Cuando el Cosmos sólo tenía 7% de su edad actual aparece este objeto cuyo descubrimiento fue anunciado este miércoles por la Nasa y que Rodrigo Herrera define como clave para estudios sobre formación estelar, de galaxias y del Universo.
“Casi no lo creímos al principio”, expresaba Brian Welch para referirse al hallazgo del que es protagonista; es tan impactante que abrirá una nueva era en la exploración de la formación estelar muy temprana. No en vano la Nasa había generado expectación mundial al adelantar que este miércoles anunciaría un nuevo descubrimiento sin precedentes del telescopio espacial Hubble. Lejos de decepcionar, asombró con su lejanía: la estrella individual más distante jamás vista por el hombre.
Welch, investigador doctoral de 27 años de la Universidad Johns Hopkins en Estados Unidos, es el autor principal del estudio publicado hace dos días en la revista Nature, donde los astrónomos confirman la detección de la luz del objeto estelar que existió en los primeros mil millones de años tras el nacimiento del Universo en el Big Bang. Ser 50 a 100 veces más masiva y cerca de 1 millón de veces más brillante que nuestro Sol, estrella en torno a la que la Tierra gira, son características que han destacado de Earendel, nombre con que bautizaron y es una palabra del inglés antiguo que significa “estrella de la mañana”; una que viajó 12.900 millones de años para llegar hasta el instrumento de observación y que hallaron en una galaxia joven conocida como “Arco del Amanecer”.
“Una de las preguntas clave en la astronomía es cómo se formaron las primeras estrellas y de estas cómo se formaron las primeras galaxias y descubrir una estrella tan joven, de cuando el Universo sólo tenía 900 años, entrega información clave para contestar estas preguntas fundamentales y por eso para nosotros es tan importante este descubrimiento”, manifiesta el doctor Rodrigo Herrera, astrónomo y académico del Departamento de Astronomía de la Universidad de Concepción (UdeC) e investigador del Núcleo Milenio Titans y del Centro de Astrofísica y Tecnologías Afines Cata, quien está dedicado el estudio de la formación y evolución de las galaxias.
Según al artículo, Earendel aparece cuando el Universo, de 13 mil millones de años, tenía el 7% de su edad actual con un “desplazamiento al rojo 6,2”, concepto para referirse al fenómeno de que la luz de objetos distantes se estira a longitudes de onda más largas y rojas a medida que avanza hacia “nosotros” en tanto el Universo se expande.
Los objetos más pequeños vistos a una distancia tan grande son cúmulos de estrellas, incrustados dentro de las primeras galaxias, y el precedente de una sola estrella lo dio el Hubble en 2018, cuando detectó una al 30% de la edad actual del Cosmos en un momento de “desplazamiento al rojo 1,5”.
Entender el origen de estrellas y galaxias tempranas es la base para explorar la evolución de los objetos hasta la actualidad, para responder preguntas que aún desvelan sobre el origen y evolución del Universo que conocemos, todo lo que le componente, incluyendo nuestro planeta y humanidad. “Cuando el Universo se formó era solo hidrógeno en su mayor cantidad, helio y un poco de litio, y todos los elementos que hoy encontramos en la Tierra en mayor abundancia fueron creados en el interior de las estrellas. Por tanto, entender cómo estas estrellas comenzaron a formar estos elementos, lo que somos nosotros, comenzó al inicio del Universo con las primeras estrellas”, explica Herrera, quien dirige el Grupo Asociado del Instituto Max Planck de Física Extraterrestre llamado “El ciclo bariónico en galaxias” y es uno de los líderes de “Cristal”, la primera iniciativa encabezada desde Chile seleccionada por Alma en proyectos de gran escala.
Así, estas observaciones contribuyen a comprender mejor al Cosmos, donde lo que se sabe de la estrella más lejana “nos entrega pistas de características que tenían las primeras estrellas que se formaron”, precisa el astrónomo. Y cada vez será más vasto el entendimiento y nuevos descubrimientos tan sorprendentes seguirán apareciendo en el futuro dada la enorme y creciente capacidad instrumental-tecnológica astronómica. En ello, releva al telescopio espacial James Webb, observatorio especial hace poco lanzado para sustituir tanto a los telescopios Hubble como Splitzer y de una resolución y sensibilidad que permitirán precisión y hallazgos sin precedentes, respecto al que adelanta que “vamos a ser capaces de obtener espectro y conocer composición, y nos va a seguir revelando información clave de las propiedades físicas de las primeras estrellas que se formaron”.