El agua es el vital elemento porque perderla y no aportarla puede ser letal; el cuerpo no podría funcionar. Pero, en Chile, menos del 30% bebe lo suficiente.
Mencionar al agua como el vital elemento parece poético, entonces, es una poética manera de decir la verdad. Y es que es imprescindible para la vida en la Tierra, para la nuestra, y no es una realidad que tenga matices: sin esta no podríamos vivir.
Es clave para que “nuestro organismo funcione correctamente”, enfatiza para comenzar la nutricionista Marisol González, académica de la Facultad de Medicina de la Universidad Católica de la Santísima Concepción. “Ayuda al transporte de nutrientes, mantiene la temperatura corporal (termorregulación), transporta oxígeno y hormonas, ayuda en la digestión y absorción de nutrientes, es el solvente de desechos de eliminación y actúa como protector de órganos”, detalla como un acotado resumen de las funciones trascendentales del agua en el cuerpo humano; líquido que compone cerca del 80 a 90% de la sangre o entre 70 a 80% en cerebro y pulmones, por ejemplo.
Es por ello que aportar agua al organismo, hidratándose adecuadamente, es esencial para mantener un adecuado estado de salud y desde un punto de vista integral. De ahí que el llamado a beber suficiente agua a diaria en el que enfatizan los expertos ante la promoción de hábitos de vida saludables está lejos de ser un capricho, ya que no hacerlo conduce al riesgo de que sus niveles disminuyan en el cuerpo y ello “tiene repercusiones importantes en el aspecto cognitivo, de motricidad y de funcionamiento y regulación de los órganos”, advierte la profesional. Como es vital su presencia, su falta puede ser letal.
No es que sea un efecto repentino o inmediato, salvaguardando que hay situaciones de salud, actividades e incluso ambientales como el calor que llevan más rápido a la pérdida de agua, la deshidratación es un proceso cuyo avance se manifiesta de diversas formas. Marisol González cuenta que puede evidenciarse con síntomas como dolores de cabeza y mareo, malestar gastrointestinal y/o aumento de la frecuencia cardiaca. También se pueden presentar “compromiso de la función cognitiva y de la fuerza y/o falta de coordinación e incluso llegar a la muerte en caso extremo de deshidratación”, advierte. En este sentido, precisa que “se establece que cuando uno pierde 2% del peso corporal hay problemas en la función cognitiva y dolores de cabeza”. Es así que cansancio o signos en un peor estado anímico, dificultades para concentrarse o prestar atención en el trabajo o estudios, y mermas en el rendimiento físico y mental, pueden deberse a una inadecuada hidratación en las jornadas, pueden ser la señales de que el cuerpo no ha recibido suficiente agua un día o varios y necesita que le den.
Y el riesgo de deshidratación con todos los efectos orgánicos, fisiológicos y mentales, que provoca, podría ser muy frecuente en los chilenos si se atienden las estadísticas. “Según la Encuesta Nacional de Salud 2016-2017, sólo 28,3% de la población mayor de 15 años cumple con la recomendación de consumir 6 o más vasos de agua al día”, afirma la doctora Katherine Forman, nutricionista y académica del Departamento de Nutrición y Dietética y directora de PromoSalud de la Universidad de Concepción. Advierte, además, que “el consumo es menor en mujeres y disminuye de forma importante en mayores de 65 años”.
Punto en el que se detiene, pues las personas mayores son un grupo que define como especialmente vulnerable a la deshidratación, al igual que los niños, por cuestiones fisiológicas como son las vinculadas a la termorregulación y a la pérdida de agua a través del sudor. Y, así también son en quienes hay más peligro por potenciales daños de la evolución del proceso de pérdida de agua. Además, sobre todo en edades avanzadas, se va perdiendo el estímulo de la sed que incentiva a beber líquidos, razón por la cual Forman sostiene que “se debe prestar atención a estos grupos y favorecer su hidratación o consumo de agua”, procurando ofrecerles de manera constante este líquido.
Se cree sólo cuando se siente sed el cuerpo necesita hidratarse y hay que beber agua. Ese es uno de los grandes errores y podría ser un inminente peligro para la salud, no sólo por quienes tienen el estímulo disminuido por cuestiones fisiológicas, sino porque puede ser indicador de deshidratación tardío, según resalta la doctora Katherine Forman.
Por ello, si siente sed es imperante saciarla y no se debe esperar su aparición para hidratarse y/o en ese momento beber toda el agua que se recomienda. La manera adecuada es “hidratarnos continuamente”, afirma, bebiendo durante el día de 1,5 a 2 litros de agua.
