Liderado por el académico de la Ucsc Jorge León, análisis en el Puelo, considerado prístino, comprobó una baja en los caudales y variación en el régimen hidrológico histórico.
El río Puelo tiene una superficie de 9 mil kilómetros cuadrados, un tercio está en Chile, en la Región de Los Lagos, y su mayor parte en Argentina. Su curso desemboca en el Océano Pacífico, es uno de los más caudalosos del país y el principal ingreso de agua dulce al Fiordo de Reloncaví, puerta de entrada a los demás fiordos y canales del territorio nacional. Y también se considera al río y su cuenca como un ambiente aún prístino, que marca el inicio de la transición entre los intervenidos por la actividad humana y aquellos en mejores condiciones naturales hacia el sur de la Patagonia.
Eso lo transforma en un área de investigación centinela para entender fenómenos tan relevantes como los impactos del cambio climático sobre los sistemas fluviales. Y ese fue el objetivo del estudio liderado por el doctor Jorge León, académico de la Facultad de Ciencias de la Universidad Católica de la Santísima Concepción (Ucsc), cuyos resultados se publicaron recientemente en la revista Frontiers in Marine Science y alimentan parte del documental “RIO” (Ríos Influenciando al Océano” realizado en el marco de un Proyecto Explora que dirige y se presentará el próximo 27 de septiembre.
El estudio analizó el impacto conjunto del cambio climático con las alteraciones en la cobertura de uso de suelo sobre los aportes de agua del río Puelo al Fiordo Reloncaví, donde el principal impulsor de modificaciones en su cuenca han sido incendios forestales que la han afectado en las últimas tres décadas. Aún así, las intervenciones y degradación son mínimas, por lo que se buscó aislar los efectos de las alteraciones climáticas sobre el comportamiento hidrológico del río de los de los cambios del uso de suelo en su cuenca. Algo que, advierte Jorge León, sería más que complejo en ríos y cuencas tan intervenidas como las del río Biobío.
Según los registros, explica que “en los últimos 70 años el caudal del río Puelo ha decrecido de forma significativa, en un orden de 5% de decrecimiento por década en los periodos de verano y otoño”. Y el estudio demostró que “el patrón de decrecimiento que vemos en el río y los cambios en su régimen hidrológico se deben principalmente a cambio climático y no a la actividad humana”, resalta. Entre los efectos evidentes del fenómeno global, manifestado en el territorio chileno y particularmente en la zona centro-sur, está el aumento de las temperaturas promedio y disminución de precipitación. “Además, determinamos un cambio en el régimen hidrológico, identificando un cambio en los máximos eventos de caudal desde invierno, como acontecía habitualmente, hacia primavera, como ha acontecido durante las últimas décadas, donde además las crecidas son menos prolongadas”, afirma.
Para llegar al resultado, el grupo de investigación colectó muestras en distintos puntos del río para considerar gran parte de la fracción chilena de su cuenca y el área directa de influencia en el Fiordo Reloncaví. La idea fue analizar la calidad del agua, por lo que se hizo un muestreo por dos años para representar todo el patrón de descargas del río Puelo, desde periodos de bajo caudal hasta de altos dominados por lluvias o deshielo. También se tomaron series históricas de caudal y precipitación, y complementariamente se analizaron las cicatrices de los incendios ocurridos en la cuenca y procesos de cambio de uso de suelo. A nivel de cuenca, los investigadores montaron un modelo hidrológico para evaluar el impacto conjunto del cambio climático y del cambio de la cobertura de suelo sobre los aportes de agua dulce al Fiordo Reloncaví.
Así, el estudio es representativo espacial y temporalmente.
Los resultados tienen miradas negativas y positivas.
Jorge León recalca que “los cambios en el río Puelo demuestran que los ríos están siendo afectados por el cambio climático, decrecen sus caudales y hay cambios en el régimen hidrológico”. Los impactos pueden ser más al avanzar el fenómeno: el último informe del Ipcc advierte que en pocas décadas se superarán los 1,5° de temperatura global más alta que en la era preindustrial y si no se actúa rápidamente el incremento será muy superior en un plazo que no será largo.
Pero, también enfatiza que se demuestra que, aunque el clima seguirá cambiando, no se debe sumar presión antrópica para evitar efectos más dramáticos. Por eso, su acento está en proteger al río, mejorar el manejo de su cuenca y restaurar áreas degradadas y, sobre todo, impulsar esas acciones en otros sitios para mejorar las condiciones del paisaje; interpelación directa a la Región del Biobío y otras donde hay cuencas intervenidas. “El río Puelo es uno de los más limpios del país. Esto refleja claramente el rol del bosque nativo, una real esponja, que entrega una provisión de agua dulce estable y de alta calidad”, asevera, “conservar los ríos nos fuerza a conservar sus cuencas y entender que así preservamos funciones ecosistémicas clave en los sistemas costeros donde desembocan, más en escenarios de cambio climático, donde independiente del escenario de emisión esta cuenta transitará hacia un clima más seco y cálido”, concluye.