Proyecto desarrollado por corporación de estudiantes y profesionales UBB construirá uno de estos sistemas para tratar aguas servidas, basados en el trabajo investigativo del académico Pedro Cisterna en esta materia.
Económico, ecológico, sustentable y sostenible. Eso caracteriza al “Sistema colectivo de humedal sanitario” que se instala en el campamento Recoleta Bajo-La Serena de Talcahuano para beneficiar a 35 familias a través del trabajo desarrollado por la corporación “Emergente, Arquitectura Práctica” que integran alumnos y profesionales de la Universidad del Bío-Bío (UBB), que es posible tras adjudicarse un Innova Fosis 2021 y cuenta con la colaboración de la comunidad.
Esta iniciativa se basa en la construcción de un humedal que recibirá las aguas residuales que se generen en el campamento para tratarlas y que podría reutilizarse para riego e incluye la construcción de un baño comunitario que estará conectado al sistema. La idea surgió para solucionar el problema de falta de sistema de alcantarillado o eliminación de aguas servidas del asentamiento, pese a existir hace más de tres décadas y como se vive en todos los de este tipo, manifiesta Francisca Inostroza, estudiante de Arquitectura UBB y miembro de la corporación.
La integrante de la misma carrera y organización Constanza Rojas, añade que la necesidad fue manifestada por la población luego que trabajaran en el campamento ubicado en el Cerro Zaror, junto a una quebrada. Además del nulo acceso a servicios básicos y sanitarios, la zona que recibe las aguas residuales es foco de plagas, infecciones y malos olores, lo que arriesga la calidad de vida y salud de las personas. Algo que se solucionará con el trabajo que también busca dar una solución paisajística al recuperar un espacio para contribuir al bienestar integral de la comunidad. “El humedal sólo trae beneficios, atrayendo fauna, incentivando la flora y la preservación del espacio”, resalta.
El proyecto se basa en un sistema propuesto por el doctor Pedro Cisterna, académico del Departamento de Ingeniería Civil y Ambiental UBB, quien ha desarrollado una línea de investigación sobre humedales artificiales como solución sanitaria, desde la generación de conocimientos hasta su construcción. Como resultado, hay un parque de 25 humedales sanitarios en la Región del Biobío, familiares y colectivos. “El más grande mide 1.200 metros cuadrados y sirve a una población de más de 1.500 personas de una localidad de Quilleco”, cuenta.
La solución traslada la experiencia natural a una artificial para tratar aguas servidas, replicando las características y mecanismos de los humedales, resalta. Estos ecosistemas pueden enfrentar descargas de agua de todo tipo, desde unas muy amigables hasta otras contaminadas que son capaces de filtrar gracias a procesos físicos, biológicos y químicos propios de las funciones de la rica biodiversidad que albergan y promueven, desde su suelo hasta flora, fauna y microorganismos como bacterias. Además, en los humedales se produce oxígeno y absorbe dióxido de carbono.
El funcionamiento se explica como el viaje del agua servida; inicia con un agua contaminada cuyos residuos sólidos son atajados y sedimentados, siguen avanzando partículas más pequeñas o solubles que se van filtrando por distintos fenómenos y algunos se biodegradan por acción de bacterias. “Al final del viaje del agua servida se obtiene una descontaminada que puede usarse en riego de césped o árboles”, afirma el académico. Y junto a su grupo de investigación han desarrollado y patentando una tecnología en base a radiación solar que, tras dicho proceso, desinfecta el agua para su uso en todo tipo de riego como el de hortalizas, que es más crítico.
Pero, pese a ser simple, fácil de mantener y con múltiples beneficios, el profesional cree que los humedales artificiales sanitarios son novedosos en Chile y el mundo en general, sin usarse con la intensidad necesaria dadas sus cualidades versus soluciones más tecnologizadas, pero de mayor impacto, pero también piensa que el momento de calentamiento global y cambio climático, que demanda reducir las emisiones de carbono y mayor sustentabilidad ambiental, puede y debe ser un impulsor para aprovechar este tipo de soluciones basadas en la naturaleza.
“Emergente, Arquitectura Práctica”, relatan Constanza Rojas y Francisca Inostroza, nació en 2020 por iniciativa de estudiantes de Arquitectura UBB que se unieron de manera autofinanciada para aportar a mejorar las condiciones y calidad de vida en los campamentos a través de soluciones prácticas como reparaciones de las viviendas.
La labor les permitió adentrarse en la compleja realidad de estos asentamientos, lejana y desconocida para muchos, e Innova Fosis fue la oportunidad de dar respuestas más amplias e integrales que esperan replicar en tanto como organización vayan evolucionando.
Información para recibir donaciones o sobre su quehacer y llamados a que se sumen estudiantes o profesionales son publicados en sus perfiles de Instagram @emergente.arq y en Facebook.