El académico advierte que se trata de un sistema complejo y de funciones vitales hoy tan dañadas o amenazadas como su soporte natural.
Pensar en el suelo, probablemente, lleve a pensar en una superficie que se pisa y que sostiene. Y eso en lo concreto no está errado, pero es apenas una primera luz de las enormes implicancias de este en la naturaleza, para el planeta y la humanidad. Ello se busca sensibilizar con el Día Internacional de la Conservación del Suelo, que se celebra cada 7 de julio desde hace décadas y se hace más necesario conforme pasan los años, ya que el cambio global, todas las modificaciones que la actividad humana ha generado en el sistema planetario, está latente en los suelos que cada vez están más degradados y así su vital funcionamiento.
Si se definiera, en pocas palabras, la síntesis es una base para la vida de flora y fauna, incluyendo al humano. Marco Sandoval, doctor en Ciencias Ambientales, director del Departamento de Suelo y Recursos Naturales de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Concepción (UdeC), explica que “el suelo es un sistema complejo donde interactúan factores físicos, químicos y biológicos con muchas funciones”, tanto ecológicas y ambientales como económicas y sociales, que pueden variar según tipo de suelo.
“El suelo es capaz de sostener ecosistemas naturales y productivos”, destaca. De manera natural el suelo no necesita al humano para funcionar, mas el humano sí y por varias razones. “Necesitamos al suelo para alimentar a la humanidad: la mayoría de los productos vienen o están de alguna manera soportados por el sistema suelo”. También resalta su “gran capacidad de almacenamiento de nutrientes para plantas y animales, y que el hombre va a aprovechar” y “su rol en el ciclo hidrológico, en la purificación y ser gran contenedor de reservas de agua útil para plantas, ecosistemas y humanidad”. No es menor su función como “reservorio del carbono, muy ligado el calentamiento global, por lo que en la medida que favorecemos el secuestro de carbono dentro del suelo estamos mitigando este fenómeno”, afirma.
Y el humano, en su inexorable dependencia al suelo, es responsable de los grandes daños a este sistema. En Chile y en particular en la zona centro-sur, su estado es preocupante en muchos territorios y los cambios en el uso de suelo, ocupándose vastas áreas de ecosistemas nativos para fines forestales o agropecuarios junto con el mal manejo están entre las principales razones de erosión antrópica, degradación y pérdida de suelo que advierte Marco Sandoval.
Monocultivos, uso de insecticidas, herbicidas y fertilizantes químicos o actividades productivas extractivistas e intensivas han provocado pérdida del potencial del suelo. “En la Cordillera de la Costa más del 60% está afectada por algún grado de erosión. En la precordillera de Los Andes, estudios de la década de 1990 ya acusaban pérdidas importantes por erosión dado un manejo no sustentable de actividades agrícolas y forestales que se concentran allí”, releva.
Y mucho suelo se ha perdido por urbanización o construcción de carreteras y el académico también menciona daño por incendios forestales y a fenómenos como la sequía (disminución de precipitaciones y caudales) como degradantes.
Marco Sandoval sabe que hay prácticas que hoy se reconocen nocivas, que en tiempos pasados había desconocimiento, pero también que el conocimiento se está acumulando hace décadas de la mano del trabajo de científicos del mundo, Chile y la UdeC, con diversos investigadores y proyectos exitosos vinculados a buenas, sustentables y sostenibles prácticas, entre las que menciona la agricultura de mínima labranza o desarrollo de productos biológicos para fertilizar o controlar plagas. “Esto no es teoría ni investigación: hay trabajos importantes con sectores agrícolas que demuestran que podemos hacer las cosas mejor”, asevera.
El conocimiento está disponible para implementarlo, intervenir y que sea sustento de la toma de decisiones para avanzar, sobre lo que manifiesta que “todas las funciones del suelo justifican que haya políticas públicas robustas para conservar y sobre todo favorecer su potencial para sostener ecosistemas naturales y productivos”, pues dice que se está al debe, si bien hay propuestas de legislaciones y su anhelo es que prosperen y, sobre todo, que el proceso constituyente que vive Chile derive que “la Nueva Constitución incluya la obligatoriedad de conservar o potenciar este tremendo recurso que la naturaleza nos da”, sostiene. Algo que no puede desvincular con la trascendencia de educar sobre el cuidado, sustentabilidad y sostenibilidad del suelo, tanto a nivel universitario con quienes se estudian en pre y postgrado en carreras afines como también en escolares para formar a las nuevas generaciones y sociedad del futuro con otra consciencia.