El panel "Ciberciudadanía y Neurociencias" fue el que abrió la jornada del reciente evento científico, abordándose cómo en la era digital el desarrollo ha permeado todo el comportamiento, llevando a entender mejor ciertos fenómenos, complejizar algunos y también actuar para mejorarlos.
Cómo la combinación entre las neurociencias y ciencias de la conducta con la aplicación de las tecnologías cognitivas están jugando un rol trascendental para comprender, predecir y actuar sobre la violencia fue la temática que dio vida a la exposición que el doctor Agustín Ibáñez, neurocientífico argentino, ofreció durante “Ciberciudadanía y Neurociencia”, panel que abrió el Congreso Futuro Biobío 2021 que se desarrolló este 20 de enero de forma telemática bajo el título “Habitar la incertidumbre”.
Es que este evento científico, que realizó su tercera edición organizada por la Mesa Regional Interuniversitaria que integran la Universidad de Concepción (UdeC), Universidad del Bío-Bío (UBB) y la Universidad Católica de la Santísima Concepción (Ucsc) junto al Gobierno Regional del Biobío, busca impulsar la discusión y reflexión sobre los temas que serán clave en la construcción de la sociedad del futuro como retos que deben enfrentarse hoy, porque los cambios están ocurriendo, acercando el conocimiento desde las voces de un experto internacional que comparte espacio con académicos de las casas de estudio organizadoras, que fueron los doctores Mabel Urrutia (UdeC), María Belén Ortega (Ucsc) y Bruno Bivort (UBB).
Ibáñez, director del Instituto de Neurociencia Cognitiva y Traslacional de Argentina, partió por definir a la violencia como “un componente cotidiano” y a la conducta violenta como una que demanda un abordaje multidimensional y multidisciplinario, porque aclaró que interactúan factores biológicos, psicológicos y sociales. El también creador y coordinador de la Plataforma de Neurociencias Cognitivas y Ciencias de la Conducta de Argentina reconoció que ello le hace un fenómeno complejo, que aún falta por entender, pero que la aplicación de las neurociencias y ciencias de la conducta han sido y son cruciales para la mayor comprensión, y también que hoy se tiene como aliado el uso del aprendizaje de máquina para estudiar fenómenos complejos como este sin tantas hipótesis a priori y tratar de predecir la violencia.
Ha participado en diversos estudios que comprueban lo anterior, usando pruebas cognición social y todo lo que sabe sobre los factores que hacen a las personas más propensas a tener conductas violentas (entre los que mencionó la vulnerabilidad, experiencias de discriminación y estrés social, exposición a la violencia y la institucionalización en la infancia) junto al aprendizaje de máquina. De hecho, en un trabajo “encontramos que podíamos predecir con más de 97% de precisión”, aseguró.
En su opinión ese tipo de resultados son claros sobre el aporte de los avances científicos y tecnológicos para caracterizar la violencia, predecirla y hasta intervenirla, comentando que está en un proyecto enfocado en ello. No obstante, advirtió que el cada vez mayor entendimiento y precisión de las tecnologías puede conllevar riesgos en relación al control del comportamiento de las personas como algo que es una realidad. Contó que en una ciudad china hay un sistema de cámaras que observa la conducta de la gente y cuando se detecta una inadecuada se ejercen ciertos castigos, por tanto “hace que se cambie la conducta sólo porque se está siendo observado y controlado”, dijo, y no necesariamente por la real intención de actuar bien.
Otro peligro que mencionó es “estigmatizar a personas que tengan factores que les hagan más propensos a desarrollar violencia y no necesariamente va a ser así”.
Por ello, entre los grandes retos de desarrollar y usar las tecnologías cognitivas, que son muy potentes y van a poder impactar en las conductas, es estar conscientes que el “el aprendizaje de máquina es ciego a las decisiones o factores humanos que están a la base de los predictores”, reflexionó, por lo que se requiere un capital humano que pueda entender lo que las máquinas predicen para aplicarlo correctamente y usarlas en real beneficio, para que lo también resaltó que tener una regulación será fundamental.
El panel “Ciberciudadanía y Neurociencia”, con el que se dio el vamos a la más reciente versión del Congreso Futuro Biobío, fue un espacio en el que los académicos de las universidades organizadoras expusieron sus conocimientos y trabajos que han realizado en torno a la temática, haciendo una convergencia entre las tendencias mundiales y lo que se desarrolla en las regiones del Biobío y Ñuble (presencia birregional de las casas de estudio), mostrando a la opinión pública que, en y desde su territorio, la academia regional avanza con iniciativas que a la vanguardia del conocimiento desde el abordaje de problemas reales y locales.
