Mauricio Urbina: “Estamos a tiempo de tener posibilidad de solucionar el problema del plástico”
12 de Noviembre 2020 | Publicado por: Natalia Quiero
Académico UdeC y autor principal de artículo científico que abordó la problemática y cómo enfrentarlo en Chile, recalca que la clave es hacerlo en un esfuerzo mancomunado como sociedad. Paper es resultado del trabajo de los científicos de la red “Splach”.
En las últimas décadas, se intensificó la producción en masa del plástico y así también su utilización comenzó a aumentar exponencialmente, desmesuradamente, particularmente para fabricar insumos desechables o de un sólo uso, como bolsas, envoltorios, botellas y un largo etcétera.
Así, este material, en alguna de sus formas, está presente en tantos artículos que costaría contar las veces del día en las que nos relacionamos con el plástico; y, como residuo, parece haberse vuelto parte del paisaje y ya no existe un lugar en el planeta donde no haya vestigios de este. Ya no sorprende ir al parque o a la playa y ver botado el envase de un snack o hasta mascarillas y guantes en estos tiempos pandémicos; observar cómo hay una botella flotando en el agua de una laguna o del mar; mirar volando bolsas o basura tiradas desde dentro de los vehículos que transitan en las carreteras. Y, así, muchas situaciones que evidencian lo normalizado del problema del plástico, luego de décadas de empleo masivo y producción impresionante de desechos que terminan contaminando los ambientes.
Así lo cree el doctor Mauricio Urbina, académico del Departamento de Zoología de la Facultad de Ciencias Naturales y Oceanográficas de la Universidad de Concepción (UdeC) e investigador del Instituto Milenio de Oceanografía, alojado en el mismo estamento, quien advierte que aquello que se ve es sólo la superficie. “Es una problemática reciente y de la que recién estamos empezando a ver los impactos que tiene más allá de la contaminación”, sostiene el también integrante del programa “Ciencia de Frontera” de la Academia Chilena de Ciencia.
A tiempo de tener solución
Enredos de la fauna con bolsas o consumo de desechos, hábitats dañados por la contaminación e, incluso, presencia de microplásticos (material degradado o fabricado en un tamaño menor a 5 milímetros) en el agua embotellada o en la sal de mar, son algunas de las situaciones que menciona para evidenciar la latencia de un fenómeno cuyas consecuencias están en pleno estudio, pero que “la ONU ha definido que en nuestra era, la del Antropoceno, el gran problema del plástico es una de las grandes amenazas para la biodiversidad”, advierte Urbina.
¿Nada se puede hacer? La respuesta enfática del investigador es “al contrario”, pues asevera que “estamos mal, pero también a tiempo de tener la posibilidad de solucionar o mitigar el problema”. Justamente, orientar cómo hacerlo es el cariz de “La respuesta de un país para combatir la contaminación plástica en los ecosistemas acuáticos: a la manera chilena”, artículo del que es el autor principal, publicado a inicios de octubre en la revista Aquatic Conservation: Marine and Freshwater Ecosystems y que es resultado de un trabajo mancomunado junto a otros 28 investigadores e investigadoras de diferentes disciplinas e instituciones de Chile, desde el extremo norte hasta la Antártica Chilena. En el grupo, la Región del Biobío está representada por científicos de las universidades de Concepción, Católica de la Santísima Concepción y San Sebastián.
Mauricio Urbina, que se involucró en la temática del plástico en el desarrollo de su línea de investigación en Fisiología Animal, cuenta que elaborar este documento fue la gran meta de un trabajo que inició hace cerca de dos años tras conformarse “Splach” (Scientific Plastic Pollution Alliance of Chile). La creación de esta red fue impulsada entre él y el doctor Martin Thiel, académico de la Universidad Católica del Norte, también autor del citado artículo, al evidenciar la necesidad de aunar esfuerzos entre todos los científicos y científicas que estaban estudiando la temática del plástico y microplástico en Chile.
Lo principal fue hacer converger en una red a todos los expertos del país y en un paper todos los conocimientos que se han conseguido, para sensibilizar lo que se sabe del problema y el rol que cada actor de la sociedad tiene en este, “pero, sobre todo, cómo podemos articularnos como comunidad para ser parte de la solución y no empeorar el problema”, manifiesta Urbina. El problema es multicausal y todos tenemos una responsabilidad en su existencia, pero así también requiere de un abordaje multidisciplinario e intersectorial, y la solución está en la comunión social; en una sociedad completa transitando por la misma senda.
Pensar en impacto colectivo de las acciones es motor de avance
Con científicos trabajando en torno al tema del plástico a lo largo y ancho de Chile, desde distintas disciplinas e instituciones, el paper “muestra que, entre las cinco macrozonas del territorio, se han hecho 53 estudios en temas de plástico”, detalla el autor principal, doctor Mauricio Urbina.
