Saber más de microevolución para mejorar la conservación de especies
26 de Febrero 2021 | Publicado por: Natalia Quiero
En Chile aún se tiene poco conocimiento en este ámbito y aumentarlo es un reto, porque entender los procesos evolutivos intraespecíficos permite reconocer linajes más resilientes o vulnerables a cambios o amenazas.
Comprender y aprender del pasado para entender e impactar el presente y procurar construir un mejor futuro es una de las premisas en las que se sustenta la trascendencia del estudio de la historia. Pero, no es exclusiva a esta ciencia social, también guía muchas investigaciones de las llamadas ciencias duras, como las que se enfocan en los procesos evolutivos. Eso cree Pedro Victoriano, profesor titular del Departamento de Zoología de la Facultad de Ciencias Naturales y Oceanográficas de la Universidad de Concepción, donde es investigador del Laboratorio de Microevolución y Ecología de Vertebrados y uno de los administradores de la Estación de Investigación en Ecosistemas de Montaña (Esiem).
Con su especialidad en reptiles y aves, y una línea de investigación centrada en la Filogeografía y la Microevolución, el doctor en Ciencias Biológicas mención Zoología resalta que investigar los procesos de evolución que han tenido las especies de flora y fauna es fundamental para saber cómo les han afectado las características y transformaciones del medioambiente y los peligros que han debido enfrentar en sus territorios, sean naturales como grandes eventos climáticos o provocados por la humanidad como la fragmentación de hábitats. Y lo clave es que se obtiene conocimiento no sólo aplicable al panorama actual, sino que permite proyectar lo que podría ocurrir ante distintos escenarios futuros, como qué especies son más resilientes o vulnerables a ciertas amenazas, lo que se puede traducir en generar estrategias de conservación a la biodiversidad.
Al respecto, explica que “en biodiversidad hay tres jerarquías: el nivel macro es el paisajístico-ecosistémico, sigue la riqueza de especies y luego la diversidad genética de una especie”. Una que, sostiene, “también es importante conservar para que no se pierda ninguno de los linajes que hay dentro de estas”. Es que, en las especies, muchas de las cuales son de distribución geográfica amplia, hay linajes que pueden ser más o menos resilientes; ahí un rol clave de la microevolución que estudia los procesos evolutivos intraespecíficos, pues entenderlos “permite delimitar unidades de conservación”, dice.
Investigaciones siempre relevantes y más ante el cambio global o transformación del planeta forzada por el factor antrópico (actividad humana) manifestada en el calentamiento global y aceleración del cambio climático asociado a fenómenos meteorológicos extremos como largas sequías que están cambiando el paisaje y amenazan a una biodiversidad que, además, está muy mermada por la sobreexplotación de recursos naturales o la urbanización y cambios en el uso de suelo que han destruido hábitats, por sólo mencionar lamentables ejemplos que hacen cada vez más urgente tener conocimientos más profundos y específicos para mejorar la protección a la naturaleza.
Avanzar
Y Chile, lo demuestra la ciencia, no es excepción. Ante ello, Pedro Victoriano afirma que uno de los grandes retos, al que con su trabajo aporta, es avanzar en microevolución y genética de las especies que habitan el país. “El número de especies y tipos que hay en porcentaje se conoce mucho más que a nivel microevolutivo y genético, donde es extremadamente poco lo que se sabe”, advierte.
Aumentar los saberes, por ejemplo, modelando lo que ocurrió con distintas especies hace 20 mil años cuando fue la última gran glaciación para analizar diferencias de distribución cuando el clima volvió a entibiarse permitiría proyectar qué linajes podrían permanecer o están en riesgo de desaparecer si la temperatura del planeta aumenta 1,5° o 2°C, y con esta información se pueden mejorar y/o diseñar políticas públicas de conservación de biodiversidad, de nuestra biodiversidad.
“La biología de nuestras especies es única”
Para el doctor Pedro Victoriano, que es uno de los científicos chilenos que trabaja en el estudio de microevolución, es claro que “queda mucho por conocer” y que avanzar en ello, generando el propio conocimiento, trasciende a satisfacer la curiosidad científica, sino que la falta de información y desconocimiento puede ser un certero y grave riesgo para resguardar la vida de la flora y fauna que habita Chile en el escenario de cambio global.
