La patología sobre la que se crea consciencia durante septiembre es la principal causa de demencia y riesgo de desarrollarla aumenta con el envejecimiento, pero puede darse antes. Su origen desconocido es la gran pregunta y complejidad.
En Chile cerca de 200 mil personas (más del 1% de la población) sufren demencia, siendo la enfermedad de Alzheimer la principal causa y concienciar sobre esta se busca en septiembre con el Mes Mundial del Alzheimer, en el marco del Día Mundial cada 21. Conmemoración que proclamó la Organización Mundial de la Salud (OMS) como una necesidad ante las proyecciones de esta patología neurodegenerativa que lleva al deterioro de las neuronas y afecta la cognición, descrita hace más de un siglo por el médico alemán Alois Alzheimer, de origen desconocido y aún sin cura, de un largo avance que va afectando severamente el bienestar de quien la padece y su entorno. El Alzheimer y otras demencias afectan a entre 24 y 37 millones de personas en el mundo y podrían llegar a 115 millones al 2050 y más de 620 mil a nivel nacional, gran parte mayores de 65 años.
Es que el riesgo de desarrollar demencias aumenta con la edad, por lo que el envejecimiento poblacional es clave para explicar el presente y futuro, releva el doctor Luis Aguayo, jefe del Laboratorio de Neurofisiología de la Facultad de Ciencias Biológicas y director del programa Neurociencia, Psiquiatría y Salud Mental (Nepsam) de la Universidad de Concepción (UdeC), líder de un grupo de investigación en Alzheimer. La esperanza de vida en Chile se ha triplicado desde 1900, hoy es de 82 años para mujeres y 77 para varones, similar a la de países desarrollados y gracias a avances científicos-médicos que permiten prolongar el ciclo vital, incluso si hay enfermedades.
Ahí otro punto que advierte: “los indicadores de salud de la población están empeorando”. Desde edades tempranas prevalecen sedentarismo, dietas malsanas, sobrepeso y obesidad que hacia la adultez se asocian al desarrollo de patologías metabólicas y riesgo cardiovascular. Suma el consumo exagerado de sustancias nocivas lícitas e ilícitas junto al ajetreado ritmo de vida que tiene a las personas bajo altos niveles de estrés. “Ese panorama no favorece tener una salud cerebral apropiada”, lamenta el investigador. Tampoco un envejecimiento saludable: suman años de daños que conducen a una vejez más larga y enferma, y lo cierto es que envejecer es un proceso natural que lleva a deterioro cognitivo, pero no implica patología y eso se busca promover el 1 de octubre con el Día Internacional de las Personas de Edad.
Por eso la alerta no sólo está en la vejez. “Como en toda enfermedad neurodegenerativa, pareciera ser que en Alzheimer los cambios que se dan a nivel celular en el cerebro se inician incluso décadas antes de las manifestaciones clínicas”, precisa el doctor Sergio Juica, neurólogo del Hospital Clínico Regional de Concepción y de Clínica Biobío y académico de la Facultad de Medicina de la UdeC. Además, resalta que “el Alzheimer se da frecuentemente en adultos mayores, pero no es exclusiva del grupo. Hay personas de entre 40 a 50 años con la enfermedad”. Por eso, ya no se habla de esta como demencia senil.
Son algunas complejidades entre varias para la detección y abordaje precoz de esta enfermedad que evoluciona a lo largo de muchos años y rodeada de retos científicos para comprenderla y mejorar las terapias y pronósticos. Juica cuenta que “hay pocos tratamientos farmacológicos y todos tienen una modesta, aunque significativa acción en enlentecer su progresión”, pero no la detienen ni mejoran. Ahí lo crucial de identificar señales para consultar cuanto antes a un médico, diagnosticar e iniciar tratamiento. El reto en familias de personas mayores, destaca, es no invisibilizar signos de envejecimiento normal con lo patológico.
“En Alzheimer, la principal y más precozmente afectada función cognitiva es la memoria. Primero hay fallas en la reciente que pueden durar de 2 a 3 años y no la remota: pacientes no recuerdan lo que hicieron hace una hora y sí lo de hace 10 años”, afirma. Con su avance se empieza a afectar la remota. Pero, los olvidos son comunes en el envejecimiento, no son exclusivos de este ni sinónimo de grave problema, pues toda persona podría no recordar dónde dejó las llaves o una palabra durante un diálogo debido a causas como distracción, estrés o ingesta de ciertos fármacos.
Por ello, el neurólogo cuenta que fallas de memoria reciente no suelen llamar la atención ni ser principal motivo de consulta que lleve al diagnóstico, lugar que ocupan las alteraciones conductuales que empiezan a aparecer con el mayor progreso como agresividad y desajustes que pueden conducir a desorientación en tiempo y espacio e interfieren el normal desenvolvimiento. Más tardíamente se afecta el lenguaje, haciéndose más pobre y dificultando la comunicación hasta llegar a no tener lenguaje.
En efecto, el especialista releva que es imperante consultar cuando se evidencian fallas en la memoria u otras alteraciones y que traigan problemas o peligros en el diario vivir de la persona como no ser capaz de calcular un vuelto o salir de casa y perderse. Pero, su gran consejo es acudir al médico ante cualquier alteración de memoria, por pequeña y benigna que parezca y aunque otras funciones estén preservadas con tal de descartar Alzheimer o llegar a tiempo a su confirmación, sin dar chance a que la enfermedad avance sin ningún límite.
