Está comprobado el rol socioafectivo de los animales en el ciclo vital, pero darlos como presente a niños e incluso adultos debe acompañarse de un cauto análisis.
Brindan compañía y afecto incondicional, por lo que las mascotas, en muchos núcleos familiares son tratadas como un integrante más, para muchas personas son un ser especial y no un animal de posición inferior. De ahí que tener una o varias, principalmente perros y gatos como las favoritas de grandes y chicos, pero también conejos, tortugas y peces, por ejemplo, es un deseo de muchos niños y niñas.
Y no es infrecuente que se regalen mascotas en ocasiones como Navidad y podría ser el caso esta Nochebuena, más atendiendo la crisis sanitaria y medidas voluntarias u obligatorias de confinamiento y distancia física que se extienden por más de 9 meses en Chile y aún de fin indeterminado, limitándose al máximo el contacto con otros para prevenir riesgos de contagio.
Pero, ¿es positivo regalar mascotas? La respuesta tiene matices y a la base debe haber una profunda y cautelosa reflexión, sostiene el psicólogo clínico infanto-juvenil Pablo Vergara, candidato a doctor en Salud Mental, y académico y director de Vinculación con el Medio de la Facultad de Medicina de la Universidad de Concepción (UdeC), ya que, aunque la intención se alimente del comprobado rol socioemocional del vínculo con animales, se pueden gatillar situaciones complejas si no hay un análisis previo.
El también investigador del Observatorio de Parentalidad de la UdeC primero se detiene en la cosificación que se hace del animal al regalarlo a los infantes como si fuera un objeto y el riesgo que se corre de que se perciban y traten como algo material y hasta desechables. Así, el claro reto de padres o adultos que den una mascota, en la fecha que sea, es concientizar en niños y niñas que es un ser vivo que merece y necesita un trato cuidadoso, respetuoso y cariñoso siempre, enfatiza.
Desde allí, afirma que “al regalar una mascota regalas una responsabilidad y fuerzas a un sistema a desplegar habilidades de cuidado”, lo que es transversal a la edad del “obsequiado”. Por ello, es básico reconocer si el sistema familiar y/o personal está preparado para recibir a un animal y ofrecer el resguardo a su bienestar permanente, desde la alimentación, higiene y salud hasta el espacio y tiempo para su recreación. Clave es también tener certeza de que “la mascota es deseada”, resalta Vergara.
No atender dichos aspectos se puede traducir en que “lo que represente inicialmente una activación emocional de la alegría de tener una mascota, en el corto o mediano plazo signifique tensión”, advierte. Y, peor, se pueden gatillar situaciones graves de despreocupación, maltrato y abandono; habituales, aunque esté regulado y penado por la Ley de Tenencia Responsable. Ejemplos son la gran cantidad de perros vagos que se transforman en problema sociosanitario en muchas zonas o peces exóticos y tortugas que se dejan en ríos o lagunas, como las de San Pedro de la Paz, transformándose en especies invasoras que ponen en riesgo a la fauna nativa por competir por nutrientes y espacio, depredar o transmitir patologías. “Quizá muchos fueron un clásico regalo de Navidad o cumpleaños, pero tras unos meses, si crecen, son botados a la calle”, lamenta Pablo Vergara. También puede suceder si cambian las condiciones familiares, de vivienda o residencia y/o económicas.
Resuelto lo anterior, el psicólogo es un convencido, por lo que la evidencia muestra, su propia experiencia y la de muchos de nosotros, que “cuando una mascota es deseada y el sistema óptimo está bien definido, su rol es de gran importancia y marca nuestra vida”, asegura.
Acompañar y compartir experiencias o juegos, dar y recibir afecto, es parte de lo que entregan los vínculos con animales y, por ello, sabe que dejan huellas imborrables y su presencia puede ser determinante durante todo el ciclo vital, desde la niñez hasta la vejez. En el caso del desarrollo socioafectivo de niños y niñas, la relación con las mascotas puede contribuir a las que se establezcan con otros a futuro. Por ello, en personas con condiciones como trastorno del espectro autista o problemas motores hay terapias con animales. Además, las mascotas pueden ser un soporte emocional fundamental ante situaciones como trastornos del estado del ánimo o duelos, por mencionar ejemplos sobre su rol.