Se trata de un cuadro inflamatorio multisistémico muy infrecuente, pero también grave y que en 80% de los casos requerirá manejo dentro de unidades de paciente crítico. En Chile ya van 3 niños fallecidos y se registran más de 200 hospitalizaciones por esta causa.
Asociado a la infección por Covid-19 en infantes y adolescentes, el Síndrome Inflamatorio Multisistémico, conocido como Pims por las siglas en inglés del cuadro (Pediatric Inflamatory Multisistemic Syndrome), ha sido uno de los temas que ha estado en el centro de la discusión y la nueva gran alerta en la población nacional en los últimos días. Con justa razón, porque Chile ya debe lamentar a tres infantes fallecidos por esta causa y una de las víctimas fatales, una niña de 11 años de la comuna de San Javier en la Región del Maule que murió esta semana, estaba internada en el Hospital Clínico Regional Guillermo Grant Benavente (Hggb) de Concepción.
Y según reveló el Ministerio de Salud (Minsal) recientemente, hasta la fecha en el país se han hecho 212 hospitalizaciones por Pims, cuadro que “se estima que ocurre en el 0.2% de los niños contagiados”, precisa el doctor Mervin Piñones, médico inmunólogo y reumatólogo pediatra, colaborador académico del Departamento de Pediatría de la Facultad de Medicina de la Universidad de Concepción (UdeC) y especialista del Servicio de Pediatría del Hggb. Mientras que “en Chile, 7% de los casos totales de Covid-19 son pacientes que tienen menos de 18 años de edad. De estos, 2% requiere hospitalización y de ese porcentaje un 0,6% tiene una enfermedad grave que requiera tratamientos intensivos”, apunta el doctor Raúl Barría, médico inmunólogo y reumatólogo pediatra, director médico del centro médico Bioreuma de Concepción y especialista del Servicio de Urgencia Pediátrica del Hggb.
Las cifras, en opinión de los expertos, muestran las bajas incidencias en la población pediátrica y una balanza que se carga desfavorablemente hacia las personas adultas y principalmente con patologías de base asociadas, pero eso no significa que no sea necesario informar para educar a la población respecto a todos los nuevos conocimientos y evidencias sobre la patología causada por el Sars-CoV-2 o que sepan a qué estar atentos para que los diagnósticos sean tempranos y evitar las más graves consecuencias.
Pero, ¿qué es el Pims y qué se sabe? El doctor Mervin Piñones lo define como “un raro, pero severo síndrome que puede desarrollarse posterior a la infección por Sars-CoV-2”. Afecta a infantes y adolescentes, ocurre de 2 a 6 semanas después de haber estado contagiado o haber sido contacto estrecho de una persona contagiada, quienes “desarrollan inflamación severa de algunos órganos y tejidos como el corazón, los pulmones, el sistema digestivo, el cerebro, la piel o los ojos”, apunta.
De ahí que sostiene que a “este cuadro hiperinflamatorio hay que entenderlo como un espectro de manifestaciones y gravedad”, donde uno de los primordiales criterios diagnósticos -además de la Covid-19- es la fiebre alta durante más de tres días. “Además, puede asociarse a compromiso digestivo con vómitos, diarrea, dolor abdominal, cansancio inusual, respiración rápida, ojos rojos, lesiones en la piel y enrojecimiento o hinchazón de los labios, lengua, manos o pies”, detalla. Dada la afección al corazón, pudiendo inflamarse (miocarditis), el doctor Raúl Barría añade que pueden haber “hipotensión (baja de presión arterial), alteraciones cardiacas y de la coagulación con mayor riesgo de sangramiento o trombosis”.
Por ello, advierte que “si bien es algo infrecuente, el Pims es una condición grave y el 80% de los niños requieren ingresar a unidades de tratamiento intensivo”. También se detiene en que “80% de los niños y niñas con Pims son sanos, no tienen ninguna enfermedad de base y de los que tienen una enfermedad de base y están hospitalizados no hay ninguna que predomine: hay pacientes asmáticos, con alguna enfermedad pulmonar crónica, inmunodeficiencia, alguna patología cardiovascular, que son las condiciones de mayor riesgo de desarrollar cuadros de gravedad en la Covid-19, pero no hay ninguna condición de riesgo que predomine frente al Pims”.
Aunque en Chile el Pims ha cobrado protagonismo en la agenda pública de manera reciente debido a las víctimas fatales, asumiéndose como un nuevo peligro de la enfermedad causada por el Sars-Cov-2, no era desconocida ni apareció el último mes.