Aclara que la gran mayoría, sobre todo en microplásticos, se han hecho a nivel acuático, en el mar, y no en ecosistemas terrestres, “pese a que al océano llega el 15% de los desechos plásticos generados y el 85% se queda en la tierra, un gran porcentaje enterrado y escondido (vertederos)”, advierte. Por ello, sostiene, “el impacto negativo que vemos del problema de los plásticos es la punta del iceberg, todos los efectos negativos que conocemos se basan en ese 15% que se ve en los sistemas acuáticos”.
Menos residuos y más inclusión
Lo expuesto desentraña que el gran desafío es disminuir la dependencia al plástico y así los residuos generados, llegando menos desechos a los vertederos y ambientes. Entonces, cimentar la cultura de las “tres R” (reducir, reutilizar y reciclar) en la sociedad es clave.
Para avanzar hacia allá son distintas las estrategias apropiadas a la realidad nacional que los científicos plantean, pero la base es la responsabilidad compartida en el problema y la solución. El llamado es que “pensemos en colectivo” define Urbina como pilar, porque “si tenemos acciones egoístas, rara vez las acciones van a beneficiar a otros. Pero, si nos enfrentamos como sociedad a los problemas, es todo lo contrario”, manifiesta.
En efecto, todos los actores sociales, desde el individuo y la familia hasta los sectores público, privado y academia, pueden y deben aportar desde sus ámbitos y posibilidades. No tirar basura a la calle, no adquirir un producto si no se necesita realmente o preferir lo que puede tener un nuevo uso, que las empresas tengan estrategias sustentables o diseñar políticas públicas que regulen e incluyan y beneficien a todos es lo que se necesita. Se trata de hacer cambios que se transforman en un hábito y que, finalmente, al sumarse, llevan a construir una comunidad más consciente.
Sobre ello, Urbina resalta que “se ha demostrado que el estrato socioeconómico más bajo en Chile es el que tiene una peor actitud en buenas prácticas medioambientales. Ellos tienen otros problemas y no les hace sentido, por ejemplo, escoger un producto ‘ecoamigable’ si es más caro que otro. Pero, en Chile, el 20% de la población está en el porcentaje socioeconómico más bajo y la solución podría tener dos caminos: ignorar a ese grupo y trabajar con el 80%; o ‘aplanar la cancha’, que creemos se debe hacer, porque con nuestras acciones se está rezagando a ese porcentaje de la sociedad y hasta que no seamos capaces de incluirlo va a ser muy difícil que podamos tener soluciones óptimas en nuestro país”.
Urbina añade que “notamos que en los países en vías de desarrollo que logran que lleguen menos residuos al vertedero, tenían más actores involucrados en la recolección de basura, por ejemplo, personas retiran cartón, otras se enfocan en las botellas o recicladores tecnológicos. Hay un negocio articulado de distintos entes que logran dar un nuevo valor a la basura y son capaces de aprovechar los desechos, llegando menos al vertedero”.
El reciclaje es otro gran reto en Chile y se estima que sólo 5% de lo que se desecha se recicla y el investigador reflexiona que, muchas veces, el interés por reciclar se ve mermado por falta de conocimiento o desarticulación entre los actores involucrados en el reciclaje, o poco acceso a “puntos limpios” o que los sistemas no funcionen bien, como cuando se llega a un centro de acopio y está repleto o que los materiales se mezclen al ser transportados. Todo juega en contra y es trascendental trabajar en mejoras en este ámbito.
Los roles públicos
Las políticas públicas tienen un rol clave como motor para impulsar cambios, que desde la obligación se vuelven costumbre. Ha pasado con la normativa que prohíbe la entrega de bolsas plásticas en el comercio y los chilenos nos hemos habituado a siempre llevar con nosotros una bolsa reutilizable. En este sentido, el académico reconoce que el marco legal chileno es bueno, pero cree que hay falencias en su aplicación y/o fiscalización. Hay que mejorar eso también.
Además, hay que generar políticas y cambios desde la evidencia; eso interpela a los tomadores de decisiones a considerar el conocimiento científico que existe y a los científicos de salir de sus laboratorios. “Como científicos podemos publicar muy buenos papers, pero si el conocimiento es inaccesible no genera ningún cambio. Tenemos que hacer ciencia abierta y participativa, que la comunidad se involucre, pueda tomar los conocimientos y utilizarlos”, enfatiza Urbina.
Frente a todo lo expuesto, para tener estrategias concretas que lleven a avanzar, opina que el momento país en que estamos, luego de aprobarse una nueva Constitución, es propicio para definir todos los lineamientos para tener una mejor sociedad para todos en el futuro y espera que en la carta magna “el medioambiente se consagre como un bien común”, porque es el entorno que todos habitamos y, por tanto, cuidarlo es de beneficio y también tarea de todos, tal como este artículo científico resalta.