Vacuna permitirá evitar cuadros graves y reducir mortalidad, pero no acabará con la Covid-19. Mientras no haya inmunidad de rebaño, la necesidad de seguir las acciones recomendadas continuará. En efecto, el uso habitual de mascarilla acompañará la vida un largo tiempo.
A casi 11 meses de que la Covid-19 llegara a Chile, con más de 740 mil casos acumulados y más de los 18 mil 700 fallecidos, tras arribar nuevas miles de dosis de vacunas, este 3 de febrero comenzó la vacunación masiva. En un plan nacional que proyecta inocular a 5 millones de personas en el primer trimestre de 2021, partiendo con ancianos desde 85 años en adelante para ir cubriendo a la población de personas mayores en orden de edad descendente en próximas semanas, cuando también se vacunará al personal esencial de atención a la ciudadanía hasta ir avanzando en cobertura, la vacuna se ve como una gran aliada en la lucha contra la devastadora enfermedad causada por el virus Sars-CoV-2, tal como lo ha sido frente a otros patógenos.
De ahí que su desarrollo haya sido un esfuerzo global con logros en tiempo récord y el claro llamado a la población es a vacunarse para proteger su vida, pero también a no creer que se puede bajar la guardia y debilitar el autocuidado. Es que la inoculación permitirá evitar cuadros graves y de riesgo vital en quienes la hayan recibido, pero no acabará con la patología ni contagios, la gente enfermará igual, vacunados o no, advierte la epidemióloga Maritza Muñoz, doctora en Medicina Preventiva y Salud Pública y académica del Departamento de Salud Pública de la Universidad Católica de la Santísima Concepción (Ucsc).
Por ello enfatiza que la administración masiva y llegar a las primeras metas de cobertura no significa descuidar las medidas en que han insistido las autoridades sanitarias: quedarse en casa y no salir si no es estrictamente necesario, evitar reunirse con otras personas y mantener distancia física de al menos un metro al hacerlo, lavado frecuente de manos con agua y jabón y/o constante higienización de estas con productos en base a alcohol, y utilizar mascarilla.
Puede que haya quienes creyeran lo contrario, que aún no se adaptan a su empleo habitual, pero hay que hacerlo porque la especialista asevera que “este 2021 es seguro que la mascarilla nos sigue acompañando”. Y, quizá, su compañía siga más allá. Que las acciones y particularmente las mascarillas dejen de ser parte de la vida cotidiana no será posible “hasta que no haya inmunización de rebaño y eso significa que tengamos al 80% de la población inmunizada y eso es vacunada. La persona que tuvo Covid-19 tiene que vacunarse igual, porque la inmunidad de la enfermedad sólo dura 3 o 4 meses”, enfatiza. Y para ello resta bastante tiempo, en 2019 un informe del INE cifraba en más de 19 millones la cantidad de habitantes en Chile; además, se debe comprender cómo funciona la inmunidad que otorga la vacuna y cuánto tiempo dura.
De la mano de la mayor cobertura, conocimiento y control empezarán a incrementar las opciones de flexibilizar las medidas para retomar la vida normal, y es viable que, a futuro, el uso de mascarilla e ímpetu de otras acciones se vinculen a la estacionalidad que debería tener la Covid-19, según aclara Maritza Muñoz. Se proyecta que sea una enfermedad de invierno como la influenza, ya que el Sars-CoV-2 es menos resistente al calor, si bien en Chile, pese a la temporada veraniega y altas temperaturas que se presentan en muchas ciudades, no hay mejoría en la situación sanitaria y ello se explicaría por efecto del comportamiento, advierte. Otro argumento para hacer necesaria la larga compañía de la mascarilla.
“Vamos a tener que acostumbramos, porque la mascarilla nos va a acompañar un largo periodo y, además, vamos a aprender su importancia, porque ha ayudado a combatir Covid-19 y otras enfermedades virales”, destaca y cree como positivo que ello implique que haya llegado para quedarse y generar cambios, al volverse “una costumbre, como en países asiáticos, siendo más responsables: si me siento resfriado y enfermo, entonces uso mascarilla para evitar enfermar al resto”. En efecto, si eso sucediera, es factible que pueda contribuir a controlar la propagación de otros patógenos como los virus respiratorios de invierno, que tradicionalmente son los que afectan a la población y saturan al sistema sanitario en la temporada más fría.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el medio de propagación y transmisión del Sars-CoV-2 son pequeñas partículas líquidas que expulsan las personas infectadas, fundamentalmente por la boca o nariz en acciones como respirar, hablar, toser, estornudar, cantar o resoplar.
La especialista en Salud Pública Paz Macaya, epidemióloga del Hospital Las Higueras de Talcahuano y colaboradora docente de la Universidad de Concepción explica que estas gotas tienen distinto tamaño y, al emitirlas, caen al suelo las más grandes y las más livianas quedan en suspensión en el aire y/o se trasportan, pudiendo ingresar a través de la boca, nariz e incluso los ojos de los individuos y así el virus si le contienen, donde la mayor probabilidad es cuando las personas están en contacto directo o cercano, es decir, menos de un metro de distancia, con un paciente contagiado. Además, el tiempo que perduren en el aire varía según las condiciones del ambiente, como el viento o ventilación, pero hay estudios que indican que hay superficies o elementos en que el virus ha sobrevivido hasta tres días.
