En el mar interior de Chiloé, con zonas de gran densidad poblacional, acuicultura y prístinas, se realizó trabajo liderado por la UdeC que halló que el material está en todo sitio e incluso más en los lejanos a la actividad humana.
Pocas personas pueden estar desentendidas del gran problema que es la contaminación por plásticos y la particular preocupación por el impacto de los microplásticos; pequeños trozos del material que no superan los 5 milímetros de diámetro y que pueden ser fabricados en ese tamaño o llegar a este como resultado de procesos como degradación. Y la más grande alerta es que los estudios no dejan de demostrar que microplásticos se hallan en todas partes, hasta en los sitios más inesperados e inaccesibles.
Realidad global para la que la mayor parte del conocimiento sobre distribución o abundancia se concentra en los sistemas acuáticos marinos. Pero, “a escala local sabemos muy poco y mucho menos de los sedimentos marinos”, advierte el doctor Mauricio Urbina, académico del Departamento de Zoología de la Facultad de Ciencias Naturales y Oceanográficas de la Universidad de Concepción (UdeC) e investigador del Instituto Milenio de Oceanografía y director de la tesis de pregrado de Alberto Jorquera, estudiante de Biología UdeC, marco en el cual desarrolló una investigación que llena vacíos de una información cada vez más necesaria a la luz de las nuevas evidencias.
“Factores físicos y antropogénicos que dan forma a la distribución espacial de los microplásticos en los sedimentos marinos de los fiordos chilenos” se titula el trabajo con resultados publicados en la prestigiosa revista científica Science of The Total Environment (que se puede leer en este link) y que Urbina destaca que es pionero para Latinoamérica y uno de los pocos sobre sedimentos marinos del mundo, pues no alcanzan la decena, con la que se puede concluir que los microplásticos los han colonizado.
El mar interior de Chiloé fue el elegido para desarrollar la investigación que duró dos años y la razón, explica, fue que hay presente un gradiente de actividades antrópicas (humanas), desde lugares densamente poblados hasta otros donde vive poca gente o nadie y también unos con mucha presencia de actividades como acuicultura a otros donde es escasa o nula.
Para lo anterior, Mauricio Urbina resalta como clave la colaboración de diversas entidades y expertos. Así, en el área de estudio se obtuvieron 36 muestras de sedimentos de estaciones de distintos lugares en lo que aportó un barco del Instituto de Fomento Pesquero. Además, desde el Instituto Nacional de Estadística se consiguieron datos poblacionales de toda la zona y del Instituto Tecnológico del Salmón los de la producción anual de la especie acumulada. Para análisis de forzantes naturales físicas que hablan sobre la energía del sistema como corrontometría (corrientes marinas) y granulometría (tamaño arena) fue crucial el aporte de los investigadores del Centro Copas del Departamento de Oceanografía, Silvio Pantoja y Diego Narváez. Los datos se abarcaron e integraron en una escala de tiempo de 10 años al no ser óptimo centrarse en un año en particular, pues según aclara Urbina los plásticos primero llegan al agua y que no es no es inmediata su llegada a los sedimentos, sino que es un proceso que tarda.
El procesamiento de los datos arrojó resultados categóricamente preocupantes: “los microplásticos estaban omnipresentes en todos los sedimentos marinos, incluso cuando se predijo que en una zona no habría porque se considera prístina”, resalta. En cantidad, la presencia varió de 10 ítems por kilo de sedimento a 150.
Y, sorprendentemente, distinto a lo intuido, “en las correlaciones no había un efecto directo con población humana”, apunta. El hecho fue que áreas estudiadas con mayor densidad poblacional y presencia de acuicultura tuvieron menos microplásticos que otra sin habitantes ni cultivo de salmones, es decir prístina, donde se halló la mayor concentración del contaminante. Ante eso, afirma que determinaron que el factor humano, asentamiento y actividades, si bien indiscutiblemente genera al material y que llegue al ambiente, no explica por sí sola la concentración y distribución en un sitio, sino que inciden variantes naturales. En concreto “cómo se van a concentrar y qué tan lejos se van a dispersar o cuándo van a llegar al sedimento y acumular depende de forzantes naturales”, sostiene, específicamente corrientes y energía del sistema.
Resultados que para el doctor Urbina alertan, deben considerarse e instar a seguir investigando para determinar otras realidades, si bien lo hallado es representativo de diversas zonas, diferencias en distribución o abundancia serán particulares, por condiciones humanas y naturales, pues está convencido que el conocimiento local permite tomar decisiones más adecuadas para solucionar problemas específicos de cada comunidad que si se considera sólo a escala global.