En el Día del Libro se fomenta el hábito lector en la población. Más vocabulario y comprensión lectora se fortalecen si se lee de manera regular, lo que impacta en los aprendizajes, logros académicos y laborales, y calidad de vida.
Cada 23 de abril el mundo celebra el “Día Internacional del Libro”, instaurado por la Unesco con propósitos como ensalzar el valor de estas obras y fomentar el hábito lector. Es que los libros, el texto escrito y la lectura han sido clave por y para el desarrollo humano y de las sociedades, trascendentales para plasmar el conocimiento generado a lo largo de la historia y puerta de entrada a saberes creados desde antaño hasta ahora, desde hechos reales hasta ficción.
Así, escribir permite a un autor expresarse y resguardar sus ideas para la posteridad y leer a aprender, maravillarse y/o entretenerse, al tiempo que genera y fortalece habilidades esenciales para el desarrollo dentro de una cultura letrada, como aumento del vocabulario y mayor comprensión lectora, resalta la doctora en Lingüística Beatriz Arancibia, académica del Departamento de Ciencias del Lenguaje y Literatura y directora de Postgrado de la Facultad de Educación e investigadora del Centro de Investigación en Educación y Desarrollo (Ciede) de la Universidad Católica de la Santísima Concepción (Ucsc), quien entre sus líneas se ha dedicado a estudiar la lectura y hoy lidera un proyecto Fondecyt Regular interuniversitario que indaga la relación entre fluidez de lectura con la comprensión en escolares.
En la comprensión lectora se detiene la también directora del Núcleo Científico Tecnológico de la Ucsc, por ser una competencia tan etérea como tangible en el desenvolvimiento habitual, pero de gran falencia en Chile, pues menos del 1% de los adultos que han completado su enseñanza media tiene nivel alto y es 5% entre quienes han culminado la educación superior, según un informe de la Ocde, lejos del promedio de los países del organismo de 7% y 21%, respectivamente.
La define como “habilidad clave para la vida personal y en sociedad”, porque su nivel se relaciona con logros en aprendizajes, académicos o profesionales/laborales y mucho más allá, con un impacto cotidiano y que puede ser muy influyente en el bienestar y calidad de vida. Ello, porque incide en el buen o mal entendimiento de la múltiple información que se recibe de manera constante a través de distintos canales, fuentes, formatos e intenciones y que puede ser determinante.
Al respecto, la doctora Arancibia sostiene que “la lectura y comprensión profunda y crítica de lo que leemos nos posibilita ejercer mejor nuestros derechos ciudadanos, porque nos abre espacios de participación con mayor garantía de que sea efectiva, porque comprendemos la información que se nos proporciona desde distintos ámbitos. Entonces, podemos emitir juicios y tomar decisiones más fundadas”. Por eso, no se puede desvincular con su rol sobre la capacidad de análisis y el pensamiento crítico, fundamentales para evaluar y discernir respecto a los mensajes.
Asimismo, la comprensión lectora influye desde aspectos tan simples o habituales como revisar bien boletas y cuentas de servicios básicos o tiendas comerciales o aceptar un contrato con una entidad bancaria o laboral, pero también ejercer el derecho a sufragio, repercutiendo en la movilidad social, combatir inequidades, injusticias o abusos e impulsar cambios sociales como los que se buscan en Chile.
Y está la contribución en funciones cognitivas como atención, concentración y memoria cuando se practica la lectura, sobre la base del estímulo a la actividad cerebral que implica, donde también se engrandece la imaginación y creatividad.
Ahí el rol de leer para mantener al cerebro sano al alero del concepto de “neuróbica” o gimnasia cerebral: tal como el cuerpo necesita estar activo para mantener su fortaleza y salud, el órgano vital requiere ejercitarse con distintas actividades para favorecer su estado. Entrenamiento trascendente en toda etapa vital y que como hábito durante la vida es motor para un envejecimiento saludable, según plantea la lingüista. “Está demostrada la relación entre el hábito lectura sostenido en el tiempo y cómo las personas llegan a la vejez con sus habilidades cognitivas en buenas condiciones. Con la edad se van produciendo cambios naturales en el cerebro, pero está la posibilidad de generar reserva cognitiva y la lectura es una práctica que la favorece”, sostiene.
Sobran razones que justifican la necesidad de fomentar la lectura, cuyos efectos positivos se dan toda la vida y nunca es tarde para incorporar el hábito, pero lo ideal es que suceda mucho antes, porque es posible y más impactante.
