La entidad actuará para que se cumpla lo que establece el convenio internacional que Chile ratificó en 1975 y vela que el comercio de animales y plantas no amenace su conservación. La sede Biobío se ocupará de vigilar en materia de especies leñosas.
En 1975 Chile ratificó la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestre (Cites), de la que participan más de 180 países y vela para evitar el tráfico y que la comercialización de animales y plantas no arriesgue la subsistencia de las especies para preservar la biodiversidad del planeta.
La explotación, caza y/o tala indiscriminada, y en muchos casos ilegal, están entre las principales amenazas asociadas, histórica y globalmente, a la pérdida de diversidad biológica al punto de llevar a miles de especies a una categoría de vulnerabilidad en su conservación, muchas al borde de la extinción. Ante esa realidad, evidenciada hace muchas décadas, surgió este convenio mundial que en la actualidad protege a más de 37 mil especies de fauna o flora. Y para ese segundo reino en Chile es el Instituto Forestal (Infor), adscrito al Ministerio de Agricultura, el designado como autoridad científica Cites, es decir, la entidad que actuará para que se materialice la protección de especies que integran los mandatos del acuerdo, donde la Corporación Nacional Forestal (Conaf) es la autoridad administrativa a la que debe apoyar para la toma de decisiones desde su experticia.
Álvaro Sotomayor, doctor en Ciencias Forestales y gerente de la sede de Infor para Ñuble, Biobío y Araucanía, ubicada en San Pedro de la Paz, cuenta que la responsabilidad que tienen es resguardar a la Flora Leñosa (o Forestal o arbórea) que en Cites para Chile incluye a la Araucaria (Araucaria araucana), Alerce y Ciprés de la Guaitecas. Estas han sido siempre el foco de la preocupación en el marco del acuerdo, pero destaca que, de la mano de la creación de la Ley Cites, también se actuará para proteger a la Flora No Leñosa (o No Forestal) de la que forman parte las Cactáceas (más de 100 especies), Dicksonias (2 especies), Euphorbias (4 especies) y Orquídeas (1 especie).
Particularmente, la sede local de Infor estará a cargo del apoyo científico en flora arbórea y sobre la no leñosa operará la sede de La Serena. Esto, porque el organismo, con 6 sedes a lo largo de Chile y desde las que abarcan todo el país, dividió estratégicamente el accionar en pos del cumplimiento del Cites según el tipo de especies, resalta.
La gran responsabilidad que la entidad tiene como autoridad científica es abordar aspectos vinculados a proveer información que asesore y apoye la labor de Conaf en temas como la exportación de especies, custodiando que se cumplan los permisos y regulaciones. Al respecto, el doctor Sotomayor ejemplifica como un reto el analizar e identificar si las maderas que van a exportarse o comercializarse provienen de flora leñosa protegida o no; en el primer caso debe ser decomisada y es motivo de sanción. “Debemos hacer un catastro continuo de nuestros bosques nativos para evidenciar si hay corte ilegal de especies protegidas que sanciona la Conaf”, agrega. Otra tarea que destaca es estar analizando el estado de la flora, particularmente de interés comercial, para verificar si su utilización va derivando en amenaza a la conservación de especies para contribuir al uso más sustentable de los recursos naturales del país.
Y para la autoridad local la misión no es sólo preocuparse de que desde Chile no se genere tráfico de flora protegida, sino también de que el comercio interno se dé en el marco de la ley. También es importante verificar que las solicitudes de internación de especies de flora mundial no transgredan el Cites.
Para todo lo anterior, la primordial misión es la constante indagación y generación de conocimiento que disminuya las brechas de información actuales o potenciales que pudieran existir y terminen por perjudicar la más adecuada toma de decisiones y, sobre todo, la preservación de la flora nativa.
Que Chile ratificara Cites hace más de cuatro décadas fue una acción concreta para cuidar y conservar la biodiversidad nativa, muy alicaída tras muchísimos años de manejo no sustentable de los recursos naturales y distintos procesos sociales y vacíos en las leyes que no hicieron más que desproteger la fauna y flora chilena que hoy se resguarda a través de distintas regulaciones y recursos legales para evitar llegar al punto de no retorno que es la extinción de especies, de perder riqueza biológica irrecuperable.
Reto en el que se avanza, cree el doctor Álvaro Sotomayor. Para mirar la realidad con optimismo va al pasado, varios siglos y décadas, para recorrer la historia que comenzó con la colonización y expansión de habitantes por Chile, sobre todo en el centro y sur. El territorio estaba cubierto por millones de hectáreas de bosque y otros ecosistemas, y muchas se cortaron y hasta quemaron, incentivado por políticas, para construir asentamientos humanos y tener suelos para ganadería y agricultura, actividades clave para el desarrollo y subsistencia económica de las comunidades antaño y hoy. Además, muchas especies arbóreas nativas se explotaron para obtener recursos como madera. Y por el crecimiento poblacional y el progreso, la industrialización, construcción de carreteras y urbanización fueron ganando terreno en los ecosistemas nativos.
