La ingesta masiva de alcohol o de comidas altas en grasas o azúcares es normal estas fechas, pero tiene riesgos como indigestión o intoxicación manifestados en cuadros de distinta intensidad y gravedad.
La comida protagoniza en Fiestas Patrias y los excesos se vuelven una preocupación, con especial foco en calorías y alzas de peso como consecuencia del festejo que este 2023 durará casi una semana.
Un riesgo que puede ser relevante en lo estético o fisiopatológico, pero no es el único de los consumos masivos de alimentos o alcohol, tampoco el más agudo ni más problemático a corto plazo: otras condiciones son motivo frecuente de malestares de diversa intensidad y visitas a urgencia en estas fechas, por lo que evitar esas situaciones para no opacar la celebración debe ser el objetivo.
Rodrigo Buhring, jefe del Magíster en Gestión de Alimentos y académico del Departamento de Salud Pública de la Facultad de Medicina de la Universidad Católica de la Santísima Concepción (Ucsc), explica que básico es saber que “el sistema digestivo está diseñado para procesar una cantidad limitada de alimentos en cierto tiempo, por lo que comer mucho y en poco tiempo puede provocar que sea incapaz de digerir adecuadamente”.
Ante ello se “genera una indigestión”, precisa el nutricionista. Se puede manifestar con hinchazón abdominal, dolor, náuseas y reflujos. De estos aclara que “entre otras causas, se producen porque se libera gran cantidad de ácidos digestivos que pueden salir del estómago y llegar al esófago, generando sensación de ardor que puede provocar daños al esófago en casos severos”.
Además, resalta que preparaciones como carne asada, choripán, empanada, dulces chilenos, mote con huesillo, terremoto y bebidas alcohólicas se unen por ser típicos de estas fiestas y por su composición alta en azúcares, sodio, grasas saturadas y calorías.
Son nutrientes críticos, sobre los que advierten los sellos en los alimentos y por razones que no sólo son el aumento de peso corporal: “el exceso de grasa saturada, sodio y azúcares puede representar un problema en sí, sobre todo en quienes tienen alguna enfermedad crónica puede generar un problema mayor”, afirma. Porque la ingesta masiva genera sobrecarga y puede asociarse a descompensaciones en condiciones como diabetes e hipertensión, cuyo control también depende de la dieta.
Y con el alcohol se puede generar una sobrecarga metabólica del hígado que degrada al alcohol y causar daño al órgano e indirectamente por los riesgos asociados al consumo elevado de alcohol como mareos, pérdida de sensibilidad motora y cambios conductuales”, destaca Buhring. Efectos que acarrean otros peligros de distintos niveles de gravedad como caídas, accidentes viales o situaciones de violencia.
Otra arista es la inocuidad de los alimentos, que su consumo no implique riesgos por contaminación con diversos agentes y descomposición que provoque una enfermedad transmitida por alimentos (ETA). Son cuadros de desarrollo rápido, incluso pocas horas tras el consumo, y pueden acarrear desde problemas de poca complejidad a requerir hospitalización por su gravedad.
“Alimentos que tienen proteína (carnes), alta cantidad de agua y los que deben ser cocinados, habitualmente enfriados y posteriormente recalentarse pueden ser riesgosos, por lo que prácticamente todos los alimentos que habitualmente se consumen en estas fechas tienen alto riesgo potencial (de descomponerse)”, asegura el académico.
Lo importante es que los problemas se pueden evitar.
Para prevenir excesos y malestares un consejo básico de Buhring es “es tener claro qué, cuántas veces y cuánto se va a comer, y según ello intentar variar, distribuir y moderar el consumo”. Ello se puede dar en función de saber la cantidad de eventos a los que se asistirá, por ejemplo.
“Hay que tratar de esperar al menos 4 horas entre una comida y otra para facilitar un buen proceso digestivo”, apunta. Y es crucial incluir vegetales en las comidas y beber suficiente agua.
En torno las intoxicaciones releva el cuidar el proceso de manipulación de alimentos y parte con comprar o consumir en sitios con resolución sanitaria, pues da garantía de vender productos en buen estado.
Además, es crucial resguardar la cadena de frío en transporte y almacenamiento, además del lavado de manos y limpieza de superficies y utensilios antes de preparar los distintos alimentos y entre cada preparación para prevenir contaminación cruzada entre los productos. La cocción adecuada, mantener las condiciones óptimas para la conservación al almacenar tras el consumo y no consumir productos expuestos condiciones de contaminación y descomposición (como la intemperie) son otras medidas básicas.
El consumo de alcohol también debe moderarse, limitando a una copa o porción de la bebida, en un consumo que debe asociarse con la responsabilidad de no conducir vehículos.
