Brecha digital afectó a 15% de los establecimientos regionales

31 de Enero 2021 | Publicado por: Natalia Quiero
Fotografía: Diario Concepción

Según cifras de la Seremi de Educación del Biobío, el problema de conectividad se dio primordialmente en escuelas y liceos municipales y rurales. Una cruda forma de desigualdad social que develó la Covid-19 en Chile.

En plena Era Digital, cuando tener un computador y wifi en casa se percibe como básico y el smartphone con Internet móvil se volvió extensión del brazo para muchos, cuando funcionar sin la facilidad que brindan las aplicaciones suena tan inconcebible como no interactuar constantemente a través de redes sociales o no aclarar cualquier duda en un buscador web, parece irracional que haya miles de personas desconectadas de la revolución tecnológica en Chile.

Pero, la brecha digital es una realidad que se develó crudamente durante 2020 cuando la emergencia sanitaria del coronavirus obligó a quedarse en casa y mantener la distancia física y depender de las nuevas tecnologías para seguir con las actividades habituales como la educación, siendo los formatos virtuales los más adoptados para continuar los procesos formativos de forma remota tras la suspensión de clases presenciales a mediados de marzo del año pasado, a la par que la OMS declaraba a la Covid-19 como pandemia, y la razón de que un porcentaje importante de estudiantes viera dificultado o imposibilitado su acceso por no disponer de equipos tecnológicos o conexión a Internet.

En efecto, “al evaluar las mayores dificultades que enfrentamos el 2020, es el problema de la conectividad”, asevera Carlos González, seremi (S) de Educación de la Región del Biobío. Incluso más que tener que asumir de manera rápida una forma de enseñanza-aprendizaje para la que el sistema no estaba preparado en infraestructura tecnológica o capacidades y habilidades, porque hubo estudiantes que no pudieron asistir a clases y recibir contenidos o desarrollar actividades en línea de forma regular.

Brecha regional

“Nuestra realidad regional nos indica que 15% de los establecimientos educacionales tuvieron problemas de conectividad. Eso es alrededor de 160 establecimientos, 139 municipales y 21 subvencionados”, detalla, siendo gran parte escuelas rurales de la Región del Biobío, y afirma que “el problema no lo tuvimos en los particulares pagados o de administración delegada”. Y si el colegio o liceo tiene falencias o falta de conexión, “muy probablemente los estudiantes de la escuela que están alrededor también. A eso hay que añadir las escuelas que sí tienen conexión, pero los estudiantes no”, advierte Juan Carlos Gacitúa, director del PAR Explora Biobío y del Centro Interactivo de Ciencias, Artes y Tecnologías (Cicat) de la Universidad de Concepción, por lo que el número se dispara al individualizarlo.

Claro es que la salvación para algunos complejizó situaciones ya complejas, la inequidad en conectividad es un problema social antes no dimensionado y aún difícil de cuantificar. “La sanitaria, como toda crisis, sacó a la luz las desigualdades y diferencias entre distintos sectores de la sociedad”, manifiesta. “La brecha digital es consecuencia de la desigualdad con la que crecen nuestros estudiantes”, enfatiza María Consuelo Barrios, directora regional de Enseña Chile Ñuble-Biobío.

En el trabajo de esta entidad hay un dramático ejemplo de lo que estas desigualdades implican. Trabaja con establecimientos (10 a nivel birregional) con alto índice de vulnerabilidad y varios rurales para acortar las brechas educativas que pueden limitar las oportunidades futuras y que hace que “en los casos más críticos haya estudiantes con dos años de atraso de contenido curricular”, advierte. Y la misión se dificultó por la brecha digital: hubo de quienes no supieron en todo el año porque no se pudieron conectar y a otros les perdieron el rastro. A nivel local, “el 2020 partimos con 3.200 estudiantes y cerramos con cerca de 2.700 con los que tuvimos comunicación constante”, lamenta.

Ahí lo grave de los problemas de conectividad que impidió que niños y jóvenes recibieran la educación adecuada y pudo haber incrementado la deserción, y lo urgente es revertirlo de cara a un 2021 en que la Covid-19 sigue acompañando para prevenir más impactos negativos, porque Barrios sostiene que “la brecha digital profundiza y agrava la brecha educacional que ya existe”.

