Bosque nativo y agua: la conexión entre su presencia y disponibilidad del recurso
28 de Marzo 2021 | Publicado por: Natalia Quiero
Estos componentes de la naturaleza tienen vitales roles y viven también delicadas realidades que, en Chile, pueden vincularse para bien y para mal.
Hace poco más de un mes, el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente, organismo de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), presentó “Haciendo las paces con la naturaleza, un plan científico para abordar las emergencias climáticas, de biodiversidad y de contaminación”. Un informe que compila la información de distintos reportes globales recientes sobre las problemáticas ambientales globales y el estado del planeta, y entrega recomendaciones para revertir los panoramas, para lo que trabajaron 53 expertos de 27 países y el único representante de Chile fue el doctor Ricardo Barra, director del Centro Eula-Chile y académico de la Facultad de Ciencias Ambientales (FCA) de la Universidad de Concepción (UdeC).
No hay indicador que no muestre deterioro, advierte el investigador, y hay que hacer cambios ahora en la forma en que la sociedad se vincula con el medio natural porque la forma de desarrollar actividades y progresar que se ha tenido ha puesto en riesgo su bienestar y así las funciones que son cruciales para la calidad de vida y bienestar humano. Urgente necesidad que no es nueva y desde hace años se han establecido efemérides que buscan concientizar y dos recientes son el Día Internacional de los Bosques (21 de marzo) y el Día Mundial del Agua (22 de marzo), componentes de la naturaleza cuyos roles clave y delicada realidad en Chile tienen conexión.
Recurso hídrico y flora nativa
En un escenario crítico, de calentamiento global y cambio climático, el agua es un elemento vital lejos de sobrar; hay comunidades afectadas por el déficit y escasez hídrica.
Al respecto, la doctora Alejandra Stehr, académica de la FCA e investigadora del Centro Eula-Chile advierte que “si comparamos el periodo de 1980 a 2020 hay una reducción en las precipitaciones y eso ha conllevado a reducción en los caudales”. Ello implica menos recarga de acuíferos y de disponibilidad del recurso hídrico. Sumado al aumento gradual de la temperatura, agrega, se configuran las sequías que se han intensificado y en Chile hay una que perdura desde 2010. Según un informe de 2015 del Centro del Clima y la Resiliencia de la Universidad de Chile, en las últimas décadas es claro el incremento de las temperaturas promedios y disminución de las precipitaciones en cerca de 30%, donde la zona de Chile Central ha sido la más afectada.
Agrega que “trabajos recientes han mostrado cómo los cambios de uso de suelo han influido en la cantidad de agua disponible”, principalmente cambio de áreas de ecosistemas nativos por crecimiento urbano y actividades agrícolas o forestales que utilizan mucha agua en su desarrollo. Y el doctor Barra aclara que “sabemos que, a microescala, en las cuencas donde hay bosque nativo hay más producción de agua que en las que hay plantaciones forestales”. Esto, porque los bosques nativos son ecosistemas complejos y diversos con múltiples funciones que se transforman en beneficios para nosotros, como dar recursos alimentarios o medicinales, pero sobre todo vitales, porque capturan carbono y contribuyen a entregar aire limpio, además de regular el clima y el ciclo hidrológico, siendo productores de agua y actuando como una esponja que la absorbe y acumula agua.
El problema es que se sabe que la zona centro-sur, desde la Región del Valparaíso a Los Lagos, ha perdido 500 mil hectáreas de bosque nativo en los últimos 40 años, advierte el doctor Mauricio Aguayo, académico de la FCA e investigador del Centro Eula-Chile, agregando que “desde la llegada de los españoles, sólo en la Ecorregión del Bosque Templado Lluvioso, que se extiende desde la Región del Maule a Los Lagos, se ha estimado una pérdida del 51% de la superficie del bosque nativo”. Actualmente, precisa, “la superficie de bosque nativo en Chile es de aproximadamente 14,4 millones de hectáreas (19% del territorio nacional)” y que “representa más del 50% de los bosques templados del hemisferio sur”.
En este sentido, asegura que por “su alto endemismo y fuertes amenazas antrópicas es reconocido mundialmente como un sitio prioritario para conservación de la biodiversidad”, pues es de su biodiversidad de la que dependen sus cruciales funciones ecosistémicas.
Restaurar, recuperar y conservar el bosque nativo y sus funciones
¿Qué ha llevado a la pérdida de tanta masa de ecosistemas nativos?
“Las principales causas de la pérdida y fragmentación del bosque nativo en Chile ha sido su conversión hacia terrenos agropecuarios y, a partir de la década de los setenta, su sustitución por plantaciones forestales”, advierte el doctor Mauricio Aguayo, manifestando que “la mayor parte del bosque nativo remanente se encuentra restringido a sectores inaccesibles de la Cordillera de los Andes, Cordillera de la Costa y zona austral de Chile en donde áreas continuas de bosque nativo todavía persisten”.