El doctor Mervin Piñones relata que las primeras alarmas fueron en abril de 2020 desde Europa, al hacerse patente casos de niños con inflamación sistémica severa y disfunción multiorgánica, y que en mayo “los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos y la Organización Mundial de la Salud emitieron comunicaciones alertando sobre el mismo cuadro y lo denominaron síndrome inflamatorio multisistémico asociado a Covid-19”, apunta. “Nosotros tuvimos los primeros casos en julio de 2020 en nuestros hospitales”, recuerda el doctor Raúl Barría, aclarando que tempranamente el Minsal diseñó y emitió una normativa para diagnosticar.
En efecto, con la evidencia clínica y claridad de los síntomas vino la del criterio diagnóstico para detectar a tiempo el cuadro, reconociendo su potencial gravedad; experiencia que le permite a afirmar a ambos inmunólogos pediátricos que pese a ser un síndrome complejo que puede requerir manejo en unidades de paciente crítico en la mayoría de los casos, los desenlaces fatales son los menos y muchísimos más los niños afectados que vuelven a sus casas, sin desconocer que cada muerte es dramática y una valiosa vida que se pierde.
No obstante, queda bastante por investigar para saber más respecto al Pims y una de las grandes preguntas es quién está en severo riesgo de desarrollarlo al verse que gran parte de los afectados eran 100% sanos.
“Una posible predisposición genética se está evaluando en varios estudios internacionales”, cuenta Piñones, ya que precisa que “en los Estados Unidos se diagnosticaron más casos en niños afrodescendientes y latinos que en niños de otros grupos étnicos, pero aún se debe determinar si el alto número de casos reportados en Latinoamérica corresponden a una predisposición específica a desarrollar Pims”.
Además, aunque se sabe en qué momento suele manifestarse el síndrome “aún es muy pronto para saber las consecuencias reales que este grado de inflamación puede traer a largo plazo, especialmente en aquellos que tuvieron compromiso cardiaco severo”, advierte.
Lo que se sabe y lo que no genera que el mensaje clave a la población sea “entender que el coronavirus también puede afectar a los niños, pero que muy infrecuentemente lo hará de una forma severa como el Pims”, afirma Piñones, pero que aunque se sabe qué niños o adolescentes están en un eventual mayor riesgo de evolucionar hacia un cuadro grave de Covid-19 no existe la forma de predecir quién desarrollará Pims, por lo que “todos deben ser cuidados por igual”, enfatiza por su parte el doctor Barría.
No existen matices para los inmunólogos pediátricos: la base de la protección de la propia salud y vida y así de resguardar a los demás son las medidas que llevan un año difundiéndose y que no pueden debilitarse aunque exista una exitosa vacunación masiva en Chile. La situación sanitaria está viviendo su peor momento, es más crítica este 2021 que en 2020 y su control no se ve en el futuro cercano.
Evitar salir o reunirse con personas distintas al núcleo familiar que comparte en el hogar y al salir de casa o estar con otros mantener una distancia física de al menos un metro, además de siempre usar la mascarilla y de manera correcta (tapando nariz y boca, y cambiándola cada 2 a 3 horas en caso de quirúrgicas desechables y de género reutilizables), lavado frecuente de manos con agua y jabón o desinfección con productos en base a alcohol, y evitar tocarse ojos, nariz o boca sin higienizar las manos. Estas acciones deben mantenerlas todas y cada una de las personas, de cualquier edad (existe evidencia de que infantes desde 2 o 3 años pueden usar mascarilla) y aunque esté vacunada, porque la inoculación evita el riesgo de desarrollar cuadros graves de Covid-19, pero no de infectarse ni a otros, aunque con una carga viral menor que también reduce el potencial de contagio. De ahí que también un llamado enfático sea que todas las personas susceptibles de vacunarse lo hagan para proteger su integridad y la de quienes no se pueden vacunar, que es el claro caso de infantes y adolescentes, así como también está claro que “la principal fuente de contagio de un niño no es otro niño, sino un adulto y habitualmente que convive en la casa con ese niño”, advierte Barría.
Así, el doctor Piñones manifiesta que “estamos a la espera de que esté disponible alguna vacuna que sea segura y efectiva para la población pediátrica” y recuerda “la estrategia capullo actualmente en curso, con la que pueden vacunarse hasta 4 cuidadores (mayores de 16 años) de niños y adolescentes inmunosuprimidos que no pueden ser vacunados con las vacunas actuales”, como una manera de concientizar que son los adultos del entorno de niños y adolescentes los grandes llamados a cuidarse para cuidarlos y con la tarea constante de promover lo vital de las medidas de autocuidado que deben mantener para protegerse.