Ciencia y Sociedad

Horario de verano: razones médicas justifican su erradicación en Chile

El pasado 2 de septiembre se experimentó el cambio de hora estacional, pasando del invernal al estival. Pero, la medida que se implementa desde hace décadas genera alerta e impulsa a especialistas a advertir los efectos negativos sobre el estado de salud integral que conlleva el huso actualmente vigente en el país.

Por: Natalia Quiero 08 de Septiembre 2023
Fotografía: Contexto | CC

Por Montserrat Serra

La idea de cambiar la hora en Chile surgió por el ingeniero de Chilectra Edinson Román y fue tras una de las sequías más importantes dentro de la historia nacional, que derivó en cortes diarios de electricidad.

Su plan fue cambiar dos veces al año el horario con el fin de tener más luz durante el día y así contribuir a disminuir el consumo eléctrico. Esta propuesta fue aprobada por la Administración del Presidente Eduardo Frei Montalva, quien decretó cambiar la hora el 2 de noviembre de 1968.

Una medida que sigue siendo aplicada hasta la actualidad, sólo varía la fecha del cambio y el periodo de duración de los horarios de invierno o verano. Sin embargo, hoy no se justifica en ninguna parte del mundo: se cuenta con información suficiente para entender cómo funcionan los ritmos biológicos y saber que los cambios de hora afectan negativamente al cerebro.

Es así que especialistas recomiendan fijar una hora estándar, medida que países de la Unión Europea adoptaron en 2021 y en Latinoamérica sólo Chile y Paraguay siguen con los cambios de horario.

Trastornos asociados

En este contexto, para Chile el horario conocido como de invierno es el ideal acorde a la posición geográfica del país, porque permite tener más luz matutina, que ayuda a sincronizar nuestros ritmos biológicos y regular los ciclos hormonales y fisiológicos, afirma la doctora Carmen Gloria Betancur, psiquiatra y académica del Departamento de Psiquiatría y Salud Mental de la Facultad de Medicina de la Universidad de Concepción (UdeC).

Al respecto, aclaró que “el mejor horario es el más cercano a nuestro huso horario, que sería el -4. Es decir, el de invierno, porque nos permite realizar más actividades en el día y descansar durante la noche”.

El debate del cambio horario suele incorporar aspectos como lo perjudicial de la práctica constante de que hayan dos al año, sobre lo que la especialista explicó que “el cuerpo, generalmente, se adapta después de 1 a 2 semanas”, advirtiendo que el gran perjuicio es que “el horario de verano nos lleva a hacer más actividades de tarde o noche, lo que puede afectar nuestro sueño y llevar al desarrollo de jet lag social. A largo plazo, esto puede llevar a alteraciones anímicas, trastornos metabólicos, fallas en la memoria y desarrollo de hipertensión arterial, entre otros”.

Tema aparte en la preocupación es la asociación con trastornos del sueño. Según la última Encuesta Nacional de Salud (2017), el 63,2% de la población mayor de 15 años presenta problemas para dormir y la mayoría por insomnio. Cifras previas a la pandemia de Covid-19, cuya impacto sociosanitario empeoró el panorama, donde especialistas estiman que cerca del 70% de la población presenta dificultades para conciliar el sueño o para dormir.

Estadísticas que pueden ser impactadas por los cambios horarios. Debido a que la mayoría de la población cuenta con problemas para dormir o trastornos del sueño de base, esta modificación suele afectar más de lo que debería.

Según el doctor Sergio Juica, neurólogo de Clínica Biobío, la mayoría de los trastornos del sueño se relacionan directa o indirectamente a una mala higiene de este.

Por eso, los cambios de hora en la mayoría de los adultos sanos no deberían producir grandes alteraciones en su salud ni sueño. Sin embargo, como más de la mitad de la población no está sana en esta dimensión, sí se generan una serie de perturbaciones. Estas también son más probables o notorias para poblaciones en los extremos de la vida, niños y personas mayores.

Recomendaciones

Por sus repercusiones en la salud y la preocupación que conlleva, el cambio de horario continuará como tema de debate y especialistas esperan que se tomen medidas que aborden el problema y garanticen el equilibrio entre la necesidad de ahorrar energía y el bienestar de las personas.

Pero, mientras ello no cambie es importante reconocer cómo resguardar un buen dormir de la mano de la correcta higiene del sueño, es decir, hábitos que permiten conciliar el sueño adecuadamente para tener uno reparador que asegure el descanso.

“Es fundamental mantener horarios regulares para acostarse y levantarse, así como adecuarse rápidamente a los nuevos horarios de comida”, relevó en primer lugar la psiquiatra Carmen Gloria Betancur.

“También es importante privilegiar las actividades de la mañana. Además, oscurecer artificialmente nuestras casas temprano puede ayudar a mantener una producción de melatonina adecuada”, aconsejó.Esta es la hormona que el organismo secreta naturalmente para inducir el sueño y el proceso se activa con el estímulo de la falta de luz solar.

Otras sugerencias son evitar las pantallas al menos una hora antes de dormir, generar una rutina cada noche que incluya conductas como ponerse pijama y lavarse los dientes, y no comer de noche ni tampoco realizar ejercicios intensos antes de acostarse.

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