Estudio UdeC busca tener un fármaco para tratar las intoxicaciones etílicas

27 de Agosto 2021 | Publicado por: Natalia Quiero
Fotografía: Archivo

Las agudas son el principal trastorno orgánico que induce el etanol, usado en las muy consumidas bebidas alcohólicas. Puede ser mortal y no hay antídoto para inhibir o revertir sus efectos, sino sólo manejo paliativo de sus manifestaciones.

La Intoxicación Etílica Aguda (IEA) es el trastorno orgánico más común que induce la ingesta de alcohol etílico, el que está a mayor alcance de la población al usarse en las bebidas alcohólicas. Un cuadro que puede producir una serie de signos o síntomas y comprometer el funcionamiento del organismo, con daños que podrían llevar a un estado irreversible y a la muerte.

El alcohol es depresor del sistema nervioso central y cuando sus niveles son muy altos puede afectar áreas del cerebro que controlan respiración, ritmo cardiaco o temperatura corporal que podrían dejar de funcionar, entre otros efectos de la ingesta masiva. Así, muchas personas llegan a salas de urgencia del mundo tras sufrir una IEA con manifestaciones como vómitos, respiración irregular y/o lenta, hipotermia o inconsciencia, que podrían tener complicaciones como deshidratación y ahogamientos, por ejemplo. Ante esto, los equipos de salud ponen sus esfuerzos en salvar esas vidas a través de manejos que incluyen hidratación y oxigenoterapia junto a vigilar los pacientes y su evolución. Es que “para muchos venenos hay antídotos, pero para intoxicaciones con etanol sólo existen tratamientos paliativos”, afirma el doctor José Leonardo Guzmán, académico del Departamento de Fisiología de la Facultad de Ciencias Biológicas de la Universidad de Concepción (UdeC).

Y hallar un antídoto para recuperar más rápido a quienes sufren una IEA, ayudando a ahorrar tiempo valioso y recursos, es un reto científico en que se ha enfocado y en el que avanzará con “Efecto inhibidor de moléculas m809_4 y M809_5 sobre alteraciones neuronales y de coordinación motora producidas por etanol”. La propuesta fue una de las 13 que este 2021 se adjudicó financiamiento de la Vicerrectoría de Investigación y Desarrollo de la UdeC.

El trabajo

El estudio durará dos años, en los se avanzará en pruebas biológicas a derivados de las moléculas que potencialmente podrían ser fármacos para inhibir y hasta revertir los efectos de las intoxicaciones etílicas.

El doctor Guzmán cuenta que la antesala son dos investigaciones financiadas por el Fondecyt de la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo; la última cerró en 2020. En la primera, junto a su grupo descubrieron las moléculas en que se evidenció su rol en inhibir efectos de intoxicación etílica. “En el segundo pudimos mejorarlas y hacerlas más potentes”, afirma. El trabajo actual verificará si los derivados mejorados tienen más poder que la molécula original para su posible uso como fármaco: “los indicios demuestran que sí”, asegura.

El horizonte que se mira con los resultados esperados es que las moléculas sean de interés para la industria farmacéutica para que las desarrollen como un medicamento que pueda estar disponible en el sistema sanitario para usarse en pacientes con IEA y salvarles más rápido.

Educar en el consumo

Tener la línea de investigación radica en que las IEA son parte del problema de salud pública global del consumo nocivo de alcohol, con importantes repercusiones sociosanitarias, causa de decenas de enfermedades y de más de 3 millones de muertes en el mundo cada año (Organización Mundial de la Salud). Esta ingesta implica variables como cantidad y/o frecuencia. Las consecuencias se asocian a que la exposición crónica al alcohol, sustancia que puede provocar dependencia, genera daños acumulativos que desencadenan patologías como cirrosis hepática o de salud mental y efectos agudos que lleven a conductas riesgosas que causen accidentes o a IEA, afirma Guzmán.

Para él, mucho se relaciona con la longeva aceptación sociocultural del alcohol como droga lícita y falta de conocimiento o consciencia sobre sus efectos, por lo que cree clave asumir que su consumo es una realidad y educar para uno responsable, principalmente a adolescentes y jóvenes, a lo que ha buscado contribuir dando charlas de la mano de sus estudios. La razón es que según diversos informes la ingesta parte entre los 13 y 15 años en Chile y opina que el desconocimiento es punta de lanza para el abuso, el que es común ver en reuniones sociales donde se bebe a destajo, muchos llegan a la ebriedad y a comportamientos de riesgo y hasta a “apagones de tele” (forma coloquial en Chile para referirse a lagunas mentales o inconsciencia que induce la ingesta masiva).

Límite al que no se debe llegar, pues destaca que “hay que quedarse con muy poca cantidad de alcohol en sangre para que sea seguro” y la recomendación es de una porción diaria para mujeres y dos para hombres como máximo. “Cuando una persona está perdiendo la capacidad de tener reflejos o equilibrio, de pararse, caminar o hablar es un grado de intoxicación en que hay que detener el consumo”, asevera. Son efectos que dice que una persona puede notar, pero vertiginosamente se puede transitar hacia pérdida de control y de la consciencia: “y eso es estar a unos milígramos de una intoxicación profunda y de la muerte”, advierte para cerrar.