten el avance de su daño e impactos.
Así se desarrollan prevenibles afecciones de suma prevalencia cuya atención generan gran carga para la salud pública, donde lo más costoefectivo es invertir en educar a las personas en pos de la promoción y prevención, como también pesquisa. Esfuerzos que se van a traducir en más bienestar y calidad de vida en la población.
Claro ejemplo y gran desafío es en salud oral y enfermedad a las encías, sostiene Betancur, porque “el nivel de invalidez que puede generar es alto: la enfermedad lleva a que pacientes pierdan sus dientes, a medida que los pierden cambian sus patrones alimenticios, se alimentan de peor manera y esa malnutrición desencadena otras enfermedades”. Se suma el riesgo cardiovascular y sobre otras condiciones, como también el impacto en salud mental, por lo que es un círculo vicioso y de gran costo para las naciones abordar el problema.
Ante ello, si no se pudo prevenir, plantea que “el mejor escenario en la enfermedad es tratarla en sus fases tempranas, cuando es menos severa, y más fácil y barata de tratar”.
El alto costo para la salud pública de la enfermedad periodontal se explica por su prevalencia y diagnósticos tardíos.
Sobre ello, el doctor Betancur asegura que “hay más personas con alguna enfermedad a las encías que alguna ECV: en Chile cerca de 9 cada 10 personas tienen una enfermedad de las encías en alguna de sus formas”.
Enorme prevalencia que responde a que “es crónica y tarda muchos años en manifestarse, no duele y sus signos no siempre son evidentes para los pacientes, quienes se preocupan cuando ven que sus dientes son más móviles, se sueltan o algún dentista dice que corre riesgo de perder un diente. Pero es el estadio final, así que normalmente consultan muy tarde”, detalla.
Fenómeno que se debe a la normalización de muchos signos de enfermedad: “las personas piensan que es normal que sangren las encías al cepillarse cuando no lo es, es una alerta de que algo está pasando”. Lo mismo con el enrojecimiento. Falta de alerta que impide la consulta, en un déficit del autocuidado que no extraña si se considera que esta afección, como varias otras, suelen darse en un contexto de malos hábitos y carencia de higiene oral que se condicen con no ir a controles periódicos.
Esto también está provocando que cada vez lleguen a edades más jóvenes las enfermedades periodontal cuya población de riesgo clásica o “normal” son personas mayores de 65 años, por procesos vinculados al envejecimiento.
Escenario preocupante, porque el diagnóstico en una persona joven no sólo significa que la patología avanzó rápido, sino que le quedan muchos años para que siga avanzando con sus deterioros si es que no se trata y la mantiene controlada. Por ejemplo, riesgo de pérdida dental infartos precoces.
El panorama podría cambiar con acciones que concienticen sobre el rol que responsabilidad y autocuidado tienen para cuidar la salud integral para promover estilos saludables, lo básico y transversal.
El médico Ervin Schumacher releva que tener una alimentación sana, variada y equilibrada, que evite productos ultraprocesados y nutrientes críticos como azúcares, sodio y grasas saturadas es esencial para cuidar la salud cardiovascular y general. También hay que evitar el consumo de sustancias nocivas como tabaco.
Y se debe incluir actividad física y la OMS recomienda mínimo 150 a 300 minutos semanales de intensidad vigorosa a moderada para un adulto sano.
No se puede olvidar el cepillado dental para prevenir la enfermedad a las encías y merma a la salud bucodental, cardiovascular y general, en lo que el dentista Daniel Betancur define “pilar fundamental de la higiene oral”. El cepillado debe ser tras cada comida y usarse hilo dental o idealmente cepillos interproximales.
Además, es esencial acudir a chequeos preventivos o de control en lo médico y odontológico, con una periodicidad que cada profesional determinará en la consulta según estado individual. Y cada vez que se detecte una anomalía en el organismo, por pequeña que sea, es preferible alertarse y consultar.