Conocer las regiones de la Macrozona Centro Sur ha permitido saber de realidades y potencialidades de las que la científica no tenía noción completa, hasta que llegó al cargo en el que cumplió su primer año, con un quehacer enfocado en abordar retos como impulsar a la I+D como motor del bienestar social y del progreso.
“Hay hartas iniciativas desde el Ministerio que son parte de las luchas que hemos tenido dentro de las universidades y es una oportunidad para colaborar en ello”, afirmaba Sofía Valenzuela hace un año, era para expresar cómo asumía una nueva responsabilidad: ser seremi de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación (CTCI) en la Macrozona Centro Sur, que abarca desde O’Higgins al Biobío.
Era su primera entrevista con Diario Concepción sobre su primer cargo público, que inició el 18 de abril de 2022. La conversación fue en la oficina que mira al centro cívico penquista desde las alturas para proyectar los primeros objetivos de su rol, desde donde ahora evalúa su primer año.
Descentralizar, reducir brechas de género, democratizar, poner en valor la CTCI en la Región del Biobío, la Macrozona y Chile. Son las luchas de las que se hizo parte en la academia donde trabajó más de 20 años y cuya carrera hizo primordialmente en la Universidad de Concepción (UdeC), y los retos cuyo abordaje ha tenido que liderar a cargo de la cartera más joven.
Sofía Valenzuela pasó al sector público-político directo desde la investigación y docencia, y con un año superado, recorriendo comunas de cuatro regiones, define su quehacer como “un desafío”, pero “interesante y gratificante”.
Porque destaca que “ha sido interesante ir conociendo a los distintos actores y actrices presentes en cada una de las cuatro regiones, porque en todas hay ecosistemas de CTCI distintos”, y que este conocimiento le permite saber que en la Macrozona “hay investigación y desarrollo (I+D) en todas las áreas del conocimiento y distintos sectores”.
Es una fortaleza, de la que no tenía real noción al estar abocada a la biotecnología. Como sabe que pasa a colegas de su área u otras, y más a quien está fuera del mundo de la ciencia. “Muchas veces, estando en la academia crees que conoces todo lo que se hace, pero al salir de ahí o el nicho y conocer a otros actores te das cuenta de que desconoces todos los avances que tienen las distintas universidades y centros de investigación”, manifiesta. “Ha sido súper bonito salir de mi área y darme cuenta que hay investigación interesante en las ciencias sociales, artes, humanidades e ingeniería o que el sector privado realiza investigación y que en las regiones hay empresas pequeñas que hacen investigación de alto impacto”.
“Hay harto talento y potencial. Se hace ciencia de muy buen nivel y reconocida internacionalmente”, asegura sobre una zona con gran cantidad de universidades, especialmente en el Gran Concepción como ciudad universitaria, con diversos centros de investigación y laboratorios. Porque es la academia el principal núcleo de desarrollo de ciencia en Chile.
Conocimiento clave para su papel y el Ministerio, y sobre todo para la región y país: “puedes saber que hay necesidades en las distintas comunas que vas recorriendo y también que hay soluciones que están en la academia y el sistema de CTCI”.
De hecho, avanzar en un nuevo modelo de desarrollo que se basa en ciencia y conocimiento como primordial motor del progreso en Chile, que ve al desarrollo más allá del crecimiento económico y aspira al bienestar social integral e I+D está al servicio, es un desafío comprometido por el actual gobierno.
Y Valenzuela releva que avanzar en cómo los integrantes del sistema de CTCI se vinculan y aportan a resolver problemas locales, a la calidad de vida y desarrollo es gran foco del trabajo del Ministerio y Seremías. Tarea fundamental de su primer año ha sido conocer las potencialidades y necesidades de las cuatro regiones. Algo que ha incluido relacionarse y articular a esos valiosos sistemas locales, pero también a municipios y otras entidades públicas o comunidades.
“Un desafío ha sido dar a conocer el rol de Ministerio en las distintas comunas. En nuestra macrozona tenemos 117 y nos hemos reunido con alcaldes y alcaldesas de más de 40”, precisa. Y ha podido evidenciar que había lugares donde no se conocía el quehacer del Ministerio, incluso donde no se sabía que existía, muy probablemente por su instalación que partió en pleno estallido social y cuyos dos primeros años se dieron con restricciones de la Covid-19 que acaparó la atención, incluyendo en I+D y fondos.
Un año después sabe que se ha visibilizado el quehacer del Ministerio, está cada vez más consolidado su rol y han aumentado las acciones en distintas comunas para contribuir a afrontar localmente los retos en torno a la I+D y para que con I+D se afronten los retos locales.
Las luchas de científicos y científicas en Chile que le son propias a Sofía Valenzuela siguen trazando el camino del Ministerio. Y la mayoría se enmarcan en retos mayores, porque son problemáticas presentes en distintos ámbitos y en la I+D hay una manifestación.