En todo ello está el sustento de recomendaciones para prevenir la Covid-19 como mantener la distancia física y lavarse cada vez que sea necesario las manos, también sanitizar los productos que se compran, sacarse los zapatos al llegar a casa si se salió y también cambiarse la ropa. Y, por supuesto, usar mascarilla, pues son una barrera física que permite contener las gotas que se expulsan por la boca y nariz desde alguien que pudiera estar contagiado, y evitar el ingreso por las vías respiratorias en pacientes sanos, según resalta Macaya.
Desde allí, la epidemióloga de la Ucsc Maritza Muñoz aclara que “las mascarillas no tienen 100% de efectivad, siempre hay un poco de gotitas que salen de la mascarilla. Frente a eso es tan importante que las personas sanas ocupen mascarilla” y, de Perogrullo, las contagiadas. Además, advierte que “60% de personas Covid-19 son asintomáticos, entonces tenemos una alta población con la enfermedad dando vueltas y no saben”, pero tienen la capacidad de contagiar a otros.
Por lo mismo, salvo al estar dentro de casa con el núcleo familiar habitual, siempre y cuando no haya alguien infectado de Covid-19, “la mascarilla hay que usarla siempre. Desde que se sale de casa, poniéndola antes de salir, hasta el regreso”, destaca. Y enfatiza que no sólo se usa al exponerse a personas en un lugar público como transporte o supermercado, sino también si se está trabajando en una oficina o se abrirá la puerta para recibir un paquete o, aunque no está recomendado reunirse con un vecino o familiar. Situación que le hace poner el acento en que “los focos de contagio más grandes que hay son las familias. Por tanto, la mascarilla debe estar presente siempre”. Se puede creer que las personas conocidas o seres queridos se cuidan y no hay riesgo, pero la única certeza que hay cómo se cuida uno mismo.
Por lo expuesto, atender a últimas recomendaciones de la OMS que desaconsejan usar mascarilla al hacer actividad física intensa pues podría generar incomodidad al respirar y que en Chile hay un horario para ejercitarse al aire libre en zonas en cuarentena y en fases avanzadas se permite el deporte en equipos reducidos, causa especial preocupación. Al correr, por ejemplo, las respiraciones son más intensas y profundas, aumentando la probabilidad de expulsar gotas infectadas o que ingresen al pasar junto a alguien, mientras que viento y velocidad pueden generar que las gotas vayan hacia atrás, pudiendo alcanzar a quien vaya sin mascarilla. En actividades grupales la historia es similar. Por ello, cree vital usar mascarilla también al hacer deporte y si incomoda mejor evitar esta actividad.
En este sentido, ambas epidemiólogas aseguran que no existen riesgos asociados al empleo de mascarillas. “Si hubiera, en el área de salud no las usaríamos permanentemente y el Colegio de Kinesiólogos de Chile dio aviso de que no había algún tipo de riesgo respiratorio, si bien genera sensación de dificultad para respirar y ello puede provocar cefalea, no produce hipoxia ni acumula CO2”, afirma Muñoz. Macaya añade que puede haber quienes con el uso constante puedan sentir irritación o sequedad en la piel, pero para manejarlo recomienda lavar las manos y luego la cara con abundante agua y, posteriormente, aplicar una crema hidratante al retirar y/o cambiar mascarilla. Para personas alérgicas a ciertos materiales, existen mascarillas hipoalergénicas.
La epidemióloga Paz Macaya precisa que “la mascarilla debe cubrir completamente nariz y boca hasta debajo de la barbilla”.
También deben ocuparse el tiempo apropiado. Las tipo N95, las más efectivas, son de larga duración y pueden perdurar toda la jornada, siempre que no se contaminen o deterioren. Las quirúrgicas desechables o de género reutilizables (que deben tener tres capas de tela) se deben cambiar cada 2 a 3 horas, porque al humedecerse pierden su eficacia. Ninguna se puede usar si está sucia y sin algún daño.
Para retirar, hay que hacerlo en sitios donde se esté solo, tomando a la mascarilla desde los elásticos para luego botarla o dejarla en una bolsa con cierre hermético si es reutilizable para trasladarla. Es imperante lavarse las manos y rostro tras retirar una mascarilla y antes de poner otra.
Y si hay quienes se preguntan si es mejor usar protector o escudo facial enfatiza que “no reemplazan a las mascarillas”, pero usarles juntos da más protección al también cubrir los ojos, que es otra vía de ingreso del virus.
Ninguno de los elementos se puede compartir.
*Niños y mascarilla: la OMS y Unicef aconsejan que uso no sea obligatorio hasta los 5 años. De 6 a 11 la decisión del empleo debe seguir distintos criterios, como el riesgo de contagio. Desde los 12 años el empleo es igual que en adultos.
*La mascarilla más efectiva: la OMS establece que el modelo FFP2 (N-95) es el más efectivo, con hasta 95%.
*¿Desechable o reutilizable?: las quirúrgicas tienen el segundo lugar de efectividad y tercero las de género (si cumplen las condiciones).