Fabiola Sáez, doctora en psicología y académica de la Ucsc lideró un estudio de caracterización psicosocial y salud mental en núcleos familiares de escolares chilenos ante las clases remotas que la pandemia y confinamiento han obligado a adoptar por distintos periodos desde 2020.
Con un primer caso notificado en diciembre de 2019 en Wuhan, China, la Covid-19 tuvo un rápido avance por el mundo hasta llegar a Chile en marzo de 2020, provocando una emergencia que continúa hasta hoy. A la misma velocidad de propagación del Sars-CoV-2, patógeno causante de la enfermedad responsable de la pandemia, ha ido actuando la ciencia en múltiples frentes y uno es comprender los impactos de la epidemia global. Es que ha gatillado una crisis sanitaria y social al implicar abruptos, grandes y permanentes cambios en la vida normal de la población por la distancia física y periodos de cuarentenas que han obligado a adoptar sistemas de funcionamiento remoto y desde casa en ámbitos como trabajo y educación, primordialmente en sistemas virtuales.
De hecho, cuando la pandemia sólo llevaba unas semanas en Chile había antecedentes en Europa que advirtieron consecuencias negativas en la salud mental de los integrantes de las comunidades escolares que debieron afrontar repentinamente el nuevo formato, lo que motivó a un grupo de investigación de distintas instituciones académicas a desarrollar tempranamente un estudio que proporcionara evidencia local. Se trata de “Caracterización Psicosocial y Salud Mental en Familias de Escolares Chilenos durante el Aislamiento Físico por la Covid-19”, liderado por la doctora Fabiola Sáez, académica de la Facultad de Educación e investigadora asociada al Centro de Investigación en Educación y Desarrollo (Ciede) de la Universidad Católica de la Santísima Concepción (Ucsc).
Los resultados, publicados en la Revista Internacional de Educación para la Justicia Social (disponible en https://doi.org/10.15366/riejs2020.9.3.015), no dejan de ser contingentes ni preocupantes cuando más de 14 millones de personas están confinadas en Chile, contexto de la mayor parte de las comunas de la Región del Biobío, ante una situación definida como más crítica que los peores momentos de 2020. Fabiola Sáez, licenciada y magíster en Educación y doctora en Psicología, cuenta que el trabajo se realizó aplicando dos encuestas a integrantes de 33 establecimientos educacionales municipales: una entre el 23 de marzo al 10 de abril de 2020 y otra del 4 al 29 de mayo.
En la primera etapa se evidenció que en 40% de las familias había un integrante sin trabajo remunerado, un ingreso menor a $440 mil y la mayoría no disponía de computador, advierte. Además, “los escolares han sentido ansiedad, miedos nocturnos, mal humor o agresividad, varios no han realizado tareas escolares y reportaron dificultades motivacionales”, detalla; la mayoría no ha dedicado suficiente tiempo al estudio y sí a ver series. En la etapa dos se evidenció que 57,6% de los padres y madres presentó ansiedad severa, 50,8% estrés y 83% depresión. Con los datos también “se concluye que las familias carecen de recursos para el desarrollo efectivo de la educación en línea”, resalta.
Con ello a la base, una de las opiniones tajantes de la doctora Sáez es que “la pandemia ha afectado a todas las personas, pero sin duda ha sufrido más fuertes las consecuencias la población con más altos índices de vulnerabilidad, caracterizada por la inestabilidad laboral, bajos ingresos económicos, escasos recursos tecnológicos y enfermedades”. La emergencia de la Covid-19 y sus efectos colaterales son factores altamente agobiantes que se suman a las preocupaciones y dificultades habituales que, lamentablemente, son más agudas para quienes viven en contextos socioeconómicamente más vulnerables. Por ello, “se podría pronosticar que la actual situación de pandemia es un factor que contribuye a profundizar los problemas de salud mental en las familias, implicando mayores brechas sociales”, advierte Fabiola Sáez. No son pocos los expertos que prevén que la posterior crisis, una vez controlada la de la Covid-19, será de salud mental.
Así, mirando el presente y pensando en el futuro, sostiene que “se requieren acciones especializadas para mitigar el impacto del aislamiento físico por Covid-19 en variables socio-académicas y de salud mental en escolares y sus familias”. Algo que va más allá de generar iniciativas emergentes y provisorias como se han desplegado para brindar apoyo psicosocial, pues si bien son un aporte, resalta que se requiere “prestar atención sostenida a la salud mental de las personas ante la emergencia por Covid-19” y que ello “implica articular estrategias efectivas a nivel macro y micro social que garanticen el óptimo estado de las familias sin distinción, desafío que aspira el logro del bienestar de las personas”.