Caso de la necesidad de descentralizar. Porque Chile es centralista, donde la mayoría de los recursos y decisiones relevantes se concentran en Santiago. Luego, hay una versión local que favorece a las capitales y grandes urbes regionales.
En lo científico, la seremi menciona situaciones como que las capacidades, talentos y fondos se concentran en Santiago. A nivel local dice que “si nos centramos en la Región del Biobío, hay mucha investigación en Concepción, pero en el resto de las comunas poquita”.
Para cambiar esto dice que ha sido importante “buscar oportunidades de realizar actividades en comunas distintas a las capitales regionales”.
Otro punto que aborda es que “la I+D, talento y capacidades están altamente concentradas en Concepción”, dentro de la Región del Biobío y que “la Región del Biobío es la que captura la mayor cantidad de recursos en la Macrozona, seguida por Maule, O’Higgins y Ñuble”.
Entonces, desafíos en los que se detiene son “buscar mecanismos para ir desconcentrando y que el ecosistema que tenemos en Concepción se vaya repitiendo en otras provincias, al menos en las capitales provinciales” y “tener mayor inversión de parte del Ministerio a través de proyectos, sobre todo en O’Higgins y Ñuble, dos regiones especiales porque Ñuble es nueva y O’Higgins recién tiene una universidad hace 7 años”.
Para ello, la Seremía ha establecido un trabajo con los gobiernos regionales a través de comités para que cada región defina ámbitos de acción prioritarios.
Avances en descentralización no pueden desvincularse del reto de “democratizar el conocimiento, que la ciencia llegue a todos los rincones de nuestro país”, que también menciona. “El desafío es que toda la ciencia que se hace en las universidades y todo ese conocimiento llegue a cada comuna y a toda persona, desde la infancia, de manera sencilla y entretenida”, asevera.
El conocimiento es poder, es clave para tener opiniones más fundadas y decidir mejor, es la base del pensamiento crítico y la resolución de problemas. De ahí que democratizar su acceso es una forma de contribuir a la educación y cultura en la población. Además, son acciones fundamentales para que haya comprensión y valoración de la ciencia e investigación, lo que a su vez permitirá avanzar de manera más certera en el nuevo modelo de desarrollo. Y mientras antes se llegue, en la infancia, antes el desarrollo de la valoración, educación y habilidades.
Reducir las diferencias de género es otra necesidad grande, porque estas se dan en distintos aspectos, parten por estereotipos relacionados con las capacidades o roles femeninos y masculinos y también por dificultades para avanzar en postgrados y carrera académica por situaciones como la maternidad.
La primera que advierte es la menor participación de mujeres: “quedamos pegados en la proporción 70% hombres y 30% mujeres”, lamenta Sofía Valenzuela. Debería ser 50%-50%. Otra brecha es que las mujeres ocupan menos cargos de liderazgo en proyectos o academia.
Para dar solución desde el Ministerio han trabajado acciones como la política de género en CTCI, incentivos en postulaciones a fondos, los proyectos de Innovación en Educación Superior (INES) en Género (hay en varias universidades de la Región y Macrozona), o la adjudicación paritaria de las Becas Nacionales de Magíster y Doctorado 2023. “Se habla de paridad y equidad, pero hay que practicarle. Estamos viendo en qué otros instrumentos podemos aplicarla”, sostiene.
A nivel local, la Seremía ha impulsado iniciativas como mesas de género en las cuatro regiones junto a la Seremi de la Mujer y Equidad de Género “La idea es identificar brechas regionales, porque hay unas a nivel nacional y otras locales”, dice.
Para visibilizar el rol de la mujer e incentivar la participación se organizó un reconocimiento a mujeres investigadoras jóvenes en las cuatro regiones junto al Centro Fondap Crhiam de la UdeC.
Además, Valenzuela releva acciones a nivel escolar para acercar la ciencia a niñas y niños, y desde la infancia sepan que pueden desarrollarse en el área si lo quieren y as capacidades no dependen del género. “No se trata de que sólo cambie la cultura en las universidades, sino que desde pequeñas las niñas sepan que son buenas en todo y no se den los sesgos que ocurren”, manifiesta.
Otra misión en la que han trabajado y seguirán es la articulación y alianzas del sistema de I+D dentro de las ciudades, regiones y Macrozona. Se pretende crear un círculo virtuoso entre el mundo académico, público, privado y sociedad en general, y también entre territorios.
Colaborar entre los distintos sectores para robustecer las capacidades y hallar soluciones a los distintos problemas. Colaborar entre las distintas regiones con sus fortalezas para abordar las debilidades y problemas. “La idea es buscar mecanismos para que exista más colaboración y menos competencia, porque así ganamos todos”, cierra.