Día del Océano: oportunidad de promover a la dieta azul

09 de Junio 2023 | Publicado por: Natalia Quiero
Fotografía: CC

Hoy se celebra la efeméride que impulsa la ONU para relevar el vital rol del mar para el planeta y humanidad, como ser una fuente de recursos que sustenta una alimentación saludable y sostenible. Dos conceptos que son sinónimo de los mayores retos de hoy y el futuro para el bienestar de la humanidad y el planeta.

Celebrar el importante rol que cumple para el planeta es lo que busca el Día Mundial del Océano, que la Organización de Naciones Unidas (ONU) declaró para cada 8 de junio.

Tan importante que es vital.

Porque ocupa las tres cuartas partes de la Tierra, alberga la mayor cantidad de biodiversidad de la Tierra en su gran diversidad de ecosistemas, con miles de especies de flora y fauna; es un pulmón del planeta gracias a organismos que producen cerca del 50% del oxígeno que se respira y absorben dióxido de carbono, uno de los gases responsables del calentamiento global que acelera al cambio climático; es gran fuente de desarrollo y subsistencia de millones de personas al brindar recursos naturales que sustentan actividades económicas relevantes como pesquería y dietas. 

Un papel de potencial enorme en el presente y más de cara al futuro, que en una fecha como hoy se hace más que propicio abordar y relevar.

Y es que “los alimentos acuáticos responden a una alimentación saludable y sostenible, por lo que deben ser parte de la dieta normal de una persona durante las trayectorias vitales”, asevera la nutricionista Claudia Troncoso, académica de la Facultad de Medicina de la Universidad Católica de la Santísima Concepción e integrante del Grupo Elhoc.

La dieta azul

Significa que los recursos alimentarios del mar se destacan por varias cualidades. Por eso la ONU promueve priorizar la “dieta azul” como clave para mejorar la nutrición y salud de la población en que prevalecen hábitos nocivos y enfermedades no transmisibles de peligro letal como obesidad y patologías cardiovasculares, como también para reducir las emisiones de carbono para un desarrollo sostenible. Es el mayor reto global e insta a alcanzarlo en 2030 a través del logro de 17 objetivos que asegurarán la prosperidad de la humanidad y el planeta, en peligro por crisis ambientales como de biodiversidad y climática.

En este sentido, la docente resalta el aporte nutricional de los alimentos acuáticos como gran grupo alimentario, hay diferencias entre distintos tipos, que en general se caracterizan por su proteína de alto valor biológico. Un informe de la FAO del 2022 reveló que representaron el 7% de la ingesta proteica mundial.

Además, asevera que son rica fuente de vitaminas, minerales y ácidos grasos esenciales.

Y la nutricionista enfatiza que la composición nutricional azul cumple diversas funciones y tiene propiedades que contribuyen con importantes beneficios a la salud toda la vida, como protección orgánica y prevención de patologías.

Además, los productos del mar generan un impacto climático bajo versus el alto de la producción de carnes provenientes de la ganadería, siendo las principales de vacuno, cerdo y pollo. También tienen mayor aporte de grasas saturadas y colesterol que tanto interfieren en el desarrollo de graves problemas de salud pública actual.

En efecto, Claudia Troncoso plantea que la dieta azul “fortalece la seguridad alimentaria y los sistemas alimentarios más accesibles a la población en general y amigables con el medioambiente”.

Nuestra realidad

Chile tiene mucho que decir al respecto, con más de 6 mil kilómetros de costa en línea recta de norte a sur y un maritorio en el Pacífico tres veces el territorio: es una de las naciones más productivas si de recursos marinos se trata, potencia mundial en pesquería y en actividades acuícolas que generan productos de alto valor a nivel internacional.

Pero, hay un problema grande e irónico, dada nuestras condiciones: “existe una clara falencia en el consumo de productos del mar”, advierte Pilar Benítez, nutricionista del Centro de Vida Saludable de la Universidad de Concepción (UdeC).

Según datos de Subpesca, en 2020 el consumo de estos alimentos fue cercano a 15 kilos por persona al año; más que los 13 de 2013, pero menos que los 20 per cápita que son promedio mundial.

Para profundizar, la profesional precisa que “según la Encuesta Nacional de Salud 2016-2017, en promedio 1 de cada 10 chilenos consume pescados o mariscos dos veces por semana, lo que recomienda la Organización Mundial de la Salud”. El mismo informe que reveló el preocupante estado de salud de la población, con altas tasas de obesidad, diabetes e hipertensión y de enfermedades cardiovasculares, principal causa de muerte.

También releva que “otra falencia es la existencia de una pesca extractiva ilegal o negra que carece de certificados de inocuidad o trazabilidad, amenazando la salud de la población y que ha generado una preocupación en asegurar una pesca sostenible”.

Estas actividades se relacionan con la sobreexplotación de recursos, problema grave a nivel nacional e internacional, porque pone el acento en que “el mar no es una fuente inagotable de recursos”, como se creía antes. Y no se puede obviar como reto en pos del desarrollo sostenible, dice, y de cara al de incrementar el consumo en pos de una dieta saludable.

 

Pescados, mariscos y algas para la dieta saludable y sostenible

Incluir productos del mar dos veces por semana es la recomendación general de las guías alimentarias para promover una alimentación saludable, dada su composición química y aportes nutritivos.

La nutricionista Pilar Benítez de la UdeC explica que los productos marinos se pueden dividir en tres grandes grupos: pescados, mariscos y algas. Cada uno tiene subclasificaciones según distintos criterios, como contenido de grasa en pescados que genera que haya grasos o azules y magros o blancos.

