Ciencia y Sociedad

Autocuidado: determinante de la salud personal y pública

Mejorar la capacidad individual, familiar y comunitaria de promover el bienestar, prevenir enfermedades o afrontarlas podría cambiar una grave situación nacional, con alta carga de enfermedades no transmisibles.

Por: Natalia Quiero 29 de Julio 2023
Fotografía: Pixabay

La última Encuesta Nacional de Salud (ENS) 2016-17 tuvo alarmantes resultados para graficar la situación epidemiológica en Chile. Es que reveló que sobre 12% de las personas adultas padece diabetes, casi 28% hipertensión arterial (HTA) y más del 74% sobrepeso u obesidad. Y el Mapa Nutricional 2019 de Junaeb mostró que el exceso de peso afecta al 52% de escolares del país.

Estas condiciones son principales factores de riesgo de enfermedades cardiovasculares (ECV) y varias otras, como muchos tipos de cáncer que se relacionan con la obesidad. Y todas estas condiciones son enfermedades crónicas no transmisibles (ENT), de presencia prolongada y sin origen contagioso.

Y terrible es la multiplicidad de efectos que merman la calidad de vida y que las estadísticas globales asocian a las ENT con 50% de los fallecimientos, porque ECV y cáncer son principales causas de muerte, configurando un fenómeno que implica años de vida saludable y productiva perdidos por muerte prematura o discapacidad.

¿Lo peor? Hay clara tendencia al alza, por ejemplo la obesidad es 10% más en la más reciente ENS que la previa. Nada indica que ha sido distinto estos años con la pandemia de Covid-19, necesidad de confinamiento y gran impacto sociosanitario mediante. Al contrario, a la luz de evidencias científicas y clínica de profesionales de la salud como la doctora Alejandra Ortega, médica internista y salubrista especializada en obesidad y diabetes, actualmente jefa del Servicio Médico-Quirúrgico de Clínica Biobío de Concepción.

¿Lo mejor? Mirando del presente al futuro con cambio en la trayectoria, la mayoría de los casos de ENT y sus impactos se pueden evitar o retrasar al fomentar estilos de vida saludable, relevó.

Autocuidarse

Porque afirmó que las propias conductas influyen sobre el estado de salud, pudiendo actuar como factor de riesgo o protector. Y para que prime la protección y la salud debe primar el autocuidado.

Autocuidado es un concepto que cobró protagonismo con la Covid-19 en relación con medidas de prevención de contagio como usar mascarilla y lavar manos o para mitigar efectos psicosociales de los cambios de vida. Pero, debe trascender al tiempo y afección, porque la médica le destacó como acción y decisión de una importancia vital que cada 24 de julio se releva con un día internacional para promover la inclusión del autocuidado como sustento de los estilos de vida para que sean saludables.

La doctora Ortega explicó que la Organización Mundial de la Salud (OMS) define al autocuidado como “capacidad de individuos, familias y comunidades para promover la salud, prevenir enfermedades, mantener la salud y hacer frente a las enfermedades y discapacidad con o sin el apoyo de un proveedor de atención médica”.

Entonces, para autocuidarse es importante saber que la OMS dice que “salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”.
Porque aclaró que la salud es un fenómeno biopsicosocial; es decir, tan biológico como psicológico y social, por lo que inciden multiplicidad factores internos y ambientales.

Y la facultativa enfatizó que es indivisible del autocuidado: “en el proceso influyen factores y hábitos personales como nutrición, higiene, actividad física, consumo de sustancias tóxicas y automedicación; también las condiciones de vida y variables sociales, económicas y culturales”.

Poder de la conducta activa

Pero, más allá de los contextos y circunstancias, la mayor condicionante, la clave del cambio, debe estar en la consciencia y acción de empoderamiento y responsabilidad de cada individuo, familia y comunidad. Porque la doctora Alejandra Ortega manifestó que “el autocuidado implica una conducta activa, no una pasiva esperando que algo llegue: si tengo la capacidad de actuar frente a ciertas cosas, permitirá retrasar o que no aparezca una condición o enfermedad”.

De hecho, tan determinante puede llegar a ser el consciente y activo autocuidado como pilar de los hábitos saludables, que la médica resaltó que sus impactos positivos como factores protectores podrían pelear contra el peso de factores de riesgo inevitables para la predisposición a desarrollar una patología como la genética, edad o sexo biológico.

El poder de las conductas de autocuidado también contribuye a controlar manifestaciones y/o avances de afecciones como las ENT, y los estilos de vida sana son parte de sus tratamientos.

En efecto, autocuidado influye a nivel de salud personal y pública, todos ganan desde la acción particular o íntima: “si tengo más salud y menos enfermedades tengo menor gasto personal, también gasta menos el sistema de salud”, sostuvo Ortega.

 

Educar: la clave para entregar el poder cuidar la propia salud

La realidad hace patente que, a nivel general, el autocuidado es más bien débil o inexistente en la población. Lo que prevalece son las conductas nocivas y desde etapas tempranas con su daño a la salud que se acumula en el tiempo mientras el estilo de riesgo se mantiene. Mientras, la doctora Alejandra Ortega es una convencida de que si se robusteciera y predominara el autocuidado se mejoraría la salud individual y colectiva, cambiaría la situación epidemiológica, se beneficiaría toda la sociedad.

