Hoy cierra el plazo para postular a la universidad, de cara a la admisión 2022, y elegir una carrera universitaria es un hito en la vida de los jóvenes, pero no siempre resulta según lo esperado o la decisión certera cuando llega la hora del proceso de postulación. Lo clave es una elección personal y racional.
Es 14 de enero y culmina el plazo de postulación a la universidad de cara a la admisión 2022, tras conocerse los resultados de la Prueba de Transición (PDT). Y, muy probablemente, si se ha llegado al día del plazo final sin hacer clic en el botón enviar en el portal del Demre es que el o la joven esté afrontando inseguridad, indecisión o agobio, porque todavía no siente preparación para dar el paso, no hay claridad qué estudiar o el puntaje es insuficiente para optar a las carreras preferentes, lo que genera alta carga de estrés y malestar emocional.
¿Cómo debe actuar la familia?, ¿qué tienen que hacer los jóvenes ante estas situaciones?, son preguntas rondando en la cabeza de muchos padres o adultos que necesitan responderlas rápidamente para dar un apoyo que lleve a la mejor senda y a eso aportan Jorge Roa, jefe del Centro de Apoyo al Desarrollo del Estudiante (Cade) de la Universidad de Concepción (UdeC), y Marcela Mora, coordinadora del Área de Desarrollo Personal del Centro de Acompañamiento del Estudiante (Ceade) de la Universidad Católica de la Santísima Concepción (Ucsc).
Un primer aspecto en el que los expertos coinciden es que los jóvenes son quienes deben decidir si postulan o no a la universidad y a qué carrera, pero padres y familias, si bien deben dejar espacio para la autonomía, tienen un rol crucial en acompañar a sus hijos en todo momento de su formación, más en los experimentados como críticos, que lo que hacen y dicen es tremendamente significativo, y que en situaciones de indecisión o frustración deberían mostrar más que nunca su apoyo, desde la contención y comunicación, para la mejor decisión, sin imponer una.
Y la orientación hacia la mejor elección no es una receta perfecta hacia un solo resultado, sino que se debe basar en cada situación particular en cuanto a capacidades, intereses, expectativas, madurez y reales posibilidades, por ejemplo, en aspectos como la economía familiar. Así, para algunos puede ser preferible prepararse más para obtener un mejor resultado en la PDT o tal vez esté la opción de llegar a la carrera deseada a través de un bachillerato, un plan común o desde la formación técnico profesional según opciones acorde a la preferencia de carrera, destaca Roa. Por otro lado, si no hay certeza de lo que se quiere, se puede tomar el tiempo para autoconocerse y explorar vocaciones, plantea Mora. También se destaca que este 2022 se abrirá un nuevo proceso de rendición de la PDT a mediados de año, lo que da una chance que no había existido de rendir una o dos veces más el examen, frente a la admisión 2023.
Lo claro, reflexionan, es que frente a estas situaciones se debe transmitir tranquilidad y el mensaje de que un mal resultado no es el fin del mundo, que un puntaje no define lo que una persona es. Al contrario, hay que concientizar que se deben buscar “las alternativas en el mercado académico actual para poder cumplir con las expectativas”, sostiene Jorge Roa, y aprovechar las varias oportunidades si el puntaje no es suficiente. Mismo sosiego a entregar si hay dudas, pues Marcela Mora enfatiza que es normal que tras egresar de cuarto medio no se tenga definida la identidad vocacional ni la carrera al ser hitos que se viven a edad muy joven en que aún se está en desarrollo y consolidación de la personalidad.
Y aunque para algunos podría ser beneficioso, por tener la experiencia de la vida universitaria o hallar una pasión inesperada, elegir por descarte la alternativa que alcance según puntaje es más de negativo.
“Si las expectativas no se puedan cumplir con la oferta académica actual llamamos a que no se fuerce un ingreso a la educación superior a cualquier carrera ni costo sólo por entrar y mejor se tome el tiempo”, manifiesta Roa. “Si se decide estudiar otra carrera por descarte, probablemente la motivación con la que el estudiante enfrente los desafíos no sea tan alta como se necesita”, asevera Marcela Mora. Si bien la carrera podría gustar, es factible que agobie y no promueva un buen desempeño académico y podría llevar a la deserción en el corto plazo, lo que puede aumentar la frustración ya vivida, en algunos casos asociándose a problemas de salud mental severos. “Otros continuarán hasta finalizar la carrera para no generar un problema al enfrentar a su familia”, añade, aunque eso no elimina el sentirse frustrado.
De ahí el llamado a los padres a evitar que los hijos tomen decisiones apresuradas e irracionales si no han postulado, de cara a las próximas matrículas si postularon bajo esta situación y/o para futuros procesos, también poniendo atención en no generar condiciones que presionen a elegir una carrera por satisfacer a la familia si no está acorde con los talentos, gustos y deseos.