Los hechos de la historia “perjudicaron mucho a nuestro bosque nativo, se fragmentó y perdió”, reconoce, pero también que los procesos se frenaron por factores como la ley forestal de la década de 1960, que reguló el uso del bosque nativo. También se incentivó la plantación forestal para reforestar suelos erosionados por el uso intensivo en agricultura y ganadería, siendo hoy la actividad forestal una de las grandes economías del centro-sur chileno, sobre lo que afirma que “hay 2,3 millones de hectáreas de plantación forestal. Somos uno de los países que más ha plantado en suelos muy erosionados y establecer plantaciones permitió dejar de depredar al bosque nativo y quitarle presión, porque en los ‘60 gran parte de la madera usada provenía de este y hoy 99% de la madera viene de plantas forestales”. Suma diversas acciones como plantar especies nativas para compensar y reforestar, recuperar o restaurar ecosistemas.
Como resultado resalta que “hace 20 años la estadística decía que teníamos 13,5 millones de hectáreas de bosque nativo y hoy son 14,6, por lo que se ha ido recuperando e incrementando de forma natural y con los cuidados que le hemos dado”. Y añade que “en Chile se puede usar el bosque nativo con fines madereros o extraer productos forestales no madereros como hongos y líquenes, pero con un plan de manejo autorizado por Conaf”.
De ahí que Sotomayor esté convencido de que el trabajo para cumplir Cites se da bajo el paragua de contar con una buena legislación, éxito de estrategias para resguardar la flora nativa y más consciencia.
Eso sí, los avances no significan que Chile pueda descuidarse. Hay que seguir trabajando para que los avances aumenten, mejorando cada vez más las leyes, porque hay brechas, y con más acciones que incrementen la masa de ecosistemas nativos. Y también es crucial sensibilizar a la sociedad sobre la importancia de conservar la flora y castigar a quienes violan la ley. “Aún hay gente inescrupulosa que sigue cortando o talando bosques nativos de manera ilegal”, lamenta. Y si eso existe es porque hay mercado, por lo que clave es que la ciudadanía actúe como ente fiscalizador y tenga conductas que desincentiven la explotación irregular, como no adquirir productos de los que no conoce su procedencia y menos si sabe que provienen de una especie protegida como la araucaria o alerce y denuncie. “Cuidar y resguardar el bosque nativo, la flora y la fauna, el suelo y el agua, es labor de todos”, asevera.
Lo que Infor haga como autoridad científica de Cites materializa la misión por la que trabaja desde que comenzó como Proyecto de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en 1961 y que en 1965 se creó oficialmente por el Gobierno de Chile, con el objetivo principal de hacer a los recursos forestales nacionales más valiosos.
Sobre el quehacer hoy, Álvaro Sotomayor destaca programas de investigación y desarrollo para tener prácticas de manejo forestal sustentable y mejorar el manejo del bosque nativo y aportar a su conservación. “En Biobío tenemos un centro tecnológico dedicado a investigar cómo reproducir adecuadamente ciertas plantas para llevarlas al campo y aumentar su masa florística”, cuenta. Además, hay iniciativas de preservación y mejoramiento genético de flora con material que se conserva en bancos genéticos in vitro. También hay bancos genéticos vivos de araucaria, afectada por una plaga en los últimos años que se atribuye como efecto del cambio climático, establecidos a través de un plan de migración asistida, comenta. Para ello se recolectó material genético y semillas y en laboratorios se reprodujeron 60 mil plantas que se han llevado a sitios donde no está la plaga para su conservación. Uno de los bancos está en la costa de Arauco.
Para llevar adelante mucho de los trabajos, Infor establece vínculos con empresas, centros tecnológicos y la academia. Y para la sede local, de cara a todos los territorios que abarca, una de las colaboraciones de suma relevancia es la que mantienen con la Universidad de Concepción. Al respecto, Sotomayor releva la alianza en proyectos de restauración de cuencas, reproducción de plantas y de construcción con madera, entre otros diversos de alto valor.
*La fauna y la flora que protege Cites se divide entre tres apéndices, que tienen que ver con la categorización del riesgo y amenaza en la que se encuentra cada especie en el mundo en general o en un país o zona en particular.
*Cites regula el comercio de ejemplares vivos o como vestuario, artículos o hierbas disecadas. El tráfico y la sanción no sólo incluye comerciar con individuos completos, sino también con sus partes.