Estudio en alumnos de carreras Stem de Chile mostró que la masividad no se condice con el poco empleo educativo, pese a haber recursos de grandes aportes para los procesos.
Los teléfonos inteligentes o smartphones han penetrado tanto en la población que informes para Chile indican que más del 80% de los infantes de entre 9 y 13 años tienen uno propio y que en una población de algo más de 19 millones de habitantes estos dispositivos superan los 25 millones. Las tecnologías con acceso a internet móvil han cambiado la manera de desenvolverse en el mundo, permitiendo la comunicación y acceso a información con y desde cualquier parte, además del desarrollo de infinidad de plataformas que han facilitado o apoyado múltiples procesos o actividades y la educación no es excepción; al contrario, en la enseñanza en línea (E-learning) o híbrida (B-learning) que ha cobrado protagonismo en tiempos de Covid-19 se incluyen múltiples aplicaciones educativas y el M-learning: aprendizaje que usa cualquier dispositivo móvil.
En efecto, la pandemia “ha brindado una oportunidad única para estudiar el uso y utilidad de los teléfonos inteligentes en el contexto de los procesos de enseñanza y aprendizaje. El aprendizaje móvil a través de estos permite el acceso al aprendizaje en diferentes contextos y esto ha hecho posible avanzar hacia un aprendizaje ubicuo basado en las fortalezas de los dispositivos móviles”, manifiesta la doctora Fabiola Sáez, jefa del Magíster en Ciencias de la Educación de la Facultad de Educación y directora alterna del Centro de Investigación y Desarrollo (Ciede) de la Universidad Católica de la Santísima Concepción (Ucsc), y una de las autoras del artículo “Uso de teléfonos inteligentes entre estudiantes de pregrado de Stem durante Covid-19: ¿Una oportunidad para la educación superior?”, publicado recientemente en Education Sciences junto a investigadores de la Ucsc y la Universidad de Concepción (UdeC).
El estudio describe el empleo de smartphones para acceder a sistemas de gestión del aprendizaje (LMS, por siglas en inglés) de 365 universitarios de Chile cursando carreras Stem (sigla en inglés para ciencia, tecnología, ingeniería y matemática) durante la emergencia como una aproximación al tema a nivel nacional. Escoger al grupo radica en que se forman en áreas que requieren uso significativo de tecnología y sesiones de laboratorios o trabajos de campo que se vieron -y muchos siguen viéndose- limitados por las restricciones de la pandemia y se han proporcionado exclusivamente a través de metodologías E-learning como simulaciones.
La premisa era que, por la accesibilidad en costos, masividad y familiaridad, estos dispositivos serían los más usados para afrontar el reto de la enseñanza online. Pero, la doctora Sáez destaca que “los estudiantes a menudo accedían al LMS con sus computadoras en vez de sus teléfonos” y que “quienes estuvieron conectados a LMS más horas en sus computadoras que en sus smartphones pasaron más horas conectados simultáneamente en ambos que sólo en sus computadoras”. Además, el análisis reveló que el recurso LMS más accedido a través de smartphones fueron los foros de discusión y los menos las “wikipages”. “En el día los estudiantes accedieron al LMS principalmente de 13:00 a 1:00”, dice.
La conclusión es que “los smartphones aún no se utilizan como herramienta de enseñanza y aprendizaje. Los estudiantes apenas los usan con fines académicos”, asevera Sáez. Así, la principal sugerencia es que se instruya a los docentes en la planificación e implementación de recursos de aprendizaje con smartphones para aumentar la participación de los estudiantes en actividades sincrónicas y asincrónicas en línea. “Los universitarios, supuestamente, están preparados para el M-learning debido a su familiaridad con la tecnología y la experiencia de acceder a este tipo de recursos. Pero, para que prospere en la educación superior son necesarias acciones institucionales y educativas que faciliten la implementación de esta enseñanza en línea”, afirma.
La razón de incentivarlo radica en los aportes de incorporar estos dispositivos y recursos en aspectos como maximizar los aprendizajes o mejorar los procesos, asegura. Por ejemplo, el artículo detalla que los profesores usan los teléfonos inteligentes para obtener retroalimentación instantánea de los alumnos a través de encuestas o juegos. Y los estudiantes pueden acceder a diversos documentos electrónicos como libros, realizar búsquedas de información o actividades en línea para practicar temas y fortalecer habilidades en muchas áreas de manera más rápida, cómoda y segura.
Para Fabiola Saéz y los autores del estudio, conocer los patrones de uso de smartphones en universitarios es valioso para el éxito de la incorporación de las metodologías de aprendizaje en línea y planificación de actividades, para que se programen considerando las horas en que los estudiantes tienden a estar más conectados o se promuevan las instancias a las que más acceden. Eso puede promover una mejor transición hacia el B-learning que se instauró o instaurará en las instituciones en tanto la situación sanitaria mejora y que muchos expertos proyectan que llegó para quedarse al percibirse el desenvolvimiento en pandemia como un acelerador de la esperada transformación digital en educación.
La investigadora releva que futuros trabajos deberían ahondar en los motivos a la base de los patrones y en otras aristas del M-learning como la facilidad de su uso o el rendimiento académico, además de explorar otros grupos distintos a carreras Stem.