Sobre ello, aclara que el valor dietético está en la diferencia del perfil lipídico de peces en comparación a carne de vacuno, cerdo y pollo. “Los peces contienen menor proporción de ácidos grasos saturados que se conocen como ‘grasas malas’; y mayor de ácidos grasos monoinsaturados y poliinsaturados conocidos como ‘grasas buenas’”. En ello releva a los aceites omega 3, dentro de los esenciales porque la única forma de obtenerlos es mediante la alimentación.

Además son fuente significativa de proteínas de alto valor biológico y digestibilidad, vitaminas y minerales. Dentro de las vitaminas destacan las del grupo B, A, D y E; y en los minerales el hierro, zinc, selenio, yodo, calcio y fósforo”, precisa.

Desde allí, añade que “en general, el aporte de los mariscos es similar a la de pescados magros”.

Para las algas, la profesional destaca que por su composición son buena fuente de nutrientes como proteínas, vitaminas, minerales y fibra dietética, además de tener actividad antioxidante y antiinflamatoria.

La especialista se detiene en que “el ácido graso DHA y EPA, las vitaminas D y B12, y el yodo y selenio han demostrado efectos sobre el perfil lipídico, presión arterial y proceso inflamatorio, siendo eficaces en el tratamiento y prevención de varias enfermedades como las cardiovasculares, neurodegenerativas, cáncer, enfermedad inflamatoria intestinal, artritis reumatoidea y respiratorias”.

Además, la ingesta de los ácidos grasos poliinsaturados de los productos del mar en la edad adulta joven está inversamente asociada con la incidencia de síndrome metabólico”, asegura.

También pone el acento en que estos aportes, que se dan toda la vida, tienen aún más valor en etapas críticas del desarrollo como el embarazo o infancia, porque sostiene que “favorecen el desarrollo óptimo del cerebro y sistema nervioso de niños”.

Ciencia para promover

Ahí hay razones para promover la inclusión de alimentos marinos, para lo que se han establecido distintas iniciativas. En ello se enmarca el proyecto de la doctora Sandra Ferrada, investigadora del Laboratorio de Genética y Acuicultura del Departamento de Oceanografía UdeC, y financia el Fondo de Investigación Pesquera y Acuicultura (Fipa) del Ministerio de Economía.

Para ello su trabajo tiene el objetivo de actualizar la información sobre composición química y propiedades nutricionales de especies de alto valor. Entre estos se destaca peces como reineta, sierra, sardina común, merluza del sur, jurel, salmón del Atlántico y dorado; mariscos como macha, chorito y jaiba marmola; y algas como lechuga de mar, pelillo, cochayuyo y huiro.

El estudio primero se centra en caracterizar los recursos a nivel de macro y micronutrientes para conocer la presencia de proteínas, ácidos grasos, carbohidratos, vitaminas y minerales. La doctora Ferrada cuenta que con la información se construirán materiales para informar y educar a la comunidad como cartillas y cápsulas para redes sociales.

Además, el proyecto proveerá información al capítulo chileno de Latinfoods (Red Latinoamericana de Composición de Alimentos), parte de la FAO. Latinfoods es el centro regional de la Red Internacional de Sistemas de Datos de Alimentos (Infoods). “Allí cualquier persona puede acceder a la base de datos y tener toda la información nutricional de los alimentos”, asegura la científica.

Sobre el propósito, reconoce que espera que se logre al dar información nutricional que lleve a elegir adecuadamente los alimentos como también concientizar que existen aspectos vinculados con la sostenibilidad de los recursos marinos como tiempos de veda para resguardar su reproducción y desarrollo, o tallas mínimas de captura.

Son elementos que, enfatiza, deben ser respetados por quienes extraen los recursos como por consumidores. “Son pequeñas acciones que van sumando para que el recurso sobreviva en el tiempo, porque hay mucha gente que vive a partir de ese recurso y porque necesitamos tenerlo para poder suplir ciertos aspectos de nuestra de nuestra dieta”.

Consumo saludable

La académica Ucsc Claudia Troncoso releva que no cualquier consumo es saludable, hay preparaciones que logran esconder los aportes nutritivos.

Es el caso de los alimentos procesados o enlatados, con alto contenido de sodio, o las frituras que llama a evitar porque tienen nocivas grasas saturadas. Mientras, llama a preferir alimentos marinos frescos y cocinados al vapor, horno o cocido al menos por 5 minutos.

El limón no es un método de cocción, sólo modifica el sabor del alimento”, enfatiza. Y también que no se deben comer estos alimentos crudos y hay que cuidar al manipular, cocinar y almacenar por el riesgo de descomposición y contaminación cruzada. Sobre ello, destaca que el consumo de pescados y mariscos en mal estado, que son altamente perecibles, “puede provocar enfermedades gastrointestinales o intoxicaciones que impliquen riesgos para grupos más vulnerables como niños o personas mayores”.

Como otro aspecto que considera relevante de abordar para la promoción del consumo responsable de alimentos marinos y de conductas alimentarias saludables en general, es que la investigadora resalta que las preferencias y hábitos son de influencia multifactorial e incide el peso de variables biopsicosociales, como los gustos, condición de salud, los contextos socioculturales y poder adquisitivo, entre otros.

Condiciones en los que se debe indagar, comprender y considerar para elaborar las mejores estrategias de promoción de una alimentación saludable en general y de la dieta azul en particular, tanto en lo que son los abordajes individuales como en materia de salud pública.