En un Proyecto Fondecyt Postdoctorado, la doctora Valeria Palma estudiará uso de hongos para combatir polilla que afectan cultivos de quinoa y así generar evidencia que contribuya a desincentivar el uso de plaguicidas químicos.
Este 3 de marzo se conmemoró el Día Mundial de la Vida Silvestre, fecha cuya meta es crear consciencia sobre lo necesario de cuidar todas las formas de vida que habitan la Tierra y tomar acciones para conservarlas, debido a que la naturaleza está dañada y severamente amenazada por los impactos de la actividad humana a nivel global.
Una de las problemáticas más extendidas es la contaminación ambiental, que entre sus responsables tiene al uso de productos químicos para combatir plagas que afectan los cultivos. “Son altamente contaminantes, tanto para otros animales (por ejemplo, las abejas están desapareciendo por culpa de ellos y los humanos se han visto afectados con enfermedades o intoxicaciones) como para el medioambiente en general (lo más conocido es la contaminación de las aguas)”, advierte la doctora Valeria Palma, investigadora postdoctorante de la Facultad de Ciencias de la Universidad Católica de la Santísima Concepción (Ucsc). Es lo que se conoce como efectos contraproducentes, que al dar solución a un problema particular generan otros.
Y distinto puede ser el panorama al crear soluciones basadas en la naturaleza, tendencia mundial para generar actividades sustentables que aporten al desarrollo sostenible, como los controladores biológicos que define como “cualquier organismo vivo que pueda utilizarse para el control de plagas” y destaca que “tienen gran ventaja sobre los controladores químicos y los minerales, ya que al ser organismos vivos van evolucionando junto a la plaga, evitando el daño a organismos que no sean el que se quiere eliminar y que la plaga genere resistencia”. Y es generar evidencia que incentive el uso de estos controladores para desincentivar el de químicos al que quiere aportar la doctora Palma con un proyecto Fondecyt Postdoctorado, cuya profesora anfitriona es la doctora Marcia González, en el que se estudiará el empleo de hongos endófitos como controladores de Eurysacca media o “polilla de la quinoa”, una de las principales plagas que afectan a este cultivo milenario de gran importancia cultural y económica para Chile, dada las cualidades nutricionales y propiedades atribuidas a su consumo.
Los hongos endófitos viven naturalmente dentro de las plantas en una relación de simbiosis (ambos organismos se conectan estrechamente) y mutualista (beneficio mutuo: las plantas sirven de refugio y proveen alimento al hongo, y este les provee beneficios como defenderse de herbívoros o favorecer su crecimiento y desarrollo), explica Palma. Además, “son controladores biológicos que han demostrado alta eficiencia”, apunta. No obstante, sus comunidades se ven debilitadas por el uso de plaguicidas y esa es una de las razones a las que se atribuye que las plantas de cultivo son más susceptibles a plagas que las silvestres.
La investigación postula el mejoramiento de la resistencia al ataque por plagas de insectos en la quinoa utilizando hongos endófitos de la quinguilla (Chenopodium album), pariente cercano silvestre que crece como maleza, que se inocularán para cultivarlos dentro de la quinoa y le brinden los efectos positivos. Ahí la distinción del modelo de estudio, pues la investigadora aclara que si bien investigaciones previas han sugerido que extraer hongos de plantas silvestres para aplicarlas en cultivos podría ser una buena alternativa, ninguno ha puesto a prueba que la inoculación de hongos de plantas silvestres en plantas de cultivo sea efectivo para el control de insectos.
“Nuestro estudio supone la primera piedra para una fuente de nuevos controladores amigables con el medioambiente”, resalta. Asimismo, cuenta que “ciertas especies de hongos endófitos son habitualmente utilizadas como controladores de plagas en diversos cultivos. Sin embargo, no toda asociación entre hongos y plantas es siempre efectiva y/o positiva, muchas veces la asociación planta-hongo y los beneficios de esta es especie-específica, por lo que es preferible trabajar con los hongos propios de la planta de interés o de algún pariente cercano”.
El potencial de impacto de este proyecto, que contará con el apoyo del Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (Inia), es grande, está convencida Valeria Palma y no sólo porque usar un hongo que está dentro de una planta es mucho menos costoso que comprar plaguicidas, sino sobre todo porque mejorar el control de plagas y fomentar los cultivos sustentables favorece a los polinizadores y animales que se alimentan o relacionan con el ecosistemas, a las personas que consumirán alimentos con menos toxinas, al medioambiente que se verá menos presionado y se contribuye a mitigar el calentamiento global, es decir, a todo el planeta y la vida que le habita, finaliza.