En su primera visita a la Región, abordó los retos de Chile como brecha de género y centralismo, pero relevó que el cambio de paradigma sobre progreso hacia uno que aspire al bienestar en base al conocimiento es la gran clave.
Recorrer, dialogar y conocer al sistema de ciencia, investigación y desarrollo local. Eso define la primera visita a la Región del Biobío del ministro de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación (CTCI), doctor Flavio Salazar, que realizó entre el jueves y sábado para transitar por universidades y centros de investigación, con una relevante estadía en la Universidad de Concepción (UdeC), donde vio diversas instalaciones y se adentró en el quehacer de académicos e investigadores de diversas áreas del saber y en ciencias básicas y aplicadas, reuniéndose con grupos de Oceanografía, Astronomía, Ciencias Sociales, Humanidades e Ingeniería.
En esta última Facultad, conoció el trabajo del doctor Igor Wilkomirsky, el inventor más prolífico de Chile y que hace poco recibió una nueva patente de invención por el desarrollo de una tecnología minera disruptiva en base a hidrógeno verde y que está siendo apoyado por la UdeC en su candidatura al Premio Nacional de Ciencias Aplicadas y Tecnológica 2022.
Intenso viaje que se enmarca en una primera fase de despliegue territorial de autoridades del Ministerio más joven, inició sus funciones a fines del 2019 y está en una etapa avanzada de implementación de la nueva institucionalidad pública, antecedido por la primera visita de las doctoras Sonia Pérez y Carolina Gainza, jefa de la División de Ciencia y Sociedad de la cartera y subsecretaria de CTCI, respectivamente.
Primera fase fundamental para avanzar en las siguientes, que permitirán alcanzar las metas del Ministerio y del país. A la base hay varios desafíos que superar, que Salazar abordó en entrevista con Diario Concepción y conoce en primera persona por su trayectoria a través de la que, aseguró, “he andado por todos los rincones del ecosistema de ciencia y tecnología”. “He vivido desde la postulación y adjudicación y no de proyectos, años de sequía y otros de abundancia de fondos. Conozco bastante bien el sistema como usuario y gestor”, contó el inmunólogo que ha dedicado su carrera, en pausa mientras sea ministro, al estudio de vacunas, tanto a nivel de ciencia básica como aplicada y clínica, y formó el Núcleo Milenio de Inmunología e Inmunoterapia con el doctor Alexis Kalergis que existió 6 años para convertirse en un Instituto Milenio del que fue subdirector por 10 años hasta asumir su cargo hace pocos meses. Además, desde 2014 fue vicerrector de Investigación y Desarrollo en la Universidad de Chile.
Y si hay algo que como investigador sabe es que en Chile el sistema de cuya institucionalidad pública debe velar está rodeado por problemas que solucionar y brechas que acortar con urgencia y en distintas áreas como territorialidad y género, pero en su opinión la base y lo más complejo y que se debe cambiar ineludiblemente es que “existe una falla estructural: el modelo de desarrollo extractivista que hemos impulsado no contempló la inserción de la ciencia y conocimientos, entonces, dejó a la ciencia como un espacio de investigación tradicional dentro de las universidades y no lo puso en la relevancia que se requería para ser incidente dentro del modelo”.
“Eso estamos tratando de cambiar: poner la ciencia, conocimiento y capacidad científicas que se han desarrollado en el país al servicio de un nuevo modelo de desarrollo que contemple elementos mucho más complejos que el crecimiento económico”, resaltó el ministro, aludiendo al compromiso del Gobierno de impulsar un nuevo modelo y en base a la hace poco entregada Estrategia Nacional de Ctci para el Desarrollo, de cuya elaboración participó la vicerrectora de Investigación y Desarrollo UdeC Andrea Rodríguez, que proyecta un país basado en ciencia y conocimiento para lograr el desarrollo sostenible. Es el gran reto global que promueve la ONU con 17 Objetivos para asegurar la prosperidad de la humanidad y planeta en 2030.
El progreso debe ser justo, igualitario y sustentable, favorable para todas las personas y armónico con la naturaleza, lo que implica enfocar y asumir los avances hacia el bienestar social, por lo que un nuevo modelo mira “el crecimiento económico, pero también la sustentabilidad medioambiental y social, inclusión de la mujer, descentralización, cooperación y transdisciplina”, resaltó Salazar, dejando patente que al trabajar por solucionar el problema estructural para progresar, desde el conocimiento para resolver los desafíos del presente de cara al futuro, se pueden y deben abrir oportunidades para abordar otras temáticas, generando un desarrollo integral, esencial para el sostenible. También añadió que “esos elementos definen una nueva manera de ver a la ciencia y creo que así podemos enfocar un fundamental aumento presupuestario”.
Salazar, primero científico, no obvió que uno de los históricos problemas es el poco 0,34% del PIB que Chile invierte en ciencia, muy lejano al 2,4% que es el promedio Ocde y el gobierno comprometió llegar al 1% en 2030.
