Ciencia y Sociedad

INIA: la institución pública que busca proyectar y asegurar la producción de alimentos

El suelo es el vital sustento de ecosistemas naturales y agrícolas que proveen recursos que son medios de subsistencia. Pero, el enfoque de sustentabilidad es clave para cuidar su capacidad productiva en un planeta en crisis ambientales que genera impactos y retos locales que esta entidad pionera aborda desde la I+D+i.

Por: Natalia Quiero 09 de Julio 2023
Fotografía: INIA Quilamapu

“La tierra productiva es nuestra base, porque cada cosa que nosotros hacemos comienza y se mantiene con la sostenida productividad de nuestras tierras agrícolas” es una reflexión que se le atribuye a Hugh Hammond, científico estadounidense que dedicó su vida a demostrar lo vital del cuidado del suelo y su esencial papel como sustento en términos alimentarios, económicos, sociales, ambientales y vitales.

Tan crucial fue su aporte que se considera “Padre de la conservación del suelo” y para honrarlo es que cada 7 de julio, cuando falleció en 1960, se celebra el Día Internacional de la Conservación del Suelo para concientizar en la población la trascendencia de la tierra y de resguardar su capacidad productiva para la subsistencia y bienestar.

Han pasado varias décadas, la efeméride se celebra desde 1963, pero su sentido de urgencia es patente hoy de cara al mañana por las crisis ambientales que afectan al planeta, su biodiversidad y suelos de distinto tipo que sostienen ecosistemas naturales y agropecuarios.

Es el caso del desafiante cambio climático, fenómeno global de manifestaciones locales, Chile es uno de los 10 países más vulnerables a sus impactos y está alterando las condiciones ambientales en distintos territorios, con diversas repercusiones en cultivos y sociales.

Pero, en Chile también hay un trabajo con varias décadas de trayectoria que mira al horizonte de cuidar la tierra y su productividad que lleva una pionera institución pública: el Instituto Nacional de Investigaciones Agropecuarias (INIA).

Y el contexto de la conmemoración es ideal para conocer su quehacer de 58 años que aborda retos para encaminarse de la mejor forma a un futuro cada vez más presente.

Es que “INIA es el encargado de asegurar y proyectar la alimentación en Chile”, aseveró Marcelo Claret, director regional del INIA Quilamapu, instituto que se inauguró en los ’70 con sede en Chillán para hacerse cargo de las regiones de Ñuble y Biobío.

Del presente para el futuro

La razón es que el INIA, con 10 institutos en distintas regiones, está al alero del Ministerio de Agricultura y se dedica a la investigación, desarrollo e innovación (I+D+i) agrícola. Y destacó que un principal foco es estudiar hoy para determinar escenarios en que los alimentos se producirán en el mediano y largo plazo, y los principales desafíos agrícolas que podrían interferir con la prosperidad de la agricultura.

En temas clave del trabajo que realizan equipos de múltiples disciplinas nombró analizar condiciones de climas extremos, mejoramiento genético de especies de valor comercial, control biológico de plagas y enfermedades, y producción sustentable.

El gran objetivo es crear soluciones pertinentes a los territorios para modernizar y mejorar la agricultura, con enfoque en promover su sustentabilidad y sostenibilidad. Eso es promover el bienestar del suelo, así de la naturaleza y la sociedad.

Porque “un rol principal del INIA es la transferencia de los conocimientos generados a los agricultores para que puedan incorporarlos en sus campos y cultivos”, aseguró.

Impacto social

El del INIA es un trabajo de gran impacto socioeconómico.

Variedad de cereales, frutas y verduras se cultivan a distintas escalas en las tierras de distintas localidades desde el norte, siendo agricultura con la ganadería de las principales actividades económicas en la zona centro sur.

Los productos agrícolas se comercian en el extranjero e internamente, siendo medios de subsistencia económica y desarrollo para miles de familias y cientos de comunidades, y sustento de la alimentación saludable.

Según las Guías Alimentarias una dieta sana se caracteriza por la inclusión generosa de alimentos de origen natural y comidas caseras, con 5 porciones diarias de frutas y verduras de distintos colores, además del consumo diario de cereales, entre otras recomendaciones.

Y hay muchos productos agrícolas que son alimentos patrimoniales. A nivel local, por ejemplo, están la frutilla para la zona de Contulmo o la papa de Cañete.

Por todo es que Claret aseguró que “el INIA es una institución sin fines de lucro estratégica para Chile, porque le permite abordar problemas agrícolas existentes y proyectar desafíos del futuro, y participar desde lo técnico en aspectos de seguridad y soberanía alimentaria”.

“Es importante que nuestro país vaya ganando en soberanía alimentaria”

En septiembre de 2018 se constituyó la Región de Ñuble, cuyo territorio era una provincia de la del Biobío y se consideraba principal polo agrícola regional, lo que explica que en su capital Chillán se estableciera el INIA Quilamapu.

