Cada17 de mayo, el Día contra la Homofobia, Transfobia y Bifobia celebra que en 1990 la OMS sacó la homosexualidad como desorden mental, pero quedan prácticas y creencias arraigadas en el quehacer médico. Colmed de Concepción junto a la UdeC organizó conversatorio para reflexionar e impulsar cambios.
Este 17 de mayo se celebró el Día Internacional contra la Homofobia, Transfobia y Bifobia que busca promover acciones que combatan toda discriminación que afecte a personas homosexuales, transexuales y bisexuales y avanzar en sus derechos a nivel global. Y miles se suman, en Chile y el mundo, a la efeméride que recuerda que en esa fecha, en 1990, la Organización Mundial de la Salud (OMS) eliminó de la lista de enfermedades mentales a la homosexualidad.
Conmemoración y activismo necesarios, pese al progreso, a la existencia de legislación antidiscriminación, como la conocida “Ley Zamudio” en Chile, la discriminación y violencia siguen existiendo en múltiples ámbitos de la sociedad contemporánea. El desconocimiento y creencias erróneas perduran y la patologización de la diversidad sexual no se ha erradicado.
Quienes ejercen el rol médico están interpelados a hacerse cargo y lo han asumido desde el recién conformado Departamento de Género, Diversidad y Salud del Colegio Médico (Colmed) Regional de Concepción, presidido por la médica Verónica Elgueta Casanova, que este 19 de mayo realizó el conversatorio “(Des) patologización Lgbtiq+: desafíos pendientes en salud”, organizado junto al Departamento de Salud Pública de la Facultad de Medicina de la Universidad de Concepción (UdeC). Elgueta, con emoción, cuenta que casi 50 personas se unieron a la instancia definida como de reflexión colectiva para construir nuevos caminos hacia un acompañamiento en salud comprometido con respetar todas las expresiones de la sexualidad y el género, arrancando añejas equivocadas concepciones y prácticas.
Un espacio atingente e ineludible, ya que, aunque hace 31 años la OMS zanjó la discusión, “31 años para el mundo médico no es tanto tiempo y, probablemente, muchos de nuestros formadores se formaron pensando que ser homosexual, lesbiana, bisexual o intersex, por ejemplo, era parte de una patología”, sostiene. En efecto, “una cosa es lo formal y otra lo que pasa dentro de la cultura médica y de salud, del currículo oculto en las carreras. La patologización puede no estar en el papel, pero de alguna manera se sigue enseñando”, manifiesta Catalina A. Mura, médique, máster en Estudios de Género, docente de Salud Pública UdeC e integrante del Departamento de Género, Diversidad y Salud del Colmed Regional Concepción, que expuso en el conversatorio.
Y si se sigue enseñando se aprende y luego podría ponerse en práctica. Por eso, parece increíble, pero Elgueta asegura que en 2021 todavía se realizan terapias de conversión (reorientación sexual), aunque expertos la reconocen de dañina. Desde su experiencia, Mura cuenta que “alguna vez tuve la idea, porque me lo enseñaron, que ser bisexual sumaba al trastorno de personalidad borderline. Entonces, quizá no es la ‘etiqueta dentro del catálogo Lgtbiq+’, sino una cultura que asocia no ser heterosexual o cisgénero a estar enfermo o no ser normal”. Lo cierto es que el quehacer médico está muy apegado a la norma, lo que se supone debería ser, y esta “ha sido muy criticada por las disidencias sexuales, porque nos alejamos de esa norma de una manera reivindicativa, no asociándolo a una patología o condición que nos haga menos personas”, resalta.
También hay quienes dependen de la patologización para su bienestar. “En salud trans se ofrecen muchos servicios hacia esa población y todavía se patologiza mediante ciertas categorías. Una discusión abierta dentro del gremio y de la comunidad es el concepto de disforia de género, pero si hay una claridad es que la patologización sigue siendo una vía -y se depende de esta- para acceder a servicios de salud”, asevera Mura.
Algo que le hace advertir que orientaciones no heterosexuales y de género binario, sobre todo en hombres, como la homosexualidad, son más aceptadas que las propias de la población trans, no binaria y/o del espectro asexual. Estas tienen, a la base, más conceptos que no son vastamente comprendidos y lo que no se entiende es más fácil rechazarlo, considerarlo anormal y como una patología a curar. “Creo que para el gremio médico es más fácil ponerlo como ‘lo otro’ y que es objeto de estudio: el paciente, lo que debo investigar y tratar”, opina.
Son muchos los retos en materia de medicina y salud para con la comunidad Lgtbiq+, pues las especificidades se suman a las violencias que enfrentan en la sociedad en general, lo que se traduce en diversas afecciones a su bienestar. La convicción es que la praxis se transforma desde la formación sobre temas de relevancia social, desde el pregrado y en diversas instancias formales u otras como el conversatorio.