Y si los cuidados no bastaron, llama a atender la presencia e intensidad de síntomas que pueden alertar de una intoxicación para evaluar la necesidad de consultar en urgencia. Entre estos resalta el dolor estomacal y de cabeza, calambres musculares o abdominales, náuseas, vómitos y diarrea. Particularmente con la ingesta masiva de alcohol, la pérdida de consciencia es una situación que puede ser muy grave.
Especial alarma hay en adultos mayores, niños y mujeres embarazadas, grupos más vulnerables a las complicaciones del cuadro, como también deben tener agudeza quienes sufran una patología crónica de base.
La salud animal también es un tema para preocuparse durante estas Fiestas Patrias, tal como la humana, debido a que las mascotas son importantes y consideradas como integrantes de la familia para gran parte de las personas, por lo que quieren hacerles parte de los festejos.
Y si alguien cree sano o apropiado ofrecer a sus perros o gatos algún trozo o resto del asado o de las empanadas durante estas celebraciones nacionales, “bajo ningún punto de vista” es la tajante recomendación del médico veterinario Sergio Cofré, director del Hospital Clínico Veterinario de la Universidad de Concepción (UdeC) en su sede de Chillán.
Es habitual y lo recomendado por los especialistas que perros y gatos consuman su alimento especial, n pellets, y también es habitual que las personas deseen consentirles con algo distintos en el contexto de celebraciones importantes. Así que no extraña y sí preocupa que son las Fiestas Patrias una de las épocas en que “aumentan las consultas veterinarias por indigestiones, cuadros de vómitos o diarreas agudos, malestar abdominal”, advierte el académico de la Facultad de Ciencias Veterinarias.
Y ello es porque es común que tutores les entreguen y/o sobrealimenten con restos de las comidas tradicionales, como también está la posibilidad que en un descuido los animales consuman restos que están a su alcance en mesas o cayeron al piso.
La razón de la preocupación, síntomas y riesgos es que las preparaciones que hacen parte de la alimentación humana incorporan una serie de aditivos en altas concentraciones y productos que pueden ser dañinos para perros y gatos, cuyo sistema digestivo y fisiología es distinta a la humana.
Particularmente, aclara que “los aliños y cierto grupo de componentes pueden tener un rol irritativo en la mucosa gástrica y provocar transgresiones alimentarias”. Esos cuadros se asocian a los signos clínicos descritos.
Eso describe claramente a platos tan típicos de la cocina criolla como empanadas de pino, carnes asadas y longanizas. Por ende, el especialista dice que si la mascota come este tipo de productos hay riesgo de que “se genere un desbalance en su flora intestinal y se provoquen cólicos, flatulencia, vómitos y diarrea de aparición súbita”.
Esto también puede pasar con los huesos que están en distintos cortes de carne o el pollo y que de manera habitual se ofrecen a mascotas, sobre todo a perros. Y en este elemento está inherente el riesgo de accidentes a nivel de la vía aérea o intestinal como perforaciones u obstrucciones que pueden tener consecuencias de distinta severidad. En estas situaciones, advierte, se produce dolor y la urgencia de que el cuerpo sea extraído a través de procedimientos invasivos y que requieren anestesia general.
Detenerse en la cebolla y ajo, muy presentes en las recetas criollas como el pino de las empanadas, también importa. Estos vegetales están prohibidos para las mascotas, debido a que su composición contiene sustancias que al metabolizarse se vuelven tóxicas para los animales, particularmente a nivel sanguíneo.
Al respecto, Cofré aclara que los signos clínicos de las intoxicaciones se relacionan con el consumo y cantidad, por lo que no se trata de que con un pequeño trozo vaya a producirse un cuadro grave, pero eso no implique restar cuidados en torno a que no consuman estos alimentos.
Según la evidencia disponible, se ha determinado que la ingesta de una dosis de cebolla superior al 0,5% del peso del animal puede producir un cuadro de intoxicación, sea crudo o cocido el vegetal.
Así que no hay que dar a las mascotas restos de platos propios de Fiestas Patrias ni de huesos de regalo o snacks. Y es que nunca hay ofrecer comida humana a perros y gatos.
Por el contrario, Alan Labra, académico de la Facultad de Ciencias Veterinarias UdeC, enfatiza en la importancia de que no salgan de su dieta normal y mantengan la alimentación especial para prevenir cualquier malestar y riesgo de transgresión o accidentes.
En esa línea y en caso de querer consentir con un snack, existe una amplia variedad en las tiendas especializadas que se pueden adquirir y ofrecer sin riesgos. Además, los perros son omnívoros y por ello menciona como opción saludable el ofrecer vegetales como apio, zanahoria o manzana (sin ningún aditivo). En el caso de dar carnes, sostiene que no debe estar aliñada ni contener huesos.
Desde allí, comenta que es importante siempre tener el cuidado de no dejar al alcance de perros y gatos ningún tipo de comida ni alcohol. Además, llama a advertir a invitados a las celebraciones en las casas de no dar comidas a perros ni gatos. Así como no hay que olvidar de mantener siempre la atención al comportamiento de animales.