Especies únicas
Uno de los puntos en los que se detiene es que hay un alto endemismo, es decir, especies nativas del país o de una región, por lo que son únicas y si no se estudian aquí no se hallará información en otras latitudes. Pero, en estrecho vínculo con la diversidad genética de las poblaciones de una misma especie que habitan territorios amplios, algunas presentes en todo el continente americano o el planeta, con linajes que explica que su microevolución puede verse visto influenciada por aspectos como el área específica que habitan, la flora y fauna que habita el territorio nacional siempre será particular y hay que entenderla en sus particularidades para protegerla y conservarla.
Usa como ejemplos de lo anterior al conocido como camarón de vega (Parastacus pugnax) que estudiaron un proyecto recientemente cerrado y que “encontramos una diversidad genética enorme, casi en cada una de las vegas es una población distinta”. Tanta fue la diversidad que han llegado a sospechar que “no es sólo una especie, sino que es diversidad críptica”, apunta, es decir, especies distintas que no se distinguen morfológicamente. En otro proyecto en que se estudió a tres especies de lagartijas del género Liolaemus que habitan Chile cuenta que “encontramos que la mayor variabilidad genética, usando como criterio la magnitud de variantes genéticas, está coincidiendo con el área más perturbada de Chile Central, como la zona mediterránea en la latitud de Santiago, áreas donde se concentra la mayor población humana y se ha alterado en mayor magnitud el paisaje”.
Desde allí, plantea que “estamos previendo que muchas de las actividades agrícolas y forestales que se dan (en dicha zona), con el cambio climático es muy probable que se trasladen cada vez más al sur donde están la mayoría de nuestros bosques nativos. Y eso va a ocurrir, porque habrá menos lluvia en la zona mediterránea y especies que requieren mayor cantidad de agua y temperaturas no tan altas van a encontrar su óptimo cada vez más al sur, por ejemplo, a 2050. Eso generará cambio de paisaje y pérdida de biodiversidad (de especie y genética) y, salvo para pocas especies, sabemos poco de filogeografía y no sabemos qué magnitud de las variantes genéticas a nivel intraespecífico va a desaparecer”.
En ese sentido, si bien destaca que se pueden hallar referentes en la literatura internacional, y que es algo que los investigadores suelen hacer para orientar sus trabajos, se debe tener “la salvedad de que la biología de nuestras especies es única y eso podría ser un problema al hipotetizar que si en otros lugares mediterráneos ha ocurrido algún tipo de proceso o cambio microevolutivo se van a dar los mismos procesos acá en Chile, porque no necesariamente será así”.
En efecto, sólo desarrollando estudios para generar conocimiento particular y específico se podrá obtener información pertinente que permita tener medidas o políticas públicas tan apropiadas como efectivas.
Más recursos
Punto desde el cual el investigador se detiene en que una de las razones por las que el conocimiento en microevolución y genética es menor que en otros ámbitos de la biología de las especies radica en que se trata de un quehacer científico que define de alto costo, por ejemplo, se requieren laboratorios con equipamientos y tecnologías caros para hacer los análisis muy específicos.
Por ello, el doctor Victoriano es enfático en afirmar que “si Chile quiere desarrollarse integralmente sin perder recursos biológicos, tiene que inyectarle más recursos económicos a la ciencia”, tanto desde la perspectiva del dinero invertido en fondos públicos de investigación a los que científicos y científicas del país puedan postular sus proyectos, como también a los que permitan la formación de futuros profesionales y capital humano avanzado mediante estudios de postgrado con las capacidades para poder investigar y generar conocimientos que contribuyan a progresar como país mientras se resguarda la biodiversidad nacional.
*Esiem es una estación de investigación y docencia que la UdeC, a través de tres facultades, posee en la Reserva Nacional Malalcahuello (Región de La Araucanía) en convenio con Conaf. El foco es estudiar y generar conocimiento de la flora, fauna y ecosistemas de la cordillera de Los Andes.