"Agujeros Negros, Destructores del Tiempo" es la ópera prima de Fernando Izaurieta, cuyo rol de investigador va a la par con el de comunicador científico participando en diversas instancias, porque cree que “cuando a uno le apasiona algo hay que compartirlo”. Y a él le apasiona la ciencia. Texto se lanza oficialmente este 21 de abril.
“Cuando a uno le apasiona algo quiere compartirlo”, sostiene el doctor en Ciencias Físicas Fernando Izaurieta. Y la pasión que ha impulsado su destacado trabajo como científico le ha empoderado con la divulgación de las ciencias físicas y astronómicas para que la sociedad aprenda y se sorprenda, tal como él cuando estudia el Universo y sus innumerables misterios.
Es una misión que hace años inició el académico del Departamento de Física de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Concepción (UdeC) y miembro de la Fundación 42, encabezando y participando en gran cantidad de actividades divulgativas gratuitas como charlas para distintos públicos e importantes eventos de comunicación científica además de tener un espacio semanal en la Comunidad del Contenido de TVU y aprovechar cada plataforma existente para hacerlo, en una perfecta sincronía con su incansable rol de investigador explorador del Cosmos que publica sus resultados en reconocidas revistas científicas internacionales, y que con orgullo puede contar que hoy también la materializa con su libro “Agujeros Negros, Destructores del Tiempo”, publicado por la editorial Planeta, disponible en librerías y en Buscalibre.com, y que se lanza oficial este 21 de abril en una actividad junto al astrónomo chileno José Maza, dos días antes del Día Internacional del Libro. En ese contexto, el autor estará en “Escribe Divulgación” de la Biblioteca Central de la UdeC a realizarse el 26 de abril a las 17:00 horas por redes sociales.
Es el primogénito de Izaurieta si de textos se trata, aunque afirma que no será el último, y nació desde su ferviente anhelo de llegar cada vez a más personas con su pasión, a todos, pues “el propósito es compartir conocimientos e interrogantes sobre grandes misterios con niños y niñas de 10 hasta 110 años”, cuenta el autor cuya investigación se centra en la Teoría General de la Relatividad de Albert Einstein, agujeros negros, cosmología, ondas gravitacionales y supergravedad en dimensiones más altas, entre otros.
Y en su expresión está también la satisfacción que se siente al llegar a la meta tras plantearse un objetivo tan desafiante que lograrlo toma años, como fue para él redactar este libro que trata sobre astrofísica y agujeros negros, temas enrevesados en su esencia que aún guarda secretos, de manera accesible para todo público. “Como el Universo es un lugar extraño y misterioso, como los temas son profundos y complejos, querer hacerlo y explicarlo de forma accesible toma tiempo”, reconoce, incluso, con toda la experiencia como divulgador que tiene.
También se retó a compartir algo que todos entendieran desde la familiaridad de lo cotidiano y la pertenencia de lo criollo, porque “está escrito en chileno y explica la astrofísica con cosas muy nuestras, uso ejemplos como la uva, el vino, el cochayuyo y hasta los versos de Violeta Parra. Además, las imágenes más hermosas del Universo se logran desde Chile y hay que compartirlas, por lo que me esforcé para que el libro incluyera muchas de estas y así las personas que lo lean puedan saber cómo se ven los grandes misterios”, desvela sobre su ópera prima.
El primer libro de Izaurieta invita a ponerse el traje de astronautas, porque es la nave espacial que a través de sus páginas llevará de viaje por el Universo directo a los agujeros negros, que afirma que “son los monstruos más feroces del Universo y cautivan nuestra imaginación, porque todo sobre ellos es alucinante y extremo. Son tan poderosos que pueden destruir el tiempo, guardan la respuesta al acertijo más difícil que nos haya puesto el Universo por delante que es el de la gravedad cuántica y comprenderlos puede ser fundamental para nuestro futuro, puede que la supervivencia de la especie humana dependa de que seamos capaces de resolver este tremendo enigma”.
Desde el inicio del tiempo en el Big Bang hasta su destrucción en la singularidad de los agujeros negros, las ideas más alucinantes de Albert Einstein o Stephen Hawking y resultados de sus trabajos relata Izaurieta en su obra. Una que cree que es capaz de mostrar cómo la ciencia ha permitido traspasar límites de la imaginación para comprender secretos del Cosmos y cómo es lo que permitirá seguir resolviendo misterios, “porque hay muchos temas sobre los que tenemos que reconocer que sabemos hasta cierto punto y más allá no”, sostiene. Es el caso de los agujeros negros, que sólo en 2019 pudieron verse cuando se mostró al mundo la primera imagen lograda de uno de estos objetos, y “Agujeros Negros, Destructores del Tiempo” aborda justamente aquello que está en la frontera del conocimiento y las interrogantes que al otro lado del borde hay.
