El doctor Ricardo Barra, director del Centro Eula Chile y académico UdeC, es uno de los autores de estudio reveló que químicos que están en los efluentes descargados en cuerpos de agua están alterando hormonalmente a especies, afectando su reproducción. Lo grave es que estos cumplen la norma, por lo que urge robustecer lo existente.
“Estamos preocupados”, afirma el doctor Ricardo Barra y es una oración común cada vez que aborda los resultados de los estudios en que participa vinculados al estado del medioambiente y particularmente de los sistemas acuáticos desde la perspectiva de la contaminación como un forzante del fenómeno de cambio global que vive el planeta y del que Chile no se escapa.
El director del Centro Eula Chile, académico de la Facultad de Ciencias Ambientales e investigador del Crhiam de la Universidad de Concepción (UdeC), tiene una activa participación en proyectos científicos nacionales e internacionales que advierten las vulnerables condiciones del planeta y la necesidad urgente de actuar para avanzar en su protección y conservación para prevenir, mitigar o revertir en lo posible los daños sufridos por décadas de una actividad humana que ha sido tan devastadora como una guerra y ha puesto en jaque el bienestar planetario. Es el llamado del Día de la Tierra (22 de abril) que este año ha tenido de lema “Restaurar nuestra Tierra” y del informe de ONU Medio Ambiente “Haciendo las paces con la naturaleza”, liberado en febrero de 2021, de cuya elaboración participó Barra que ahora suma un nuevo argumento de interés para Chile que avala lo imprescindible de robustecer las estrategias desde un cambio de paradigma.
Un estudio que realizó autor junto a expertos de distintas entidades de Chile y de Canadá, publicado en Frontiers in Endocrinology, revela que los efluentes (aguas residuales) domésticos e industriales que se vierten a sistemas acuáticos como ríos han actuado como “disruptores endocrinos” en peces chilenos. “Hay compuestos químicos que no sabemos cuáles son, pero están presentes en las descargas y producen alteraciones hormonales en los peces”, advierte Ricardo Barra sobre el trabajo que analizó más de 20 años de investigación en cuerpos de aguas chilenos, especialmente del centro sur, afectada por una megasequía desde hace una década.
Son complejos impactos en desmedro de la reproducción, que define como uno de los grandes objetivos de los organismos junto a crecer y determinantes para la supervivencia de las poblaciones de especie en un ecosistema o para la especie al haber algunas endémicas de zonas acotada. “Se produce una suerte de feminización de los peces”, resalta, lo que significa que las poblaciones están cambiando y mermándose las posibilidades reproducción, sobre lo que asevera que “vemos que muchas poblaciones de nuestros peces nativos están clasificadas como vulnerables o en peligro de extinción y creemos que los efluentes tienen algo de responsabilidad en esos procesos de disminución de la biodiversidad”.
Los resultados del estudio hace que el equipo llame a mejorar las normas con la evidencia científica recopilada, porque el doctor Barra afirma que “hemos acumulado un caudal de información importante que nos permite avanzar hacia metas más exigentes de control, regulación y protección de nuestro ecosistema”: lo que existe no es suficiente, ya que lo observado en las descargas de agua, que precisa “son 835 en todo Chile y la mayor parte en la zona centro sur”, sucede aún si se cumple la norma.
Este es el momento para alzar las voces, pues se está revisando para su mejora el Decreto 90, que regula la calidad de los efluentes que se descargan a los cuerpos de agua en Chile para protegerles. El punto, enfatiza Barra, es que no está cumpliendo su objetivo y no se asegura ello si incluyen los 35 parámetros de contaminantes químicos que se discuten ni aunque se incorporara toda la tabla periódica de elementos químicos, porque los parámetros físico-químicos no bastan y es imperante incorporar el componente biológico a la ecuación.
Sobre ello, sostiene que “debemos exigir más con las normas para que la protección de nuestros ecosistemas sea más efectiva” y ello será resguardar la subsistencia humana, porque de la naturaleza y sus funciones depende la vida, donde todos los organismos presentes en un ecosistemas cumplen un rol clave para mantener las dinámicas y las alteraciones en un ecosistema pueden afectar a otros y así lo que nos provee que es desde alimentos, actividades productivas y recreativas hasta el clima, agua (de muchos de esos ríos en que se descarga) y aire. Del bienestar de la naturaleza depende el nuestro y para avanzar hace falta una transformación sociocultural a todo nivel, reconoce Barra, que para su su impulso cree que se debe concientizar el concepto de “una salud”, la del planeta y de las personas como un vínculo indisoluble, por lo que “no se puede tener gente sana en un planeta enfermo”, cierra.
*Cambio global es el conjunto de cambios ambientales y de funcionamiento del planeta que están produciendo las actividades humanas.