Y es que lo terriblemente irónico es que advirtió que en los factores de riesgo modificables, vinculados con los hábitos, están los mayores enemigos de la salud contemporánea. Por eso es una necesidad promover estilos de vida saludable basados en el autocuidado, en aras a incrementar los factores protectores y prevenir, reducir o combatir los de riesgo y así la carga de las ENT.

Algo que idealmente se debe fomentar desde la infancia y adolescencia para que se cimenten hábitos que queden a lo largo del ciclo vital, pero también el llamado es a modificar sin importar la edad, porque nunca es tarde y siempre trae beneficios.

Hábitos nocivos

Alejandra Ortega relevó que la alimentación y nutrición es un pilar del autocuidado y determina el estado de salud para bien o mal. Lo segundo aplica más a la realidad, porque en este ámbito está uno de los principales problemas y lo demuestran las tasas de ENT que tienen directo vínculo con la mala calidad y la excesiva cantidad de los productos que integran la dieta.

Las Guías Alimentarias Basadas en Alimentos (GABA) recomiendan seguir una alimentación variada y balanceada en la inclusión adecuada de distintos grupos de alimentos, preferentemente de origen natural y comidas caseras. Hay indicaciones específicas de consumir cinco porciones de frutas y verduras al día, incorporar pescados y legumbres al menos dos veces a la semana, y beber 6 a 8 vasos diarios de agua.

Sin embargo, la ENS mostró que sólo 15% de la población consume suficientes frutas y verduras, y sólo 23% cumple las recomendaciones en las leguminosas, por ejemplo. Los hábitos alimentarios más comunes se basan en la ingesta y en exceso son productos procesados y ultra procesados o comidas chatarras que son los que se deben evitar por su alto contenido en nutrientes críticos que advierten los sellos de los empaques como azúcares y grasas saturadas.

Otra grave problemática que mencionó la médica es que “la mayoría de la población, más del 80%, es sedentaria”, como indicó la ENS. Es decir, no realiza la cantidad de actividad física necesaria para contribuir a su salud, que según la OMS para un adulto sano deben ser mínimo de 150 a 300 minutos semanales de intensidad vigorosa a moderada para tener efectos positivos. La actividad física se he llegado a definir “polipíldora” por sus variados grandes beneficios a nivel de salud física y mental, ayudando a prevenir o controlar las ENS, el estrés y la depresión.

El consumo de sustancias tóxicas como cigarro, alcohol y drogas”, mencionó la doctora Ortega como otra conducta enemiga del autocuidado y la salud que son prevalentes en la población, relacionándose con las ENT, entre otras afecciones y riesgos al bienestar.

Otras acciones

Así, abordar los aspectos mencionados, evitar las conductas nocivas y promover las saludables recomendadas, es esencial para mejorar la salud de la población.

Eso no implica olvidar que hay una serie de otras conductas que determinan el autocuidado, que la médica dijo que parten por la higiene personal y llegan a la atención de cualquier señal que indique un eventual problema de salud para afrontar rápido.

En este contexto, responsabilidad, autocuidado y estilo de vida saludable es acudir de manera periódica a chequeos médicos según las necesidades particulares que pueden variar según sexo, edad o antecedentes de salud y patológicos personales y familiares. En estas instancias se evalúa el estado de salud, identifica o controla factores de riesgo, y sospecha o pesquisa una afección o complicación a tiempo, que es clave para mejor pronóstico.

Aunque también hay falencias en esta materia, por las cifras epidemiológicas. De hecho, un informe publicado en 2019 por el Observatorio Ciudadano junto al Ministerio de Salud reveló que sólo 13% de las mujeres de 20 a 65 años de edad inscritas en Fonasa se hicieron exámenes preventivos gratuitos, mientras fue 16% de los hombres.

Reducir los niveles de estrés de la vida diaria es otra clave del autocuidado, donde hay consejos como delimitar bien los horarios para distintas tareas y resguardar espacios para las relaciones afectivas/sociales y el ocio o descanso, aunque el ajetreado ritmo y alta carga de responsabilidad con que suelen lidiar las personas no aporta demasiado.

Dar herramientas

Brechas de acceso a herramientas y espacios para efectivamente integrar el autocuidado y llevar estilos de vida saludable donde está uno de los peores problemas.

Por ejemplo, estudios en torno a la Ley de Etiquetado de Alimentos en Chile indican que parte importante de los consumidores no comprenden bien la información nutricional de los productos. Y así puede haber desconocimiento en síntomas de alerta o prestaciones disponibles, entre otras materias.

Es así que para la doctora Alejandra Ortega el trabajo más desafiante e importante en el que hay que avanzar “es la educación a la población”. Esto se debe hacer desde la infancia hacia la adultez y en diversos espacios e instancias para entregar a las personas los diversos conocimientos disponibles que permitan “promover la salud y prevenir enfermedades”, cerró.

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