Rodrigo Reeves, director de CePIA de Astronomía lidera propuesta de instrumentación astronómica, para diseñar e integrar microchips.
Un total de $200 millones para financiar dos años de trabajo adjudicó el Fondo Astronomía Quimal para el Desarrollo de Tecnologías de la Astronomía Nacional de la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo (Anid) a un proyecto liderado por el doctor Rodrigo Reeves, académico y director del Centro para la Instrumentación Astronómica (CePIA) del Departamento de Astronomía de la Universidad de Concepción (UdeC).
“Assembly and characterization of electronic modules for microwave and mm/submm wave frequencies” es la propuesta beneficiada con este concurso, que busca apoyar, incentivar y potenciar el progreso de la investigación científica en las disciplinas enmarcadas dentro de las ciencias astronómicas mediante iniciativas que den énfasis al diseño y construcción de instrumentos, al desarrollo de tecnologías afines para avanzar en la investigación de frontera en el campo de la astronomía y también los procesos de transferencia tecnológica de punta.
Justamente, todos los propósitos del Fondo Quimal como convocatoria se cristalizan en los focos del quehacer de CePia, según manifiesta el doctor Rodrigo Reeves, quien también resalta lo clave que ha sido y es para avanzar en los desafíos propuestos la posibilidad de obtener recursos como los que otorga este financiamiento que, vale destacar, es su tercera adjudicación en los últimos años. Así, precisa que suman más de $600 millones obtenidos en total.
De ahí que la satisfacción y felicidad sobren para el investigador, más reconociendo que “este año fue particularmente difícil, ya que sólo se asignaron fondos para financiar dos proyectos, y fue el año que más propuestas se recibieron”.
Un logro destacado también por la vicerrectora de Investigación y Desarrollo de la UdeC, doctora Andrea Rodríguez, catalogando a la adjudicación como “una gran noticia en la línea de asociar el desarrollo tecnológico a la ciencia. Creemos que esta alianza temática nos abre oportunidades para un avance científico integral y que esperamos pueda ser ejemplo para otras áreas del saber”.
Con este nuevo financiamiento y la proyección de iniciar el trabajo formal en los primeros meses de 2021 “podremos llevar a cabo un plan de desarrollo en una línea nueva para Chile y que de seguro nos posicionará tanto en desarrollo de frontera como en transferencia tecnológica”, asevera el doctor Reeves.
En particular, explica que los fondos “permitirán adquirir los equipamientos específicos para implementar un laboratorio para establecer y avanzar en el diseño e integración de microchips de uso en radioondas, microondas y otras ondas mucho más pequeñas en dispositivos electrónicos”. Estos microchips son de gran utilización y relevancia en astronomía, permitiendo la evolución hacia un mejor rendimiento de los amplificadores de bajo ruido, que son el corazón de los receptores de radioastronomía, como los radiotelescopios que hay instalados en el Observatorio Alma (Atacama Large Millimeter/submillimeter Array), emplazado en San Pedro de Atacama en la Región de Antofagasta y que actualmente es el mayor proyecto astronómico del mundo. Pero, Reeves también asegura que los desarrollos tecnológicos en este ámbito pueden aplicarse al servicio de otras disciplinas científicas, como biofísica, astroquímica o telecomunicaciones.
En efecto, la propuesta que lidera es multidisciplinaria e involucra a expertos del Departamento de Astronomía y de Mecánica UdeC, junto a investigadores del área de Ingeniería Eléctrica de la Universidad Austral y Pontificia Universidad Católica de Valparaíso.
Chile posee gran porcentaje de la capacidad astronómica global instalada, principalmente entre las regiones de Antofagasta y de Coquimbo, y se espera que en esta década llegue al 70%. Esto le ha posicionado y reconocido como capital mundial de la Astronomía, porque las condiciones naturales del norte dan una calidad inigualable a los cielos para hacer la mejor observación.
Así, las más importantes entidades internacionales han instalado sus observatorios en las desérticas tierras nortinas, donde se construye el telescopio más grande del mundo, por lo que la infraestructura es vital para que los astrónomos chilenos y extranjeros más destacados investiguen y lleguen a sus resultados. En efecto, nuestro país ha jugado un rol clave en relevantes hallazgos, por ejemplo, comprobarse la existencia de exoplanetas, los métodos para medir distancias en el Cosmos o la primera imagen de un agujero negro supermasivo en 2019, hito al que aportaron investigadores de Astronomía UdeC.
Pero, para que todo eso sea posible, para tener resultados impresiones y estar en la frontera del conocimiento se requiere muchísima tecnología que debe estar en constante evolución para avanzar más y más lejos, resalta Rodrigo Reeves.
Consciente de ello y convencido de que Chile, con su enorme potencial de observación, debería también protagonizar el desarrollo tecnológico para hacer la mejor astronomía del mundo y no sólo proveerse de lo que se genera en el extranjero, supo que era imperante tener un laboratorio abocado a ello. Así, impulsó la creación del Centro para la Instrumentación Astronómica CePIA, que vio la luz en 2015 al alero de la adjudicación de un Fondo Quimal. La visualización, dice, fue “aprovechar la existencia de los observatorios en Chile para poder desarrollar tecnología y contribuir al desarrollo nacional”.
El trabajo en el progreso para la instrumentación astronómica va de la mano con la formación de capital humano y cuenta que hay más de 30 personas participando del laboratorio, aprendiendo diferentes ámbitos y desempeñándose en distintos proyectos, desde estudiantes de pregrado hasta investigadores posdoctorales y académicos.
Es que se requiere mucha capacidad y experticia para dar cara a los desafíos de CePIA frente a los retos que impone avanzar en astronomía, lograr nuevos hitos, develar más misterios del Universo, demandando cada vez más innovadora y vanguardista tecnología. La que, además, es también aplicable a otras áreas y “ese es otro foco de acción: tratar de externalizar el desarrollo tecnológico que se hace de ciencia básica a otros campos de la ciencia y también al quehacer productivo”, sostiene Reeves.
Así, relata, que han ido interactuando con la industria, en sectores tan relevantes para la economía como la producción de madera, entre otros, y aspiran a establecer siempre nuevos vínculos, para tener otra arista de contribución concreta y relevante al progreso nacional.
Para Rodrigo Reeves, tener cinco años como laboratorio los hace aún jóvenes para demostrar en demasía en términos de progreso y opina que están cimentando las bases desde donde aportar a la evolución. Pero, la adjudicación del nuevo Fondo Quimal avala la calidad y potencial de impacto del trabajo que se ha venido realizando en CePIA-UdeC, uno de los pocos laboratorios dedicados a instrumentación astronómica en el centro-sur chileno.
Hay otros en las universidades Católica de la Santísima Concepción, de La Frontera (Temuco) y en la Austral de Chile (Valdivia), sobre lo que destaca que han conformado una fuerte red de colaboración y, de hecho, sostiene que ha sido clave para avanzar en un contexto donde la falta de recursos es un problema latente (Chile invierte cerca del 2% de su PIB en ciencia, tecnología e innovación, uno de los números más bajos de la Ocde) y con concursos para obtener recursos altamente competitivos; para Reeves el valor está en la alianza pues el horizonte no es coleccionar logros personales, sino que contribuir al progreso país desde el desarrollo científico-tecnológico.
Así, no deja de mencionar lo fundamentales que son los financiamientos públicos para adquirir los equipos que precisan para ejecutar sus trabajos y avances, para avanzar en ciencia en general, pero que los saltos podrían ser más exponenciales si la inversión fuera mayor.