Si uno se adentra en la trayectoria del doctor Fernando Izaurieta y conoce los trascendentes resultados de su trabajo o hallazgos que ha hecho junto a sus colegas en el campo de ondas gravitacionales o velocidad de expansión del Universo, por ejemplo, los asume como hitos en su carrera. Y si bien admite que son logros que le enorgullecen, para él son tan impactantes como los de su rol de comunicador científico, porque ahí todos ganan; él se enriquece como científico, el público se empodera con conocimiento.
“Siento que un hito ocurre cada vez que estás dando una charla y un niño pregunta algo tan profundo que te ves en la obligación de reconocer que no sabes la respuesta y nadie en el mundo la sabe. Cuando ves la cara de asombro, cómo se abren sus ojos por los misterios del Universo, es un hito y quizá en el futuro ese niño descubra la respuesta y cambia la historia humana”, manifiesta. Es más, afirma que “cada vez que uno se comunica con el público es un hito”, porque divulgar obliga al científico a comprender a su público en aspectos como qué quiere saber y qué forma es la mejor para contársela, porque rompe barreras y demuestra que científicos y no científicos comparten la misma esencia, ya que manifiesta que “es un error común entre científicos, que cometí, pensar que la ciencia en general es algo abstracto y a la gente no le interesa o no entenderá: sí hay interés, la gente quiere saber más cosas, porque los humanos tenemos un instinto natural que es la curiosidad, el humano explora y comprende para sobrevivir”.
De hecho, es por eso que vive a la ciencia, motor de generación de conocimiento, como un bien público y como una responsabilidad difundirla más allá de los papers o aulas universitarias, se trate de agujeros negros o vacunas. “La ciencia es el pilar fundamental de nuestra civilización. La vida de los miles de millones de habitantes de este mundo depende de que tengamos ciencia, la solución a los problemas a los que nos enfrentamos como humanidad sólo la tendremos con conocimiento”, resalta.
Es acercando la ciencia que se entiende, si se entiende se valora y si se valora se considera. Es en base al conocimiento del que se dispone que se puede opinar, cuestionar y tomar decisiones que pueden ser tan cotidianas, simples e íntimas como la vestimenta o almuerzo del día hasta complejas y de impacto público como votar al político que gobernará, elegir entre salir o quedarse en casa en medio de una crisis sanitaria y preferir modificar los hábitos de consumo o no en un planeta acechado por el calentamiento global.
Y aunque parece que la astrofísica está lejos de relacionarse con los grandes problemas actuales, tiene un vínculo indisoluble con todo lo que somos y vivimos, con lo que seremos y viviremos, porque adentrarse en el Universo demuestra que somos una pequeña parte de este y el lugar que ocupamos en su infinidad de la que dependemos y que no nos pertenece, pero donde nos hemos creído con el derecho de hacer y deshacer, de progresar sin pensar en la destrucción. Tema que toca en su libro, pues dice que “los humanos estamos enfrentándonos a desafíos planetarios enormes porque no hemos cuidado este planeta como deberíamos haberlo hecho y parte de ello es por la mala comprensión que teníamos del Universo”.
Por eso, una oportunidad de solución y de cambiar realidades es tener una comprensión más profunda del Universo y de avanzar en ciencia, porque el doctor Izaurieta manifiesta que “la ciencia es la herramienta para hacer real lo que parece imposible”. Y es que “es probable que en el futuro tengamos que salir de la Tierra para darle un descanso e ir extremadamente lejos, incluso, a otras estrellas”, plantea como una de tantas situaciones que ahora suenan lejanas, increíbles o de ciencia ficción y que en un par de siglos o décadas podrían ser ingeniería y máquinas que el humano ocupe.
Mucho de lo que fue fantasía hace siglos o décadas existe y mucho ha sido posible por desarrollos para avanzar en ciencias físicas y astronómicas, desde exámenes clínicos o tratamientos médicos hasta tecnologías para telecomunicarse. “Los circuitos de los smartphones funcionan gracias a lo descubierto en mecánica cuántica hace 100 años y cuando pasó ningún científico pensaba crear celulares, sino explorar el Universo. El GPS funciona gracias a nuestra comprensión de la Relatividad General de Einstein, también usada para estudiar agujeros negros, y él no pensaba en GPS, sino explorar el Universo”, aclara para poder asegurar que “la ciencia es lo más importante que tenemos y no hay una inútil, cada cosa que aprendemos resulta vital después” y divulgarla es comunicar aquello, es concientizar dónde estamos hoy y cómo hemos llegado, es vislumbrar hacia dónde y cómo podríamos llegar mañana.
Esa es la convicción y vocación del doctor Fernando Izaurieta.