Octubre es el mes de la sensibilización sobre esta patología oncológica, para lo que los avances científicos no han impedido que sea la más mortal en mujeres. Tumores de comportamiento disímil puede explicar la realidad y a nivel local se han hecho avances, liderados por Coralia Rivas, que hacen soñar en nuevas soluciones.
La Organización Mundial de la Salud afirma que en 2020 se registraron más de 2,2 millones de casos de cáncer de mama y cerca de 685 mil mujeres fallecidas por la enfermedad que en Chile cobra 1.500 víctimas fatales en Chile cada año y tiene 25% de los nuevos diagnósticos de cáncer en mujeres. Ello posiciona a la patología oncológica como la más frecuente y mortal para la población femenina, razón por la cual durante octubre se conmemora a nivel internacional el “Mes de Sensibilización sobre el Cáncer de Mama” para promover la detección y abordaje precoz para salvar vidas.
Avances en ciencia, tecnología y medicina juegan un rol en este reto. La existencia de la mamografía es crucial, ya que permite detectar tumores en etapas iniciales, pequeños e impalpables. Además, se han desarrollado terapias con muy buenos resultados para la sobrevida y cuando se inician en fases tempranas pueden llegar a ser curativos. No obstante, hay muchos desafíos que superar y parte de estos están dados por las particularidades que determinan los pronósticos, por lo disímil del comportamiento de esta enfermedad entre distintas pacientes.. Es que “el cáncer de mama es muy heterogéneo”, resalta la doctora Coralia Rivas, directora del Laboratorio de Cáncer y Antioxidantes y académica del Departamento de Fisiopatología de la Facultad de Ciencias Biológicas de la Universidad de Concepción (UdeC), quien lidera un grupo de investigación que lleva más de dos décadas trabajando en distintos tumores.
“Se han encontrado tres grandes grupos en que se divide este cáncer: tumores luminales, HER-2 y triple negativo”, precisa. Los luminales son del 25 a 50% de los cánceres y los de mejor pronóstico; los HER-2 suelen ser de crecimiento más rápido y cuenta que hasta hace unos años de los más agresivos y mortales, pero que el desarrollo de nuevas terapias ha cambiado el panorama; el triple negativo es el más complejo en su abordaje y pronóstico. También advierte que “se ha detectado que dentro de estos tipos hay subtipos y eso ha permitido encontrar algunas variantes que, en general, no responden a los fármacos existentes. Por eso, los avances no han permitido disminuir la mortalidad como se quisiera, porque no existen tratamientos específicos”.
Cambiar la realidad es uno de los impulsos que la doctora Rivas junto a su grupo tienen para seguir profundizando los conocimientos generados, específicamente en el papel de la vitamina C en los tumores. Sobre esta explica que hay dos formas, una es el ácido ascórbico (AA) o en estado reducido, presente estructuralmente en la naturaleza, sangre y dentro de las células, siendo necesaria para el ser humano y de acción antioxidante; además está el ácido dehidroascórbico (DHA) u oxidada, que está en grandes cantidades alrededor de células tumorales.
El trabajo por este desafío inició en 1993, cuando estaba en Estados Unidos junto a su esposo, doctor Juan Carlos Vera, y publicaron en la revista Nature los resultados de un estudio sobre el mecanismo de ingreso de la DHA a células tumorales, específicamente mediante el transportador “Glut”, el mismo que transporta a la glucosa.
Al regresar a Chile e integrarse a la UdeC, en los 2000, decidió continuar los estudios en varios tumores humanos, como próstata y mama, con años de esfuerzo científico que derivaron en resultados de impacto publicados en 2019 en la revista Free Radical Biology and Medicine. Entre los hallazgos está que los tumores adquieren el DHA para transportarlo a su interior donde lo transforman en AA, que les permitiría seguir viviendo. Además, células tumorales pueden acumular dentro mucha más vitamina C que las normales e intracelularmente, en las mitocondrias, que producen energía, está sobrexpresado un trasportador específico del AA llamado “Svct”, descubierto por otro grupo en 1999 y de los que existen dos, que tampoco ocurre en células normales, explica.
Coralia Rivas aclara que es específicamente el “Svct2” el más sobreexpresado intracelularmente en tumores y en el de mama fue uno de los más notables. Eso motivó a centrarse en este cáncer, con un proyecto Fondecyt ya cerrado y de resultados por publicar, en que se estudió subtipos de tumores mamarios y presencia del “Svct2” mitocondrial. “Observamos que en los subtipos más agresivos, en los que no existen ningún tratamiento y sólo extirpación de la mama que debe ser lo más luego posible para evitar metástasis, este transportador se ve más sobrexpresado”, afirma.
Reconoce que hay mucho más que se debe seguir indagando sobre el rol metabólico de la vitamina C, pero en base a las evidencias cuenta que “pensamos que el ‘Svct2’ cumpliría un rol de teragnóstico”: podría servir como terapia y diagnóstico del cáncer de mama o del tipo de tumor. Ahí el reto científico en que desea poner sus esfuerzos, por ejemplo, evaluando si se puede inhibir la expresión del transportador como blanco terapéutico o si al inicio se expresa en bajas cantidades para definir un marcador biológico temprano de la patología, para lo que proyecta postular y adjudicar nuevos fondos que permitan avanzar y aportar desde la UdeC en la solución de un problema de salud pública global para el que urge contar con nuevas y mejores herramientas de pesquisa y abordaje como es el cáncer de mama.