Suelos forestales e incendios
Una historia de larga data, dice, porque desde la década de 1930 Chile comenzó un proceso de incentivo forestal “pero no fue hasta la década de los setenta cuando comienza la expansión progresiva de la actividad forestal basada en plantaciones de especies exóticas de rápido crecimiento. En 1974 la promulgación del Decreto Ley 701, que subsidia la forestación y el manejo de nuevas plantaciones, da un decisivo impulso al desarrollo forestal”, relata. Hoy, “las plantaciones forestales se han transformado en el uso de suelo dominante de algunas regiones del centro-sur de Chile provocando una fuerte homogeneización del paisaje”, apunta, ya que uno de los grandes impactos negativos del modelo forestal fue la sustitución de vastas superficies de bosque nativo por plantaciones forestales y “algunos estudios reportan una superficie sustituida de alrededor de 300 mil hectáreas durante los últimos 50 años”, afirma el investigador.
Ello se vincula con otro factor que en los últimos años ha incidido en la pérdida de bosque nativo: los incendios forestales de origen antrópico. “Alrededor del 20% de la superficie total afectada por megaincendios en las últimas décadas corresponde al bosque nativo”, lamenta el doctor Gustavo Saiz, académico de la Facultad de Ciencias de la Universidad Católica de la Santísima Concepción (Ucsc), aclarando que en las regiones centrales del país se da una combinación de factores que favorecen la ocurrencia y propagación de los grandes incendios forestales observados. El aumento de la temperatura global y periodos de sequía son grandes influyentes, pero el gran factor de riesgo es la enorme presión humana sobre los ecosistemas. “La presencia de extensas masas continuas de vegetación como el eucalipto o el pino además de ser un valioso patrimonio forestal, son un combustible altamente susceptible de quemarse. La presencia de especies invasoras leñosas en predios forestales, márgenes de carreteras, caminos y cortafuegos es cada vez mayor, y suponen un riesgo de propagación de los incendios forestales, ya que se trata de especies fácilmente combustibles que pueden alcanzar una altura significativa y formar densas masas de vegetación”, explica.
¿Qué hacer?
Por ello, opina que “la creación y manejo de un paisaje heterogéneo donde coexistan distintos usos de suelo (plantaciones forestales, masas de bosque nativo, cultivos agrícolas, pastizales, etcétera) ha pasado de ser algo recomendable a representar una necesidad”, manifiesta Saiz. Lo contrario hará seguir la misma trayectoria de convivir con riesgos como la ocurrencia de incendios forestales o problemas en la disponibilidad de agua, cuando la clave es que coexistan distintas actividades y ecosistemas en una sostenible sinergia para que todos funcionen de manera óptima.
Una apuesta en miras al gran horizonte que es la urgente necesidad de conservar el bosque nativo presente y restaurar para recuperar el degradado. “Recuperar espacios para la naturaleza, en esta década, es una prioridad”, sostiene el doctor Ricardo Barra y “uno de los mecanismos de adaptación al proceso de sequía y déficit hídrico que vivimos es la recuperación de áreas prioritarias con bosque nativo”, asegura y un ejemplo tangible que da es que “si uno va al estero Nonguén hoy, en marzo, verá que tiene agua. Eso es porque tenemos 3 mil hectáreas de bosque nativo que son una verdadera esponja y filtro que generan el agua que finalmente provee un tremendo servicio para la comunidad de Concepción”.
En este reto es claro el rol del Estado de fiscalizar que se cumpla la ley que protege a la flora nativa, porque se dan situaciones como la tala ilegal, además de impulsar iniciativas que lleven a restaurar y preservar bosque nativo a gran escala. Algo de lo que tiene certeza el doctor Aníbal Pauchard, director del Laboratorio de Invasiones Biológicas y académico de la Facultad de Ciencias Forestales de la UdeC, pero se detiene en lo crucial que sería generar mecanismos de compensación económica directa que incentiven la recuperación en predios privados, como subsidios. Esto podría ser para promover que propietarios planten especies nativas y las conserven, pero también resguardar que aquellos que ya las tienen y sufren eventos como incendios en sus sistios no opten por utilizar los terrenos afectados para agricultura o plantaciones forestales posteriormente, al verse en estas actividades un mayor tributo económico y, por ende, mucho más favorables que conservar el bosque nativo.
*El Balance Hídrico Nacional de Chile proyecta escasez de agua de hasta 50% en ciertas regiones para 2030-2060. Hay estudios que establecen que entre 40 y 60% de esta crisis es por un mal manejo y gestión del recurso.