Ciencia y Sociedad

Rafael Mella, director ejecutivo Fundación Tierra de Esperanza: “La presencia del maltrato a la infancia es extensiva en Chile”

Con 25 años protegiendo derechos de infantes y jóvenes vulnerados, entidad nacida en Concepción y hoy en 10 regiones hace dramático balance de su necesidad de existir por la dramática realidad del país.

Por: Natalia Quiero 07 de Mayo 2022
Fotografía: Andrés Oreña P.

Cerca de 5 mil niños, niñas y adolescentes (NNA) atiende mensualmente la Fundación Tierra de Esperanza, nacida durante 1997 en y para el Gran Concepción con pocas iniciativas, pero la gran misión de resguardar derechos y bienestar de la infancia y que al ir aumentando su experiencia e ir evidenciando la prevalencia transversal de diversas problemáticas en el país apostó por la expansión. Hoy, a poco de haber cumplido 25 años de historia, está presente en 10 regiones desde Tarapacá a Los Lagos, ejecutando casi un centenar de programas de acciones diversas y que aspiran al mismo propósito y, en particular, apoyar, defender y proteger a NNA que han sido vulnerados, tanto dentro de sus familias y entornos de confianza como por una sociedad que excluye, normaliza e invisibiliza.

Un cuarto de siglo, con números que han ido en alza en accionar y alcance, trayectoria que se proyecta mantener, según sostiene su director ejecutivo Rafael Mella. En otro contexto, con otra misión, sería un hito digno de festejar pero, para el equipo que trabaja en la entidad, si bien hay gran vocación y satisfacción por logros obtenidos y poder existir, poco hay de festivo y causa preocupación y urge a hacer cambios profundos a nivel estructural, cultural y social la consciente necesidad de no dejar de existir y de que siga creciendo la institución privada sin fines de lucro que colabora y ejecuta programas de financiamiento público del Servicio Mejor Niñez, Servicio Nacional de Menores (Sename), Servicio Nacional para la Prevención y Rehabilitación del Consumo de Drogas y Alcohol (Senda) y el Ministerio de Desarrollo Social y Familia.

Vulneración: problema país

Son cuatro líneas de acción desde las que se desprenden los decenas de programas en las que trabaja la fundación. Rafael Mella destaca que la génesis y principal es la de protección a la infancia en la que acogen e intervienen para su reparación a quienes han sufrido vulneraciones en sus derechos, entre las que menciona “negligencias, maltrato grave, explotación sexual comercial infantil y desescolarización”. Otro foco es la justicia juvenil en intervenciones con adolescentes infractores de ley para que avancen sus procesos de reinserción socio-ocupacional. También abordan la educación de jóvenes en contextos privativos de libertad. Por último, brindan tratamientos a problemas de adicción a drogas a jóvenes estén o no en conflicto con la justicia.

Los programas de estas cuatro líneas se distribuyen heterogéneamente en el país, con regiones donde están todas como la del Biobío y otras en que no, variando los énfasis del quehacer en cada zona según diversidad de necesidades, adjudicaciones de proyectos y recursos. No obstante, tristemente reconoce, que uno de los mayores aprendizajes de estas más de dos décadas ha sido develar y comprender la grave y homogénea situación de vulnerabilidad y de vulneración a derechos que viven, que sufren NNA del país, pues advierte que “una vez que entramos a conocer más la realidad de la infancia vemos que, lamentablemente, la presencia del maltrato es extensiva en todo Chile. Lo mismo con el consumo de drogas, necesidad de apoyo educativo y la desescolarización”.

Para profundizar, y sobre todo sensibilizar e interpelar a transformaciones, Mella sostiene que en la línea de protección, que atiende a NNA vulnerados, es la con mayor cantidad de programas y personas atendidas, pero la experiencia le permite asegurar que “muchos empiezan a transitar hacia otras líneas: empiezan a faltar al colegio, pueden caer en el consumo de drogas y eventualmente también delinquen”. En efecto, afirma que “lo que tenemos claramente muy común es que tanto en la línea de justicia juvenil como la de tratamiento de adicción a drogas la gran mayoría de jóvenes que llegan fueron vulnerados en su infancia”.

Fundación Tierra de Esperanza

“Hay una labor de todos de educar en la cultura del diálogo”

La experiencia ganada en 25 años ha mostrado a Tierra de Esperanza que la dramática realidad de la infancia en latencia de problemas no ha cambiado en demasía, aunque Rafael Mella plantea que “se expresan de manera diferente”. Algo relacionado con que las nuevas generaciones presentes son tan distintas a las pasadas como el mundo en que se desenvuelven, permeado por la revolución tecnológica y digital y diversos avances socioculturales, con otros estímulos, posibilidades, necesidades, intereses y también riesgos.

