Académico UdeC participó en novedoso estudio internacional que analizó más de 1 millón de muestras de vegetación, que representan todas las áreas climáticas, y determinó que sitios secos pueden tener igual o más biodiversidad vegetal que los bosques tropicales si la medición no es a gran escala.
La estepa europea o regiones de Siberia pueden tener un número similar e, incluso, mayor de especies de plantas que una selva tropical. ¿Sorprende? Sí. Y es el sorprendente hallazgo de una investigación internacional de la que participó el doctor Aníbal Pauchard, director del Instituto de Ecología y Biodiversidad (IEB) y académico de la Facultad de Ciencias Forestales de la Universidad de Concepción (UdeC).
El trabajo se lideró desde la Universidad Martin Luther Halle-Wittenberg y el Centro Alemán para la Investigación Integrativa de la Biodiversidad (iDiv) Halle-Jena-Leipzig. Más de 50 investigadores del mundo participaron del estudio, cuyos resultados se publicaron recientemente en la prestigiosa revista científica Nature Communications.
La principal conclusión es que la mayor diversidad de plantas del planeta está en algunas zonas áridas. Este resultado se obtiene al contarlas en pequeñas áreas de muestreo. En cambio, al medir en áreas mayores, por ejemplo del orden de una hectárea (que equivale a una cuadra de ciudad), la tendencia se revierte y los bosques tropicales tienen más especies.
“Usualmente pensamos que la mayor diversidad de especies se da sólo en los trópicos, pero acá vemos que a ciertas escalas pequeñas, por ejemplo, en parcelas de 100 metros cuadrados, es decir de 10 por 10 metros, una pradera fría o una zona alpina pueden tener la misma cantidad, o incluso más, de especies de plantas que un bosque tropical”, resalta Aníbal Pauchard.
Para llegar a ese resultado, el equipo científico que integró el académico UdeC, se apoyó de herramientas de inteligencia artificial y usó SPlot, el mayor inventario vegetal del planeta, para analizar datos de más de 1 millón de parcelas de muestreo que representan a todas las zonas climáticas del mundo.
En este sentido, el doctor Pauchard define como lo más interesante del estudio que combinó en un solo análisis global a información proveniente de miles de lugares, incluyendo más de 58 mil especies diferentes y 23 millones de plantas individuales censadas. Con estos datos, asegura que es posible testear una serie de hipótesis sobre cómo se organiza la diversidad de las plantas en los distintos ecosistemas del mundo.
“El estudio entrega sorpresas respecto a ecosistemas que tendemos a pensar que son muy homogéneos, como las praderas frías, las zonas alpinas y algunos bosques templados, pero que en realidad tienen una alta diversidad”, enfatiza el investigador.
El estudio también muestra que la escala espacial mediante la cual se examinan habitualmente otras áreas muy biodiversas, como ciertas zonas de Brasil o del sudeste asiático, puede entregar información limitada, lo que es complejo cuando se trata de proteger especies.
Eso sí, el doctor Pauchard reconoce que existen vacíos de información y que por ello se precisa de cautela al considerar a las nuevas evidencias. “Hay zonas del planeta donde hay muy pocos datos, ya que no hay suficientes investigadoras e investigadores, o bien muchas veces esta información no es compartida. Así que el desafío es poder generar más contenidos y luego ingresarlos a estas bases de datos globales”, asevera.
De hecho, eso se plasma concretamente al localizar los resultados del estudio a la realidad chilena. Sobre ello, aclara que el trabajo no consideró el grado de endemismo, cuyo alto nivel es una de las cualidades de la biodiversidad de las especies que habitan Chile, pero no existe un gran número de ellas.
“Es decir, una gran proporción de nuestras especies existe en Chile y ningún otro lugar del mundo”, asegura. “Era, entonces, esperable que los datos indicaran que los números de especies en Chile no son particularmente altos. En todo caso, creo que debemos mirar con cautela los resultados, porque el número de puntos de muestreo disponibles para Chile aún es muy bajo, así que el gran desafío, para toda la comunidad científica nacional es contribuir a cuantificar mejor nuestra biodiversidad”, puntualiza el investigador.
De lo que no hay vacíos es sobre la gran crisis de pérdida de especies que aqueja a la Tierra.
“En términos de conservación, estamos contra reloj, ya que muchos de estos ecosistemas están desapareciendo. De hecho, las parcelas fueron medidas en un periodo que incluye registros de fines de 1800. Debido a ello, lo más probable es que muchas de estos ecosistemas donde estaban las parcelas ya no existan o estén degradados por la acción humana. Estamos perdiendo diversidad y no basta con solo medirla, hay que conservarla realmente”, advierte Pauchard.
Ante ello, el estudio releva la importancia de abordar la distribución de la biodiversidad tanto a escalas pequeñas como grandes, ayudando a comprender cómo las especies de plantas coexisten localmente y forman comunidades, de cara a mejorar las estrategias de conservación.