“Es una deuda histórica hacia las personas con las que trabajamos aceptar que no tenemos hegemonía del conocimiento sobre las necesidades de salud que tenga la población en general”, plantea Verónica Elgueta, y a la base está el ejercicio médico como el que llega cuando hay una enfermedad que se debe tratar y no como promotor de la salud. La certeza es que reflexionar y cuestionar es un primer paso, es avanzar sensibilizando que siempre se puede aprender y desaprender, construir y deconstruir, ampliar la mirada y romper paradigmas, mejorar en el rol para mejorar la salud de las personas, que la OMS define como “un estado completo de bienestar físico, mental y social”.
El conversatorio realizado por el Departamento de Género, Diversidad y Salud del Colmed Regional Concepción es la primera actividad hacia la comunidad que realiza el estamento conformado a inicios de abril de 2021. La primera de muchas, esperan, pero que como iniciativa y naciente entidad no pudo materializarse en un contexto sociopolítico e histórico más relevante para el mundo y particularmente para Chile. No sólo se enmarcó en el Día Internacional contra la Homofobia, Transfobia y Bifobia, sino que en un momento en que el país está ad-portas de escribir su nueva Constitución de manera paritaria y con constituyentes que integran la comunidad Lgbtiq+, elegidos popularmente el pasado fin de semana.
De hecho, quienes han gestado el Departamento y lo conforman, cerca de 16 personas entre los más de 2 mil colegiados en el Biobío, así como el que existe a nivel nacional y los que se han desplegado en las filiales regionales en el último año, le reconocen como una respuesta a la realidad, como un aporte concreto para avanzar y, sobre todo, como necesario para construir un país inclusivo e igualitario.
“Se está visibilizando tanto la violencia de género contra la mujer como hacia las diversidades sexo-genéricas y, por supuesto, salud y el ambiente médico no es la diferencia. Nos parece que no podemos quedar atrás de los cambios sociales que están surgiendo”, manifiesta Verónica Elgueta Casanova. “Lo que vivimos ahora no es más que un eco de lo que pasa en la sociedad entera: pensar, integrar, poner en práctica la perspectiva de género y diversidad en nuestro quehacer médico”, sostiene Catalina A. Mura.
Es que que esas violencias y discriminaciones las viven en el propio quehacer médico, entre colegas y desde la formación de pregrado, y las definen como tan invisibilizadas como normalizadas, por ejemplo, en aspectos como que hay ciertas especialidades que no son propias a la mujer o que maternar y hacer turnos en un hospital no son compatibles. Además, las violencias de género y hacia las diversidades se materializan en el ejercicio profesional, en la atención y relaciones con los pacientes. Sensibilizar, implantar y fortalecer la perspectiva de género y diversidad es el desafío del Departamento, es la clave para desnormalizar las violencias y avanzar hacia su erradicación, creen.
El Departamento, así como cada uno de los que se conformen en Colmed a nivel central o regional, es una entidad técnica y asesora. Como tal, el trabajo es primordialmente interno, pero eso no significa que los resultados no trasciendan y no sólo porque se proyecta seguir realizando actividades abiertas a otros públicos como el conversatorio. “Nos hemos planteado la necesidad, desafío y responsabilidad social de generar espacios de pensamiento crítico y reflexión, donde podamos cuestionarnos las formas en que estamos haciendo medicina, en que nos vinculamos entre colegas y otros, en que nos hemos ido formando”, cuenta Elgueta, y “el trabajo que hagamos en el Colmed Regional, cómo vamos humanizando y aprendiendo en el camino de trabajar con perspectiva de género y diversidad, tiene repercusión en la salud de los usuarios de la red pública y privada”, asevera. “El Colmed es una institución gremial, lo que nos interpela hacia adentro en el sentido de las violencias patriarcales y asuntos en torno al género y diversidad que se ven dentro, pero también cómo lo tomamos desde la autocrítica y hacemos que la profesión y ejercicio médico sea desde una perspectiva de género y diversidad”, enfatiza Mura.
De Perogrullo suena, pero una clave está en la formación y currículums de las carreras médicas, tanto explícito como oculto, pues tal como la patologización de la diversidad sexual, “históricamente, en carreras de medicina en todo Chile y probablemente de todo el mundo, enseñamos lo contrario a la perspectiva de género y, de alguna manera, a reproducir ciertas violencias”, manifiesta. Cambiar desde esa base es crucial, innovando las mallas curriculares y las formas de enseñar para tener nuevas generaciones con otras miradas e ideales, pero no pueden no renovarse quienes ya están en ejercicio. En ese sentido, con su trabajo, el Departamento quiere aportar concretamente sembrando semillas de cambio.
Como las temáticas de género, diversidad y salud son tan amplias, también son los posibles aspectos para abordar, pero Elgueta reconoce que es irreal creer que todo se podrá abordar de manera simultánea, por lo que uno de los desafíos actuales del joven y empoderado Departamento es definir las áreas de interés y líneas de trabajo para poner el foco. Para eso, una de las posibilidades, cuenta, es encuestar en el Colmed Regional Concepción para reconocer sus bases y temas que se deberían priorizar para empezar a construir al camino de tener profesionales médicos que se relacionen entre sí y con la comunidad con perspectiva de género y diversidad.