Esto se debe respetar durante todo el año, pero las épocas, días o condiciones de mayor calor y también el nivel de actividad física son algunas de las condiciones que hacen variables los requerimientos de hidratación, sostiene, ya que el organismo precisa mantener sus niveles reponiendo el agua que pierde por la orina o sudor, por ejemplo. Y ello aumenta en las circunstancias mencionadas.
Es evidente que para una adecuada hidratación la mejor opción es beber agua natural, enfatiza la nutricionista Marisol González. Pero, no la única. Y esa puede ser una buena noticia para quienes son todo menos fanáticos de ingerir este líquido incoloro, inoloro e insípido, que hace que a muchos no les parezca agradable y prefieran los sabores o aromas. Cuenta que “el agua natural puede saborizarse con rodajas de cítricos, pepino, berries, hojas de menta y/o albahaca. Así, a la vista, olor y sabor es mucho más apetecible. También pueden ser una opción las infusiones de hierbas”. Eso sí, “que no sean diuréticas, así como evitar el café y té, por las mismas razones”, explica. Tampoco se les debe añadir azúcar.
Otra alternativa para prevenir la deshidratación es consumir frutas y verduras, porque contienen agua, algunas en mayores cantidades como la sandía. “Las sopas, leche y otros líquidos también están considerados dentro de aquellos alimentos que ayudan a la reposición de los líquidos corporales perdidos (sudor, orina, heces, respiración)”, apunta González.
En la vereda opuesta, hay otros productos que muchas personas consumen y creen que influyen en la hidratación o que su ingesta lleva a cumplir las recomendaciones como jugos embotellados o artificiales, bebidas gaseosas y otros bebestibles azucarados. Pero, no es así y aclara que además de azúcar pueden contener otros químicos que aumentar su duración (preservantes) y gas que pueden interferir en el mecanismo de hambre y saciedad. Así, puede que se sienta que sacian la sed o refresquen en el momento, pero no es duradero el efecto ni mucho menos saludable. Lo mismo sucede con los helados de crema, agrega, cuyo consumo aumenta la sensación de sed.
González también se detiene en la ingesta de alcohol, sobre todo de cervezas con grado etílico, que no son pocos los adultos que puedan creer que sirven para hidratarse. “El alcohol inhibe la función de la hormona vasopresina o ADH, que tiene la función de reabsorber agua a nivel renal, de manera que el volumen de orina disminuya y no se elimine. Por tanto, las bebidas alcohólicas sólo disminuyen la sensación de sed en el momento, pero aumentan la deshidratación”, aclara.
No está de más añadir que los productos azucarados y los bebestibles mencionados son altos en calorías y su consumo habitual, excesivo, se relaciona con diversos efectos en la salud como incremento de peso y también con aumentar el riesgo de desarrollar patologías crónicas no transmisibles como diabetes y obesidad, entre otras.
Marisol González dice que la forma más simple es la coloración de la orina. “Aunque depende lo que se haya comido o si se usan medicamentos puede alterarse el color, con una orina clara o amarillo claro es una persona bien hidratada”, precisa. Una oscura, muy amarilla o anaranjada, “está probablemente deshidratado”, advierte.
Con la deshidratación la piel, boca y mucosas se tornan secas; también se siente dolor de cabeza y mareos, pueden presentarse síntomas anímicos como irritación y cansancio o motrices como descoordinación, detalla. Sentir sed es otro indicador, pero “estando deshidratado no necesariamente se sentirá. La sed se siente mucho después de haberse iniciado el proceso de deshidratación”, advierte.
Existen recomendaciones generales sobre cuánta agua beber al día, pero los requerimientos diarios varían según edad, género, nivel de actividad física y estado fisiológico. Al respecto, el Ministerio de Salud establece que:
-Infantes de 1 a 2 años deben beber 4 a 5 tazas de agua (incluye todos los líquidos ingeridos).
-Entre los 2 y 5 años se aumenta a 5-6 vasos (1.2 a 1.5 litros diarios), incluyendo el agua que contienen la leche y otros alimentos.
-De 6 hasta los 18 años la ingesta es 6-8 vasos diarios (1.5 a 2 litros). El menor rango es para edades cercanas a 6 años y va en aumento en tanto avanza la edad.
-En adultos la recomendación es beber de 2 a 2.5 litros para mujeres y hombres, respectivamente.
-Personas en tratamientos diuréticos, que realicen actividad física o expuestos a condiciones ambientales como altas temperaturas verán incrementados los requerimientos y necesidad de hidratación.