El hilo conductor fueron las problemáticas y fenómenos sociales, las nuevas formas de comprenderlas y también de desenvolverse en la era digital.
Fue así que la doctora Mabel Urrutia, académica de la Facultad de Educación UdeC, especialista en Neurociencia Cognitiva y doctora el Lingüística, se centró en contar sobre su línea de investigación vinculada a las bases neuronales de la comprensión lectora y la exclusión social mediante técnicas de estimulación cerebral, siendo hoy es responsable de un Proyecto Fondequip sobre ello.
Contó que “los estudios parecen afirmar que las palabras duelen” y también las actitudes, pues diversos trabajos muestran que existe una activación del circuito del dolor (físico) ante eventos de impacto emocional provocado por situaciones como la exclusión social, los malos tratos y las comparaciones injustas, por lo que hay un correlato neuronal de este estímulo amenazante que también se configura si se da desde el espacio cibernético. La temática la ha abordado en proyectos como uno en Alto Biobío cuyos resultados “dan cuenta de cómo esta relación entre exclusión social y dolor físico es más potente en población mapuche (pehuenche)”, advirtió. En el que se encuentra en curso actualmente está investigando los correlatos neuronales en las salas de clases asociados a la cooperación y competencias, con un equipo que permite conectar neuralmente a cuatro personas.
Por su parte, la doctora María Belén Ortega, trabajadora social y doctora en Antropología Urbana, académica de la Facultad de Historia, Comunicación y Ciencias Sociales e investigadora del Centro de Investigación en Educación y Desarrollo de la Ucsc, ha enfocado sus estudios en abordar, desde la perspectiva de los sobrevivientes, la explotación sexual comercial de niños y niñas, una violencia directa y vulneración que “nos cuesta ver, está muy invisible y ocurre en Chile”, advirtió.
Explicó que esta forma de violencia sexual se diferencia de otros abusos sexuales al haber una transacción que puede ser material o intangible como protección y “puede darse de forma física o virtual y también combinación de forma física y virtual simultáneamente”, lamentó, el que resaltó va en alarmante alza, lo que para ella demuestra cómo internet y las plataformas que existen están complejizando un problema tan grave como este y que, además, aseveró que da vida a una compleja dinámica en que todos estamos jugando un rol y, por tanto, podemos influir para bien o para mal. Su reflexión fue que podemos ser buenos ciudadanos si actuamos concretamente frente a la violencia, pero sólo somos parte del problema al discriminar, no observar y no reaccionar ante esta.
Una ciudadanía que se ejerce cada vez más desde el ciberespacio, relevó el doctor Bruno Bivort. El especialista en Investigación Social, es académico e investigador del Grupo de Investigación en Género, Ciudadanía y Territorio de la UBB, además de investigador principal del Centro de Estudios Ñuble-UBB, con especial foco de estudio en los jóvenes.
Hizo hincapié en cómo el desarrollo de las nuevas tecnologías de la información y comunicación, el acceso a internet y las redes sociales, “abren posibilidades que hasta el momento parece ser que no están siendo lo suficientemente aprovechadas”, aseguró. Tanto por el vínculo cercano que puede generar entre ciudadanos y sus representantes, como también en las nuevas formas de ejercer la ciudadanía, cada vez más valoradas por los jóvenes que validan menos la participación tradicional como sufragar.
Todo un reto en un escenario global de profunda insatisfacción por la democracia, particularmente aguda en los jóvenes, grupo en el que “en la Región del Bíobío sobrepasa el 90% de insatisfacción”, precisó. Añadió que en el contexto de pandemia si bien el avance en digitalización se ha cuantificado en 10 años, según expertos, se han restringido muchos derechos ciudadanos, por lo que las situación puede complejizarse y acarrea desafíos para enfrentarle, como estudiar y sobre todo “fortalecer la democracia con mayor democracia. Y el acceso a las comunicaciones y tecnología va a ser fundamental”, concluyó.
*Congreso Futuro Biobío es una de las iniciativas regionales que se realizan en el marco de Congreso Futuro, que desde 2011 impulsa la Comisión Desafíos del Futuro del Senado de Chile.