Al respecto, Mella destaca que hay mayor posibilidad de acceder a atenciones, así como más visibilización y menos normalización de las formas de violencia de las que históricamente han sido víctimas. Sabe que existen más políticas, recursos e iniciativas para brindar servicios en pos de la restitución y protección de derechos de NNA al tiempo que cada día la sociedad condena más situaciones antes minimizadas u omitidas. Pero, también se presentan más factores que pueden llevar a vulnerabilidad y vulneración.

La realidad actual

Para abordar lo expuesto, su primer ejemplo es que no sólo se habla, sino que se entienden los impactos y castiga al maltrato psicológico y hace algunos años no era tema; no por no existir, sino porque se naturalizaba o escondía y la condena eran al maltrato físico que también estuvo completamente aceptado. No obstante, ambas violencias y otras formas siguen existiendo.

El consumo de drogas también ha estado siempre presente y reconoce un cambio en el patrón de consumo y de acceso a distintas sustancias dañinas, cuando en décadas pasadas reinaron los inhalantes y hoy es un amplio abanico que parte en fármacos hasta cocaína y sus derivados. “El riesgo hoy es mayor, las posibilidades de acceder a distintos tipos de droga son más. También hay incentivos a la conducta infractora de ley que tiene que ver con nuestra cultura, porque el modelo que hemos elegido puede tener algunas virtudes, pero la desigualdad influye en algunas decisiones que los y las jóvenes toman”, reflexiona.

Se suman las nuevas tecnologías que prácticamente todos usan para relacionarse con otros, pero advierte que añaden un espacio de vulnerabilidad y una vía para vulnerar, en fenómenos como acoso virtual hasta que adultos accedan a infantes y jóvenes para cometer abusos. “Trabajamos con NNA víctimas de explotación sexual comercial y, en ese contexto, tomamos contacto con quienes han sido víctima de prácticas como grooming”, cuenta.

Sigue con la violencia y sus expresiones. Está la percepción de que la sociedad es más violenta, que las personas reaccionan con más agresividad, y es cierto que hay más niveles de estrés o acceso a contenidos que pudieran incitar, pero para el director ejecutivo en lo último y las tecnologías el secreto: hay más chances de registrar, difundir y ver hechos violentos en comparación al pasado. Y parece que la mayor consciencia de no aceptar la violencia convive con la de validarla como método para manifestarse o conseguir algo, plantea, lo que no genera un ambiente fácil o favorable.

Retos para cuidar a la infancia

Y un gran desafío es desincentivar la violencia como método de resolución de problemas y condenarla en todas sus expresiones siempre para construir un entorno de sana convivencia y respetuoso para que NNA se desarrollen. “Ahí hay una labor de todos en la sociedad civil de educar en la cultura del diálogo, de la confrontación de ideas y de la conversación e ir erradicando la violencia de los ambientes donde impera”, manifiesta.

Opinión que no puede desvincular con la promoción del buen trato y prevención del mal trato, que los infantes y adolescentes nunca lleguen a ser víctimas de violencia, lo que cree en lo personal y Tierra de Esperanza como entidad que es el mayor reto social para resguardar a la infancia del país, sus derechos y bienestar. “Se han logrado avances significativos en cobertura y atención a NNA por maltrato, drogadicción o desescolarización. Pero, creemos necesario insistir en que no se requiera que sigan llegando a estos programas a través de formación para familias y que sea parte de la cultura del país brindar un buen trato a nuestros niños”, apunta.

Es un cambio de paradigma como el que se necesita al abordar los programas y atenciones, más allá de la cantidad que sigue siendo insuficiente en cobertura que se debe aumentar. Para Mella el horizonte debe mirar a mejorar la calidad de los servicios y asegurar la más alta, como buscan en Tierra de Esperanza. Desde su experiencia, resalta que implica no sólo actuar movilizados por vocación y vínculo, que no pueden faltar, sino desde la especialización de equipos y lo mismo para el diseño de acciones que deben ejecutar. Una idea que parece buena o funcionó en una época o país no necesariamente lo hará ahora o en Chile, pues debe adecuarse para ser pertinente en aspectos como género y contextos. Para avanzar en ello, en la fundación tienen una unidad de investigación que se ocupa de indagar conocimiento sobre los propios programas de políticas públicas que se han comprometido a ejecutar.

Y en ello lo primordial y más impactante: “como país debemos empezar a tener políticas que midan de mejor manera la efectividad de los programas pues, pese a avances, la política pública adolece de buenas mediciones respecto del impacto del programa”. Lo anterior, explica, porque medir impacto permite orientar mejor técnicamente a un programa, especializarlo y consolidarlo, evitando susceptibilidad a que las políticas desde las que nacen se modifiquen. Otro gran problema, pues advierte que “se pierde la mirada tener una política de Estado y tienden a ser de gobierno y a cambiar cada ciertos años” y asevera que “según la experiencia comparada con otros países, cuando se tienen políticas de Estado que trascienden a los gobiernos se logran avances mucho más significativos”.

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