El centralismo es uno de los problemas transversales en Chile y que se busca cambiar con diversas políticas y estrategias como las que se definen en el Ministerio de CTCI. La mayoría de las decisiones se toman a con instituciones públicas basadas en la Región Metropolitana, que gran parte de los escasos recursos económicos que hay para la inversión en ciencia se quedan en la capital nacional, donde se concentran también las universidades, centros de investigación y el capital humano, en perjuicio de otras regiones. Luego, hay una manifestación local de la centralización en capitales regionales.
Para el ministro Flavio Salazar es una problemática compleja y que también tendría a la base el modelo de desarrollo que ha predominado: “el país se ha desarrollado de forma asimétrica y eso se debe corregir”. Al respecto, relevó que más del 45% de la población nacional se concentra en la Región Metropolitana, lo que se refleja en la institucionalidad, academia, masa crítica y recursos. En regiones, la mayor densidad demográfica está en capitales y grandes centros urbanos.
Por eso podría existir una -mala- suerte de invisibilización o desconocimiento de las capacidades humanas y técnicas que hay fuera de Santiago como en la Región del Biobío. Y, para revertir la compleja y transversal centralización junto con la transformación del paradigma del desarrollo para que el nacional se logre desde uno local, es crucial reconocer fortalezas y retos de los distintos territorios para que el Ministerio de CTCI con su Agencia y las Seremías divididas en cinco Macrozonas, estando el Biobío en la Centro Sur, sepa dónde y cómo apoyar.
A ello ha respondido el despliegue territorial que trajo al ministro. “Es fundamental establecer un vínculo con las universidades y con el ecosistema de investigación y desarrollo que existe en la región, y transmitirles el compromiso de fomentar el desarrollo regional y la idea de que vamos a tener más recursos y también las responsabilidades y definir las áreas prioritarias en las cuales quieren recibir el apoyo central”, manifestó. Eso lo definió como “cambio de paradigma”, porque no será la cartera la que dirá a cada región qué hacer, sino que asegurarán el apoyo en las áreas e iniciativas que definan los entes regionales y que cumplan ciertas características en el marco del nuevo modelo: “que sean cooperativas entre muchas instituciones, estén en concordancia con los planes de desarrollo regional, que ojalá tengan vínculo con el sector productivo o un área temática determinada, y con una masa crítica suficiente para que pueda sostenerse”.
Basado en lo que ya conoce de la academia regional y específicamente de la UdeC, el ministró relevó el enorme potencial de conocimiento, científico y tecnológico para contribuir en alcanzar los objetivos estratégicos del país en torno al al desarrollo local y nacional sustentable y sostenible, colaborando para avanzar en diversos retos y escenarios ambientales y sociales que problemas globales y locales como la contaminación, cambio climático y pérdida de biodiversidad imponen, por ejemplo, en términos de apoyar desde la investigación oceánica de excelencia, en el desarrollo aeroespacial que se ha vuelto estratégico en Chile, en el aporte de las ciencias sociales y humanidades para comprender mejor todos los fenómenos y orientar esfuerzos, o una tecnología como la del doctor Wilkomirsky para favorecer la sostenibilidad de la relevante industria minera en Chile.
Flavio Salazar también destacó el objetivo de generar un sistema de investigación nacional que finaliza la competencia desigual entre investigadores, porque no todos compiten por igual si de adjudicarse proyectos y fondos se trata, sobre todo por el centralismo y la brecha de género.
“Si tienes mil científicos en Santiago y 10 en otra región, la competencia es desigual”, afirmó. Para la transformación, cree, podrían generarse estrategias vinculantes a relevar el valor estratégico de desarrollar ciertos polos en algunas regiones o la pertinencia de las iniciativas, por ejemplo. En la brecha en desmedro de las investigadoras y que tiene diversas manifestaciones planteó el tener iniciativas que tomen en cuenta y compensen la desventaja que se da en sus carreras académicas y obtención de proyectos o cargos de liderazgo por los espacios en sus trayectorias que suele obligar la maternidad y crianza, que generalmente coincide con sus estudios de postgrado.
“Si contemplas (esos factores) como un elemento no eres injusto, porque tomas en cuenta una realidad y no alteras la competencia leal, sino que tomas decisiones que a la larga benefician el sistema de ciencia y tecnología”, apuntó.
Los grandes retos no se superarán de un día a otro, por lo que el Ministerio tiene metas de corto, mediano y largo plazo. Al respecto, el ministro contó que robustecer una política de género es parte de las acciones de corto plazo en que se enfocarán y también mejorar las precarias condiciones en que trabajan muchos investigadores, que no se puede desvincular a la baja inversión que se irá aumentando progresivamente.
Pero, sobre todo enfatizó que “no podemos pensar en la ciencia como remedio de corto plazo para solucionar hoy día el problema de la coyuntura. La ciencia, la tecnología y el conocimiento deben tener una mirada de largo plazo”, tanto en su desarrollo para dar soluciones futuras como su desarrollo futuro. Y ahí, aseveró, en la infancia “hay un elemento clave” y destacó especialmente la actividad de cierre de su visita junto a escolares en el Cicat-UdeC, financiado por el Programa Explora del Ministerio de CTCI, manifestando que “pensar en el futuro tiene que ver con la educación de los niños e incentivar su curiosidad es una semilla que vamos a plantar para, realmente en unos años más, sentir que somos un país distinto, que tiene un modelo de desarrollo más sustentable y amigable con la gente”.