Investigación, publicada en Landscape Ecology, fue realizada al alero del Laboratorio de Ecología del Paisaje y muestra aspectos como dinámicas y vacíos, evidenciando retos científicos.
Un análisis cienciométrico que sistematizó la evidencia científica disponible sobre los impactos ecológicos del cambio del paisaje provocado por la actividad humana en Chile entrega “Evolución y tendencias de investigación emergentes en los impactos ecológicos del cambio de paisaje: perspectivas desde un hotspot de biodiversidad chileno”, estudio cuyos autores son Camilo Hernández y Cristian Echeverría, investigador y director del Laboratorio de Ecología de Paisaje (LEP) de la Universidad de Concepción (UdeC), respectivamente, y Cara Nelson, investigadora de la Universidad de Montana.
Hernández es el autor principal del trabajo que realizó desde 2019 como tesista del Magíster en Ciencias Forestales UdeC y cuyos resultados fueron publicados en la revista Landscape Ecology. Y, para profundizar en ellos, primero explica que al hablar de diversidad biológica o biodiversidad existe una organización jerárquica que va del nivel genético a especies, comunidad, ecosistema y paisaje. “El pasaje se entiende como un todo, un mosaico heterogéneo de diferentes elementos”, aclara. Los niveles se caracterizan según los atributos ecológicos de composición, estructura y función.
Desde 1990, cuando comenzaron, y hasta 2019, 119 estudios reportaron los impactos de los cambios del paisaje en la biodiversidad en Chile, siendo las jerarquías ecológicas inferior y superior, gen y paisaje, las menos investigadas. En tanto, destaca que “gran parte de las investigaciones nacionales sobre las consecuencias del cambio en el paisaje están centradas a nivel de especies y población”. Explica que esto es tomar una especie nativa e investigar cómo han cambiado sus poblaciones, si ha aumentado o reducido su riqueza, por la sustitución de bosque nativo por plantaciones de especies exóticas, por ejemplo. “Esto es aplicable, principalmente, a avifauna y mamíferos”, precisa.
Además, de los tres atributos que caracterizan a la biodiversidad, la composición fue el más evaluado mediante la comparación de la abundancia relativa y riqueza de especies de aves y plantas entre bosques nativos intactos y degradados por humanos.
El estudio también identificó dos tendencias emergentes de investigación. “A mediados de los 2000 (2006), surgió en Chile la primera investigación que usó herramientas de análisis espaciotemporal para revelar cómo el paisaje había cambiado en las últimas décadas. Por ejemplo, cómo se había movido el bosque nativo desde ciertos lugares a otros y cómo han aumentado las plantaciones forestales (principal resultado del estudio)”, cuenta el investigador. “Al final de los 2000 aparecieron las dos primeras investigaciones que revelan cómo el cambio en el paisaje afecta en procesos del ecosistema, principalmente la provisión del agua. A partir de ahí hubo un vacío, pero hacia la actualidad han surgido varios”, añade.
Explica que todos los ecosistemas, naturales y de origen antrópico (establecidos por el hombre como los agrícolas o forestales), cumplen funciones que se traducen en lo que se conoce como servicios ecosistémicos. “La naturaleza nos entrega bienes y servicios que son tangibles e intangibles y muchas veces imperceptibles”, resalta. En los primeros menciona la madera y en los segundos, de trascendencia vital e íntimamente ligados al bienestar humano, ejemplifica que “los ecosistemas boscosos purifican el aire, retienen partículas de polvo, capturan CO2 o regulan el ciclo hidrológico y cauces de agua”.
De ahí que resalte el cambio de paradigma evidenciado y el reto de seguir avanzando en estudios de impactos en múltiples jerarquías ecológicas y sobre todo en la provisión de servicios ecosistémicos vinculados al cambio del paisaje por motivos como cambio de uso de suelo (reemplazo de ecosistemas nativos para usos en agricultura o forestales). Sobre esto, asevera que “en Chile muy pocos estudios abordan cómo cambios en el uso de suelo y la cobertura de estos afectan la provisión de servicios ecosistémicos y cuando uno sube otro baja: si sube la provisión de madera mediante plantaciones forestales, baja la biodiversidad, porque las plantaciones no son capaces de albergar la cantidad que un bosque nativo”.
Lo esencial, manifiesta, es que generar estas evidencias y que sean consideradas permitirá diseñar estrategias y políticas públicas más efectivas para mitigar los impactos de los cambios y, así, conservar la biodiversidad y sus funciones para resguardar el bienestar humano.
Camilo Hernández cuenta que para desarrollar la investigación se identificaron los principales temas, tendencias emergentes, hallazgos primarios y principales impactos del cambio de paisaje sobre la biodiversidad chilena.
La conceptualización fue la base para alimentar CiteSpace, software que permite visualizar y analizar tendencias y patrones en la literatura científica y representar dominios del conocimiento y su evolución en el tiempo, teniendo como resultado una sistematización objetiva. “CiteSpace nos arrojó una red de conectividad entre las diferentes investigaciones que existen en el tema, desde su origen a inicios de la década del ‘90 a la actualidad”, cierra.