De hecho, la doctora Beatriz Arancibia asegura que “podemos hacer un trabajo muy temprano de motivación por la lectura y fomento del hábito lector” y se refiere desde la primera infancia, etapa cuando se consolidan los aprendizajes más significativos y hábitos, desde la promoción del acercamiento a libros en formato y temática acorde a la etapa e intereses (hay físicos o digitales, de diversos materiales, táctiles o sonoros, y temas), iniciando con facilitar que conozcan y manipulen libros y leerles historias.
Se ha visto que “tiene efectos importantes en el desarrollo de habilidades precursoras del éxito en el aprendizaje de la lectura y desarrollo de competencias para poder comprender lo que leemos”, afirma y también que “estudios muestran que cuando niños y niñas van creciendo desde su primera infancia con un acercamiento más lúdico a los libros incide en que vayan desarrollando su capacidad de atención y se van formando como lectores muy tempranamente”.
En la medida que niños y niñas crecen junto con sus habilidades se debe seguir el trabajo sistemático en torno al fomento a la lectura para que no se desvanezca, pues explica que “se ha mostrado que cuando educadoras les cuentan historias a niños y niñas de prekínder o kínder tiene efecto muy positivo en sus actitudes hacia la lectura posteriormente y se proyecta en motivación por la lectura. Pero, comienza a decaer porque tienen que empezar a leer textos que el profesor dice y luego porque las motivaciones empiezan a dirigirse hacia otros objetos”, como el consumo de contenidos a través de redes sociales.
Para Beatriz Arancibia es un gran reto mantener la motivación por la lectura a lo largo de la vida y en superarlo, en el fomento al hábito, hay responsabilidades de varios actores.
Una ineludible está en la familia para acercar a infantes a la lectura desde bebés, contando historias y propiciando vínculos con los libros. Otra es de los educadores y sistema educativo, pues un obstáculo de la motivación por leer es que con la escolarización se vuelve una imposición, en cumplimiento de deberes y se asocia a evaluación y calificación. Por eso, resalta que una clave para mantener el hábito lector es que no deje el componente lúdico y se relacione con el gusto por la lectura, requiriéndose estrategias pedagógicas tendientes a fomentar la lectura placentera y cambiar el protagonismo del control de lectura.
No significa que la evaluación desaparezca o no se requiera, porque es la forma para identificar logros o falencias en aspectos como la comprensión. En ese sentido, a la luz de las evidencias disponibles y las halladas en la investigación que lidera, recomienda generar espacios de evaluación formativa para la lectura en voz alta, pues permite identificar el nivel de comprensión.
“También hay un rol del Estado de proveer a las personas, desde la infancia, espacios y oportunidades para acercarse a la lectura en condiciones más igualitarias”, sostiene la doctora Arancibia y ello porque hay varios problemas y brechas de acceso más bien estructurales.
Uno es el IVA al libro, que es alto y limita a muchos. Iniciativas como trueque o intercambio de libros ayudan en este ámbito. También lamenta que “50% de las librerías está en Región Metropolitana y allá la mayor parte están ubicadas en comunas de mayores ingresos”.
Eso sí, destaca como valioso avance que muchas bibliotecas públicas de gran nivel se han ido inaugurando en el país y que esa fortaleza debe crecer para cerrar las brechas, instalándolas en sitios de fácil acceso y difundiendo lo que allí ofrecen para incentivar que las personas se acerquen, disfruten la lectura y fortalezcan su hábito lector.
Como en el fomento a leer lo que suceda en el hogar es importante, especialistas de la iniciativa “Mi Familia Cuenta” del Programa Aprender en Familia de la Fundación CAP entregan diversas recomendaciones para apoyar la lectura en casa:
Para niños y niñas de educación parvularia a cuarto básico el primer consejo es invitar y no obligar a leer, para que sea una actividad de disfrute, respetando siempre interés, ritmo y actitud del infante durante la lectura. En esta etapa también es crucial aprovechar todos los recursos que hagan de la lectura algo entretenido, donde la creatividad e imaginación para contar las historias y leer marcan la diferencia.
Si se trata de escolares de quinto básico a cuarto medio es importante facilitar el acceso a la lectura, disponiendo siempre de libros y otros tipos de textos y acorde a sus intereses o novedosos, para demostrarles que leer no es aburrido y también mostrar interés respecto de las temáticas o títulos que están leyendo para que no deje de ser una experiencia compartida.