Trabajo con hallazgos de impacto para el manejo del crustáceo contó con participación de investigadora Ucsc.
Es un recurso marino relevante para Argentina y Chile, con valor socioeconómico particularmente alto para la Región de Magallanes, pues desde las aguas del océano austral se extrae la centolla patagónica (Lithodes santolla) y se distribuye al país o mundo como exquisitez.
Dada su importancia comercial y entendiendo su papel en la naturaleza se hace trascendente conocer más sobre este crustáceo de gran tamaño que en el mar chileno se distribuye desde Valdivia a Tierra del Fuego y el estrecho de Magallanes, y vuelve a aparecer en el golfo San Jorge, pues hay vacíos de información que podrían desfavorecer en manejo y conservación de la especie y a llenarlos contribuye un estudio publicado en la revista Diversity del que participó la doctora Lisette Zenteno, investigadora postdoctoral de la Universidad Católica de la Santísima Concepción (Ucsc) y especialista en ecología trófica de organismos marinos. Este lo lideró Luis Miguel Pardo, investigador del Centro de Investigación Ideal de la Universidad Austral de Chile.
La investigadora precisa que se propusieron saber más sobre la estrategia de alimentación de la centolla en estados juveniles, pues los datos para esa fase son escasos, a diferencia sobre su adultez. Para ello colectaron muestras en una bahía al sur de Punta Arenas donde hay un bosque de la macroalga “huiro” o “sargazo”, relevante para la especie.
Y los resultados son tan interesantes como importantes al hallarse diferencias en la composición e integración de la dieta entre las fases juveniles, destaca. La primera es cuando los individuos se consideran crípticos, son de pequeño tamaño y se esconden y mimetizan bajo los bosques de macroalgas, cuando tienen una dieta principalmente herbívora/detritívora. En periodo juvenil tardío, de mayor tamaño y amplitud de movimiento, las centollas son vágiles, tienen excursiones fuera del bosque y a mayor profundidad, permitiéndoles acceder a mayor oferta de alimentos. Y de esta fase resalta que “presentaron una dieta omnívora con predominio de exoesqueletos de individuos de la misma especie”. Es decir, hay comportamiento caníbal de los juveniles más grandes y los análisis arrojaron que 40% tenía evidencia de haber depredado sobre los pequeños.
Hallazgo relevante, pues la doctora Zenteno afirma que “el canibalismo había sido descrito en la especie en cautiverio”, mas no en vida libre y eso abre preguntas sobre causas y consecuencias de la conducta tanto para la especie como para las comunidades de los ecosistemas marinos bentónicos que habita.
También releva que “el estudio demuestra que el vínculo entre bosques de macroalgas con los cambios de dieta en los estadios juveniles de la centolla es una interacción ecológica determinante para su sostenibilidad”. Por eso, sostiene, debería considerarse en los monitoreos.
La centolla es un mesodepredador: está en el medio de la cadena alimentaria. Por ello, Lisette Zenteno explica que tienen trascendente rol ecológico, de vinculación entre grandes predadores y especies de menor tamaño, y de regulador en abundancia y comportamiento de sus presas. Eso puede impactar los patrones de biodiversidad en el ecosistema. “Además, es común encontrar comensalismo, interacción biológica beneficiosa, para un pequeño pez que utiliza las cámaras branquiales de las centollas para poner sus huevos y proteger a su progenie”, detalla.
Y poco favorecen las brechas que permean a la evidencia. Sobre ello, cuenta que hay investigaciones sobre temas diversos como biología, ecología y reproducción de la centolla, pero también una brecha con las decisiones, pues advierte que “falta avanzar en la integración de esta información en las estrategias de explotación y conservación de la especie” y que “de hecho, investigaciones recientes sugieren la extensión de la veda debido a la alta vulnerabilidad de la especie durante sus migraciones reproductivas en zonas costeras poco profundas, sin embargo, no se ha concretado”, apunta. También advierte falencias en los datos sobre las interacciones ecológicas de la especie para entender cómo aumento o disminución de poblaciones, o sus conductas y cambios, puede afectar a los ecosistemas.
Esa necesidad decidieron atender con esta investigación, al considerar fundamental comprender las estrategias de alimentación en estadios juveniles y a escalas de tiempo amplias para avanzar en estudios sobre interacciones. Información que se reconoce, y espera se pueda concretar, de aporte crucial para mejores decisiones y políticas en torno a la gestión de la centolla.