Es del reino de las algas gigantes pardas, esas que generan biodiversos bosques submarinos y su rol ecológico corre peligro por su alto valor comercial para extraer alginato, lo que sustenta a muchas comunidades. El reto es fomentar la acuicultura para reducir la intervención de praderas naturales, por lo que saber cualidades de las poblaciones es clave para un cultivo más viable.
Bajo el mar hay un mundo de rica biodiversidad y mucha se alberga en los bosques submarinos que son conformados por gigantes algas pardas como la Macrocystis pyrifera, conocida en Chile como calabacillo, sargazo, huiro flotador o simplemente huiro. Ecosistemas marinos y macroalga indispensables para que múltiples vertebrados e invertebrados marinos y otras algas tengan un lugar para subsistir, desde alimentarse y/o reproducirse hasta protegerse. Sin embargo, hay creciente demanda de biomasa de huiro, pues se le extraen sustancias de gran importancia comercial como el alginato, de amplio uso en las industrias alimentaria, farmacéutica, textil y cosmética.
Papel económico que está poniendo en jaque el ecológico al estarse explotando y devastando las praderas marinas y poblaciones de huiro, poniendo en riesgo la conservación, mientras que es prácticamente nula la producción acuícola o cultivo de algas, advierte Diego Márquez, investigador de la Facultad de Ciencias de la Universidad Católica de la Santísima Concepción (Ucsc) y del Núcleo Milenio Mash. Y generar conocimientos para contribuir a la preservación del huiro, conciliando la protección de sus poblaciones naturales con la actividad económica, a través de potenciar la producción de biomasa mediante la acuicultura es uno de los retos científicos que se propuso desde sus estudios de pregrado en su natal Perú para profundizar con el postgrado en la Ucsc, primero como investigador del Magíster en Ecología Marina y ahora del Doctorado en Ciencias mención Biodiversidad y Biorecursos.
Y para graduarse como magíster, en su tesis decidió indagar en la diversidad genética y resiliencia térmica del alga parda en ambientes naturales, información que considera fundamental para construir una sólida base de evidencias sobre su potencial acuícola y para gestionar y conservar al recurso natural. Línea de investigación que aporta a la sustentabilidad del océano que en junio ha tenido su día mundial y a superar los retos del Decenio de las Ciencias Oceánicas para el Desarrollo Sostenible (2021-2030), marco en el que este 2022 se definió Año Internacional de la Pesca y Acuicultura Artesanales, de cara a los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030 de la ONU.
Márquez cuenta que “Macrocystis pyrifera es una especie de amplia distribución y quisimos averiguar por qué”. Así, el estudio abarcó casi todas sus poblaciones desde la costa central de Perú hasta el extremo sur de Chile e incorporó cerca de dos mil marcadores para analizar, lo que le hace el más completo en cuanto a rango poblacional y cantidad de datos hasta la fecha.
Entre los principales resultados destaca que “las poblaciones de Perú se diferencian completamente de las de Chile y las que vienen desde Perú al norte de Chile tienen una diferenciación genética respecto con las que están desde aproximadamente Coquimbo hacia el sur. Y en cuanto se va bajando de latitudes se ve que las diferenciaciones se asocian a espacios geográficos”.
Además, se comprobó que la diferencia genética se relaciona con un régimen térmico. “Las poblaciones de huiro en lugares donde el ambiente es menos cambiante presentan mayor diversidad genética que donde hay muchas variaciones térmicas”, aclara. Por ello, sostiene que poblaciones de Macrocystis pyrifera de la Patagonia tienen más diversidad que en Perú, por ser la zona austral chilena más estable térmicamente que la costa peruana.
Eso sí, se halló que eventos extremos de temperaturas, altas o bajas, podrían afectar a las praderas de huiro, sobre lo que el investigador doctoral afirma que “es mucho más sensible al frío, más si son eventos prolongados y hay fuerte variación interanual”. En efecto, los hallazgos sugieren que esta macroalga sería más vulnerable a episodios de frío en el mar y surgencia, cuando emergen aguas profundas que entre sus características tienen ser más heladas que las superficiales.
Diego Márquez está convencido que los datos, si bien falta por investigar, tienen gran potencial de impacto para aportar a diseñar o mejorar estrategias de conservación del alga como también fortalecer medidas de manejo y fomentar la producción acuícola.
Los resultados dan luces sobre la adaptación del alga y permiten sugerir que poblaciones condicionadas a una temperatura estable pueden ser menos resilientes a cambios de la crisis climática y ser menos viables en cultivos que usen otro rango térmico. “En cambio, algas que están en zonas de altas variaciones, probablemente tienen más resiliencia y puedan soportar distintas condiciones y el cultivo tenga mayor viabilidad”, asegura. Enfatiza la relevancia de responder preguntas sobre la adaptación del alga, porque muchas comunidades desarrollan actividad económica desde su extracción, para impulsar una explotación sustentable y sostenible e, idealmente, que aumente el cultivo y baje su extracción desde ambientes naturales para no arriesgar la conservación de los bosques marinos.