 

Aprendizajes del 2020 para enfrentar mejor la educación a distancia

Al evidenciarse la brecha digital en cuanto al acceso a dispositivos tecnológicos y/o Internet, con tal de evitar al máximo que los estudiantes estuvieran excluidos de los procesos educativos, distintas medidas se tomaron para contribuir con soluciones de distinto tipo. Es así que el Ministerio de Educación (Mineduc) y los propios establecimientos entregaron computadores a escolares y también a nivel universitario, además hubo becas de Internet. Por otro lado, además, se propiciaron otros formatos de educación a distancia como las iniciativas “TV Educa Chile” (Mineduc), “La Radio Enseña” (Enseña Chile) o “Profes al Rescate” (Explora Biobío y Cicat), junto con la entrega de materiales físicos a ciertas escuelas y liceos y/o estudiantes.

De ahí que, pese a que los problemas de conectividad siguen existiendo, también hubo y hay formas de subsanarlos. Algo que no se debe pasar por alto al pensar en un 2021 que está teniendo condiciones no tan distintas al 2020 si de la Covid-19 se trata y la presencialidad se ve también compleja para el inicio del año académico el 1 de marzo. Y ello también lleva a pensar en los otros desafíos que conllevó a asumir de manera repentina un sistema de educación sustentado en los formatos online que era desconocido para la gran mayoría y para lo que no existía preparación, para poder desarrollarlos mejor si evitar salir y mantener la distancia física sigue siendo la mejor manera de cuidar la salud.

Prepararse

Al respecto, Carlos González, seremi (S) de Educación, explica que los establecimientos tuvieron la tarea de elaborar un plan de funcionamiento para 2021 que considerara las distintas alternativas que pudieran darse al 1 de marzo y posteriormente, con protocolos sanitarios vinculados al retorno presencial seguro y la implementación de formatos híbridos (virtual y presencial), manifestando que “en la medida que se cumplan los protocolos sanitarios y se resguarde la salud de toda la comunidad educativa, desde profesores y administrativos hasta escolares, el ideal es volver a clases presenciales. Así lo indican los estudios que hace la Unesco, por ejemplo”.

El valor de la educación presencial por sobre la a distancia y/o en línea es algo que también enfatiza Juan Carlos Gacitúa, y volver a las aulas es el gran anhelo de las comunidades educativas que menciona María Consuelo Ulloa. Pero también tienen claro que se ve inseguro en tanto la Covid-19 no se controle y/o la vacunación alcance a una parte importante de la población, por lo que el foco debe ser estar consciente de que el funcionamiento remoto y la virtualidad seguirán presentes para tomar todos los aprendizajes obtenidos y prepararse para brindar a los estudiantes la mejor educación posible, aunque el contexto siga siendo adverso.

Los desafíos

Es por ello que, más allá de pensar en el retorno presencial como enfoque actual, Juan Carlos Gacitúa cree que “hay que centrar los esfuerzos en hacer una muy buena evaluación respecto de qué funcionó y no el 2020”, pensando en las herramientas y metodologías pedagógicas, por ejemplo. Desde su perspectiva, además, las dificultades pasadas dejaron muchos aprendizajes y procesos instalados que serán de utilidad en el futuro próximo e incluso en otras situaciones de crisis que pudieran afectar la asistencia a clases presenciales, que no son extrañas en Chile, como terremotos o inundaciones.

En este sentido, María Consuelo Barrios añade que este año sumará otros retos, como los formatos híbridos, pues si bien pueden subsanar el hecho de que los alumnos estén en clases presenciales manteniendo la debida distancia mientras otros están desde casa asistiendo, las didácticas o planificaciones en un aula presencial no son las mismas que en una virtual. “Nos vamos a tener que adaptar a un nuevo sistema que no conocemos”, advierte, y también agrega que la necesidad de adaptación será constante al considerar como probable que si bien haya semanas en que se puedan sostener los formatos híbridos en otras no será posible, ya que recuerda que “la fase en la que estamos cambia constantemente, los casos aumentan y luego disminuyen, y nos vamos a tener que adaptar una y otra vez”.

Pero, claro está, para ella y todos los exponentes el más grande reto es, este 2021, de la manera que sea, alcanzar con los contenidos a todos los y las estudiantes que deberían estar en la sala de clases (virtual o física), reencantando y motivando a todos quienes desertaron en el camino de 2020 o los que están en riesgo de no volver a las aulas porque la convicción y meta es que este año, como sea, será mucho mejor, porque ha habido y hay tiempo para saber cómo afrontarlo más efectivamente.