Trabajo liderado por Incar UdeC enfocado en los eventos de marea roja, y potencial impacto para la industria y de esta, releva necesidad de considerar riesgos climáticos y el enfoque ecosistémico.
La urgencia de integrar de manera sistemática la capacidad científica para el análisis de riesgo y predictiva de floraciones algales nocivas (FAN) que existe en Chile para la toma de decisiones y generación de estrategias como clave para hacer más sustentable a la industria salmonera aborda el artículo “Advertencias científicas podrían reducir la mortalidad de los salmones en granjas de cultivo por floración de algas nocivas”, publicado recientemente en Marine Policy.
La doctora Doris Soto, investigadora del Centro Interdisciplinario de Investigación en Acuicultura Sustentable (Incar) de la Universidad de Concepción (UdeC), lidera el paper que plasma propuestas para favorecer a la industria nacional, la segunda más importante del mundo y que se concentra en la zona sur, y al ambiente natural donde se da la actividad. Todo basado en evidencia surgida desde su propio trabajo que alude a un hecho reciente. En abril de 2021, en el fiordo Comau, donde operan centros de cultivos de varias empresas, se produjo un magno e intenso evento de FAN, conocidos en el país como marea roja, con consecuencias medioambientales y económicas relevantes, estimándose las pérdidas en 5 mil toneladas de peces. Una combinación de condiciones climáticas y posiblemente antrópicas (humanas) fueron gatillantes y/o agravantes del fenómeno que “cumplió nuestra predicción”, sostiene.
Y es que en dos estudios previos, con resultados publicados en 2020, esta zona fue una de las catalogadas de alto riesgo de FAN, afirma, por lo que pueden volver a ocurrir allí y en otras áreas sureñas. El primero se desarrolló junto a WWF Chile y propone tener un enfoque más ecosistémico en la gestión de la acuicultura e hizo un análisis de riesgo preliminar comparativo de eutroficación de cuerpos de agua que se usan para la producción de salmones. El segundo se elaboró en el marco del “Atlas de Riesgos Climáticos” impulsado por el Ministerio de Medio Ambiente, disponible en arclim.mma.gob.cl y se incentiva a revisarlo, pues podría permitir generar medidas oportunas que prevengan o mitiguen peligros.
Riesgos y propuestas
Cada trabajo abordó frentes particulares y la realidad es que varios factores ambientales o climáticos se combinan para producir una FAN, pero la doctora Soto destaca la menor tasa de ventilación y recambio del agua en los cuerpos. “Estos dependen mucho de la cantidad de agua dulce que ingresa y, por tanto, en la medida que entra menos, circulan menos y se produce más estratificación de los ecosistemas, existiendo condiciones más propicias para que se generen FAN”, apunta. Así, afirma que el principal forzante climático hoy y de cara al futuro es la disminución en precipitaciones y la sequía, habiendo una desde 2010 en Chile asociada al cambio climático y las predicciones son que el fenómeno seguirá ocurriendo y probablemente con mayor intensidad y/o frecuencia.
La cantidad de nutrientes disponibles en el cuerpo de agua es otra variable. Y aquí las condiciones naturales empiezan a hacer una nociva sinergia con el impacto directo de la actividad humana, indirecto al ser responsable del calentamiento global que está acelerando el cambio climático, pues en un ambiente como Comau la salmonicultura sería el factor más importante ingresando nutrientes al ecosistema a través de fecas y excreción de peces. Por eso, “la biomasa de salmones que se cultiva en estos cuerpos de agua produce nutrientes que consideramos un elemento del riesgo, porque los nutrientes pueden, si no gatillar, facilitar la extensión y permanencia de algunas FAN”, advierte. Algo sobre lo que enfatiza la urgente necesidad de profundizar con investigaciones, pues reconoce que “no tenemos absoluta certeza de que los nutrientes de la industria salmonera influyan en las mareas rojas, pues no ha habido estudios que permitan evaluar de manera precisa el efecto de estos”.
Desde allí, se detiene en la propuesta y necesidad “de hacer una evaluación con un enfoque ecosistémico, es decir que mire y analice la capacidad de los ecosistemas” en cuanto a la carga de producción que puede soportar una zona según sus condiciones a la hora de hacer estudios de impacto ambiental de los centros de cultivo previo a su emplazamiento y periódicamente, pues el sistema de evaluación de impacto ambiental (Seia) no considera el transporte potencial de nutrientes o materia orgánica más allá de las jaulas de peces. Desde una toma de decisiones basada en evidencia científica, la industria y los reguladores están frente a la oportunidad de evolucionar hacia una producción que entiende, se hace cargo y mitiga sus efectos en el ambiente y que no sólo atiende su operación e impactos acotados al centro de cultivo, enfatiza.
La experta recalca que también sugieren que en dichos ambientes haya un monitoreo de distintas variables climáticas y ambientales que sea intensivo y ajustado al nivel de riesgo en miras a la alerta temprana de FAN, además de tener áreas marinas protegidas para monitorear paralelamente potenciales efectos del cambio climático para evaluar su impacto de manera independiente a la salmonicultura y otros factores antrópicos.