Desarrollo que usa compuestos orgánicos e inofensivos obtuvo premio en Ciencia con Impacto de la casa de estudios por aportar en el reto de combatir la inseguridad alimentaria eliminando patógenos y riesgos de usar químicos.
La Organización Mundial de la Salud estima que hay 600 millones de casos y 420 mil muertes asociadas a enfermedades transmitidas por alimentos (ETA) cada año en el mundo. Estas son causadas por el consumo de alimentos contaminados con patógenos como bacterias y parásitos o las toxinas que producen, pudiendo provocar desde intoxicaciones manifestadas en un cuadro intestinal agudo (lo más común) hasta reacciones cutáneas, neurológicas y sistémicas de potenciales consecuencias letales.
Un problema de salud pública global que tiene a infantes menores de 5 años, embarazadas, personas mayores e inmunodeprimidas como grupos vulnerables, del que ni Chile ni la Región del Biobío se escapan y desde la Universidad de Concepción (UdeC) se hacen aportes concretos para combatirle, particularmente con “Dacetix”, desinfectante de alimentos inocuo para la salud humana que Luis Aguilar desarrolló en el marco de su investigación para obtener el grado de magíster en Microbiología de la Facultad de Ciencias Biológicas bajo la guía del doctor Homero Urrutia, con el que en la última versión de Ciencia con Impacto UdeC obtuvo el premio en la categoría de Transferencia Tecnológica.
En el Laboratorio de Biopelículas y Microbiología Ambiental que el doctor Urrutia dirige en el Centro de Biotecnología UdeC se realizaron los estudios para diseñar y probar este biocida, agente letal de microorganismos, en patógenos como la salmonella, precisa Luis Aguilar. Esta bacteria puede estar presente en distintos productos de origen animal o vegetales y provoca salmonelosis, una de las ETA que son más frecuentes en la población nacional.
Es una formulación líquida que detalla que se aplica una vez de forma directa en los alimentos, sea por aspersión o inmersión, que crea una película que evita que los microbios se adhieran y no necesita enjuague. Esto se debe a “su composición en base a sales minerales y otros compuestos orgánicos que son inofensivos”, afirma, lo que lo hace seguro. Además, resalta que actúan en sinergia potenciando su efectividad para que sea mayor.
Y, al pensar en la seguridad alimentaria, es su inocuidad la primordial ventaja del producto frente a lo existente y el desafío científico que se propuso Aguilar al idear y trabajar en su proyecto, ya que puede prevenir una ETA y riesgos asociados a químicos usados para combatir microorganismos que pueden generar efectos adversos en la salud humana. En estos, el especialista en microbiología destaca al hipoclorito como el que normalmente se usa para eliminar patógenos y no es inocuo.
Ello hace proyectar la llegada del desinfectante al mercado y ya se avanza, pues cuenta que se obtuvo el registro sanitario y hay alianzas con empresas del rubro alimentario para probarlo a mayor escala y analizar su inserción dentro de la línea productiva. “En la industria existe una solicitud bien fuerte por estimular, comercializar y valorar productos inocuos con el ambiente y la salud humana frente a otros, mejores incluso”, manifiesta Homero Urrutia al respecto.
No se puede desvincular esta investigación y desarrollo de la posibilidad de satisfacer necesidades propias de las emergencias ambientales, climáticas y sanitarias que vive el mundo por fenómenos como el calentamiento global, cambio climático y resistencia bacteriana.
Luis Aguilar resalta que es una preocupación que se estén generando cada vez escenarios más favorables para la proliferación de microorganismos ambientales que pueden estar en los alimentos y ser patógenos con el aumento de las temperaturas promedio que se registran en distintas zonas del planeta, incluyendo a Chile. La Tierra es un 1°C más caliente que la era preindustrial y a 2040 se podrían superar los 1,5°, advirtió el último informe del Panel Intergubernamental de Cambio Climático de Naciones Unidas. “Estos organismos suelen ser resistentes el calor y no al frío”, afirma, por lo que en plantas procesadoras de alimentos se trabaja a bajas temperaturas y muchos productos requieren mantener la cadena de frío y conservarse refrigerados para que su consumo sea seguro.
Y la mayor temperatura es parte de un complejo entramado que da vida a una época de cambios críticos en las condiciones ambientales en que viven los organismos y de sus características. “Los microbios también están cambiando, por lo tanto, microbios que antes no eran dañinos ahora lo pueden ser”, advierte Homero Urrutia. Algo que no sólo tiene que ver con el clima, también influyen presiones humanas como uso excesivo de pesticidas y antibióticos, que generan que los microbios deban estar en constante adaptación, habiendo algunos más vulnerables y otros más resilientes que se fortalecen y desarrollan resistencias. Graves problemas que hacen imperante tener innovadoras nuevas soluciones como “Dacetix”.