Con la separación de las regiones se decidió que el instituto tuviera un trabajo birregional, que ha avanzado por la Región del Biobío y en mayo se inauguró en Cañete la primera Oficina Técnica. Hito que para el director regional del INIA, Marcelo Claret, se concibe como punto de partida para llegar con más fuerza de lo históricamente ha sido a la región, porque falta llegar a las provincias de Concepción y del Biobío.

El trabajo regional ha sido, justo, en la zona de Arauco y elegir Cañete se basa en que “los primeros proyectos realizados han tenido como centro de operaciones esa ciudad, que tiene un componente agrícola más fuerte que otras de la provincia de Arauco”.

Lo ancestral y el INIA

Lo que más destacó es que “el papel de Cañete es relevante en la provincia, con presencia importante de agricultura, tecnologías y comunidades indígenas que tienen gran relevancia en el resguardo de semillas ancestrales”. Una labor a cargo de mujeres mapuche con quienes han trabajado para dar apoyo técnico y han traspasado semillas que el INIA tenía a resguardo como la quinoa roja, contó.

El vínculo se fortalecerá con la Oficina Técnica, como también el foco en la agricultura familiar campesina que es importante en la provincia. Gran interés es compartir y compatibilizar conocimientos y técnicas generados por INIA con saberes ancestrales y locales de comunidades que por siglos se han dedicado a cultivar la tierra desde una cosmovisión de respeto y valoración a la naturaleza con sus recursos y ciclos.

Como busca el desarrollo sustentable y sostenible.

En este sentido, Claret resaltó que “la Oficina Técnica de INIA en Cañete permitirá tener una visión permanente de las problemáticas agrícolas de la zona que mediante proyectos de investigación podremos enfrentar”.

Producción de papas, legumbres, hortalizas y ganaderías son los grandes focos de la I+D+i e transferencia que desde el INIA han realizado en la provincia de Arauco.

Uno de los trabajos de alto impacto que realizaron y resaltó es “un proyecto respaldado por el Gobierno Regional del Biobío, con apoyo de SAG e INDAP que permitió capacitar y certificar a pequeños productores en la generación de semillas de papa, que les significó cuadriplicar sus ingresos”.

En el presente relevó la ejecución de un proyecto de transferencia tecnológica y extensión que apunta a incrementar la productividad y al encadenamiento de productos agrícolas que respeta la diversidad e identidad de productores y asegura su acceso a insumos tecnológicos que de otra manera estarían muy lejanos.

Añadió “la firma reciente de un convenio con el Museo Mapuche de Cañete con quienes esperamos tener una gira a Vicuña donde se encuentra el Banco Nacional de Semillas de INIA y también viajarían las señoras de la huerta mapuche para que conozcan nuestra experiencia en la conservación de semillas”.

Grandes desafíos

En un contexto más amplio Marcelo Claret que “nuestra responsabilidad principal es modernizar las prácticas agrícolas de los productores de las regiones de Ñuble y Biobío, y ofrecerles nuevas visiones frente a problemas o crisis que se presentan”.

La problemática socioambiental más relevante es el cambio climático que está teniendo una manifestación en la generación de eventos extremos que los estudios predicen que aumentarán en intensidad y frecuencia. Su efecto altera las condiciones ambientales consideradas normales, pudiendo afectar la productividad de suelos y a cultivos que se comercian y alimentan.

En la zona centro sur ha sido un incremento en las temperaturas promedio y el descenso de las precipitaciones con una megasequía que partió en 2010 y ha conducido a escasez hídrica que se se cronifica. Aunque, recientemente fue el turno de lluvias excesivas que produjeron aluviones y crecidas en caudales de ríos que inundaron localidades entre Valparaíso al Biobío, provocando graves daños y miles de damnificados.

Ante ello, el director sostuvo que un gran reto es “ver con qué cultivos vamos a alimentar a la población en las próximas décadas”. Para ello hay que evaluar las condiciones de los territorios, la capacidad del suelo y comportamiento de cultivos.

No es una preocupación menor, porque advirtió que el cambio climático convive con otros fenómenos como el incremento de la población en un mundo que en 2022 sobrepasó el número crítico de 8 mil millones de habitantes. Y añadió nuevos escenarios de pandemias y crisis sociosanitarias como la que produjo la Covid-19 por más de dos años o conflictos sociales y bélicos que pueden bloquear el tránsito de alimentos y de otros insumos vitales.

Por ello “es importante que países como Chile vayan ganando en soberanía alimentaria y garantizando inocuidad, y vayamos siendo autosuficientes, propiciando nuestros cultivos”, aseveró.

Lo importante es que hay oportunidades de hacer frente a los retos del presente para el futuro. En el caso del INIA como institución para brindar beneficios a Chile aseguró que “la principal fortaleza es el conocimiento agronómico con que se cuenta, lo que nos permite abordar de manera integral los problemas que la agricultura va teniendo”.

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