El origen del Alzheimer es la más grande incógnita y responderla el principal reto en el que variados grupos de científicos del mundo tienen enfocados sus esfuerzos. La razón es que sabiendo cómo se produce podrían identificarse marcadores biológicos tempranos de la enfermedad para pesquisarla, hallar fármacos más efectivos que los que se disponen y hasta que lleven a la hoy utópica cura o reconocerse claros factores de riesgo.
El neurólogo Sergio Juica cuenta que hoy se barajan varias hipótesis sobre la causa de esta afección neurodegenerativa. “La más avalada es la acumulación de la proteína beta amiloide en las neuronas, que luego conduce a muerte neuronal en distintas áreas del cerebro y termina desencadenando la enfermedad”, detalla. La evidencia demuestra que esta proteína es clave para que se transmita información entre células neuronales, pero en ciertas circunstancias se deterioran y se vuelven altamente tóxicas, siendo la beta amiloide componente principal en placas amiloides que están en el cerebro de pacientes con Alzheimer, lo que hace indicar que se involucran de manera crucial en su desarrollo.
Pero, no se ha demostrado que sea su origen, advierte el doctor Luis Aguayo, quien lidera una línea de estudios que hace más de una década busca comprender los mecanismos biológicos que ocurren en el cerebro y llevan a desarrollar Alzheimer, hoy con un proyecto Fondecyt financiado por la Anid y otro de colaboración internacional financiado por el Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos vigentes.
El trabajo busca romper paradigmas, pues cuenta que desde que hace algunas décadas se descubrió a la proteína en las placas amiloideas se puso el esfuerzo en su neutralización para reducir o detener el progreso de la enfermedad, pero no ha dado resultados. “Quizá, lo que estamos suponiendo no es lo más correcto”, plantea, y en ese camino han tenido importantes resultados con dos papers publicados recientemente (2020 y 2021).
Alteración en la memoria y lenguaje son manifestaciones clínicas del Alzheimer y aclara que son funciones neocorticales, es decir, la corteza cerebral más reciente o humana, pues se relaciona con capacidades que diferencian al ser humano de otros mamíferos. Por ende, se ha entendido que allí ocurre el daño que conduce al Alzheimer y es donde gran parte de los investigadores que buscan su origen se enfocan, “pero estudios recientes, que incluyen los nuestros, hemos mostrado que los ganglios basales del cerebro, que están por debajo de la corteza, pareciera que son los que empiezan a afectarse de forma temprana”, sostiene.
Estas evidencias son llave para abrir nuevas puertas para comprender al Alzheimer y llegar su origen, pues Aguayo recalca que no es improbable que comience más profundamente que los ganglios basales en el cerebro y, así como avanza la neurodegeneración que puede tomar décadas, emerger hacia la superficie cerebral hasta manifestarse en alteraciones cognitivas.
Otro hallazgo es que pacientes con Alzheimer presentarían cuadros de epilepsia en fases iniciales, pequeños y clínicamente difíciles de detectar. “Datos de nuestro laboratorio y de otros indican que la acumulación de beta amiloide se inicia dentro de las neuronas y no fuera de estas y la acumulación extracelular, de lo que todo el mundo habla, ocurre tardíamente. Esta acumulación produciría un cuadro epiléptico como primer paso y luego un gran déficit en la función cerebral generando lo que conocemos como estado de demencia”, manifiesta.
Los nuevos conocimientos que profundizan en el grupo de la UdeC pueden explicar porqué no se han diseñado fármacos que detengan el progreso del Alzheimer al enfocarse los estudios lejos de su aparente origen y también la dificultad en tener marcadores tempranos para llegar precozmente a la patología ni saber sus causas ni estrategias específicas de prevención.
Y disminuir la incidencia e impactos de esta enfermedad es un reto del país y planetario, ya que es muy costosa en lo económico, emocional y social. Ante ello tanto Luis Aguayo como Sergio Juica tienen la convicción de que la mejor forma no es esperar una píldora mágica que tarde años o décadas en llegar, sino aprovechar lo que la evidencia reporta para cuidar la salud en el presente para el futuro, promoviendo una vida y envejecimiento saludable.
“Más del 50% de las demencias en general, no específicamente el Alzheimer, son prevenibles”, afirma Juica, como las causadas por accidentes cerebrovasculares. Esto es posible con estilos saludables, similares a las que reducen el riesgo cardiovascular y muchos cánceres, y deberían predominar en la población para mejorar los mermados indicadores de salud, porque asevera que “no todas las medidas son ni deben ser farmacológicas”. Evitar malos hábitos como tabaquismo y llevar una alimentación equilibrada con alto aporte de frutas, verduras y ácidos grasos esenciales cuida al cuerpo y al cerebro. Para ello también releva como fundamental mantener una vida sana y activa en lo físico, mental y social.
Luis Aguayo destaca que lo trascendental para construir una adultez y envejecimiento saludable, previniendo el desarrollo de tantas patologías, es promover las conductas sanas desde las etapas más tempranas en la infancia y juventud para que se cimenten como hábitos protectores que se deben mantener en la adultez y durante todo el ciclo vital, ya que el daño que causan los nocivos se acumula con el tiempo, aunque nunca será tarde para sumarse a una vida activa y saludable.