Ciencia y Sociedad

Doctor Ángel Oñate: “La vacuna ha sido uno de los inventos más importantes”

Salvar millones de vidas y controlar patologías e incluso erradicar la viruela son los logros de este desarrollo que se relevan durante la "Semana Mundial de la Inmunización".

Por: Natalia Quiero 02 de Mayo 2021
Fotografía: Archivo

“Las vacunas nos acercan” es el lema de la Semana Mundial de la Inmunización 2021 (última de abril). Palabras que evocan el anhelo global tras el aislamiento que ha obligado a mantener la pandemia de la Covid-19 para prevenir la expansión de la enfermedad provocada por el Sars-CoV-2 que lleva más de un año acechándonos. Palabras que dan cuenta de la posibilidad que la vacunación ha dado a la humanidad moderna de protegerse frente a numerosas patologías contagiosas que hasta no hace tantas décadas devastaron a la población y sobre todo la infancia.

Por ello, “la vacuna ha sido uno de los inventos más importantes a nivel científico-tecnológico”, sostiene el doctor Ángel Oñate, jefe del Laboratorio de Inmunología Molecular y director del Departamento de Microbiología de la Facultad de Ciencias Biológicas de la Universidad de Concepción (UdeC). El inmunólogo no exagera: la Organización Mundial de la Salud establece que las vacunas permiten salvar millones de vidas y son la medida de salud pública más costo-efectiva de prevención primaria de patologías infecciosas luego del agua potable.

Revolución segura

Las protagonistas de lo que Oñate define como “una revolución biotecnológica” permitieron que la viruela se declarara erradicada del planeta en 1980 y otras estén tan controladas hasta llegar al punto de ser eliminadas de ciertas regiones del mundo y olvidadas como problema, caso de la poliomielitis, tos ferina, difteria y sarampión. Por ello, tan pronto comenzó a generarse conocimiento sobre el Sars-CoV-2 inició la vertiginosa carrera para desarrollar vacunas, existiendo 12 aprobadas por al menos un país y en Chile son tres: la del laboratorio Sinovac, la de Pfizer-BioNTech, y la de Oxford-AstraZeneca.

Pero sus resultados exitosos, avalados por vasta evidencia científica, se han visto amenazados por movimientos antivacunas que cobraron fuerza después que en 1998 en The Lancet se publicara un estudio que asociaba la vacuna contra el sarampión y en particular al conservante timerosal con el autismo y muchos padres dejaron de vacunar a sus hijos. Aunque Ángel Oñate resalta que “el estudio fue refutado” con múltiples otros, las falsas creencias han perdurado y sobre todo de la mano de internet, se han viralizado peligrosamente y han resurgido muchos casos de sarampión, por ejemplo, incluso fatales. El contexto de Covid-19 se ha vuelto un nuevo caldo de cultivo.

Dichas situaciones hacen necesaria la Semana Mundial para relevar el rol de las vacunas para erradicar mitos. El inmunólogo asegura que las inoculaciones dentro del plan nacional son tan efectivas como seguras: han pasado por rigurosos estudios antes de ser aprobadas. Es cierto que hay efectos secundarios como dolor y fiebre, casos aislados en que se generan otros más severos y grupos que no pueden recibir ciertas vacunas, pero los beneficios son mucho mayores que los potenciales riesgos e impacto de los efectos secundarios. Eso sí, comprende los resquemores que hay debido a la rapidez de los desarrollos y falta acumular evidencia en vacunas contra la Covid-19, sobre lo que cree clave llegar con información veraz y oportuna que eduque a la población desde la cautela y certeza, no desde la alarma ni exitismo, porque podría haber riesgos como creer que todo se solucionó y no es así.

Tres preguntas clave

¿Cómo funcionan las vacunas? Oñate explica que si bien existen tipos que difieren en su mecanismo de acción, en general son un preparado biológico que, tras administrarse, estimulan al sistema inmune para inducir una respuesta que genera memoria inmunológica. “Cuando la persona está vacunada y entra en contacto con el patógeno su organismo puede responder y defenderse de este”, apunta.

¿Qué efecto tienen las vacunas? La mayoría de las disponibles y usadas en los planes de inmunización evitan la enfermedad, como el sarampión o tos ferina, asevera. Otras, como en la influenza y la Covid-19, no evitan la infección, sino cuadros graves. En la patología que hoy a todos preocupa, esto conlleva menos necesidad de hospitalizaciones, asistencia ventilatoria y muertes. Ahí el énfasis a que la población se vacune, porque eso permitirá salir de la crisis sanitaria, pero sin olvidar el aún vital autocuidado como base.

¿Por qué no todas se administran con la misma periodicidad? Las diferencias, aclara, es porque hay microorganismos que no han cambiado en el tiempo y otros constantemente mutan. Caso de la influenza que tiene variabilidad estacional y la vacuna debe desarrollarse incluyendo las nuevas cepas circulantes e inocularse la población cada año. La Covid-19 va al mismo destino: hay múltiples variantes identificadas y las vacunas en uso se crearon con la cepa original de Sars-CoV-2, algunas reportando efectividad en nuevas variantes, aunque es tema en estudio y es probable que se deban crear nuevas vacunas y planes de administración hacia el futuro.

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