Infraestructura que tiene paneles solares y generadores eólicos, abastece y permitirá formar y aumentar saberes. Esto resalta el rol que la academia y la ciencia debe y puede tener para avanzar en desafíos país y globales, como el desarrollo sostenible y el cambio de la matriz energética.
La propuesta de construir un sistema propio de energías renovables no convencionales (Ernc) en el campus San Andrés de la Universidad Católica de la Santísima Concepción (Ucsc), hecha por un grupo de académicos de la Facultad de Ingeniería hace algunos años, fue recordada como la presentación de un sueño por el rector de la casa de estudios, Christian Schmitz. Y con orgullo y emoción expresó esas palabras, porque las dijo durante el contexto que demostró que el anhelo no era una utopía: la ceremonia de inauguración oficial de la “MicroRed Ucsc”.
La actividad, que se realizó este pasado 5 de noviembre de manera presencial, contó con la presencia de los subsecretarios de Energía, Francisco López; y de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación, Carolina Torrealba, quienes estuvieron acompañados de los respectivos seremis, Mauricio Henríquez y Paulina Assmann. Todos conocieron la instalación, guiados por Guillermo Ramírez, académico y encargado del proyecto, que les contó sobre las características y funciones de la planta que está operativa desde agosto de 2019, pero que por motivos de contingencia no había podido presentarse oficialmente.
La infraestructura se despliega en 790 metros cuadrados (m2) entre el patio de paneles fotovoltaicos y de generadores eólicos, considerando distintas tecnologías, además de un laboratorio de 45 m2; todo con una potencia de 44 kW, que equivalen a escala semi industrial. Además, el proyecto considera una camioneta y un camión eléctrico, que efectuará ciclos operacionales reales a través del campus. Al respecto, Ramírez detalló que la instalación “además de abastecer de energía algunas zonas del campus, está disponible para hacer difusión, docencia e investigación aplicada en el ámbito de las energías renovables, hidrógeno verde y electromovilidad”.
Así, por ejemplo, se podrá formar capital humano, a la vez que se desarrollan estudios en materia de Ernc, como evaluar el funcionamiento de las distintas tecnologías o prototipos desarrollados para la conversión óptima de la energía renovable y los distintos usos o aplicaciones de esta energía en un sistema a escala real y condiciones ambientales variables.
En este sentido, la implementación de la “MicroRed Ucsc” ha permitido adjudicar iniciativas complementarias para su operación, como “Uso de energía renovable para eletromovilidad industrial” (proyecto con financiamiento interno) y “Asesoría para el diseño e implementación de una planta solar fotovoltaica en el aeropuerto de Arica (Sacyr-Ucsc-HubApta)” y hay otras propuestas en etapa de diseño o evaluación como el “Centro para el desarrollo de la electromovilidad en Chile” y “Producción de Hidrógeno Verde para la Región del Biobío”.
Es por lo expuesto que Guillermo Ramírez resaltó que, si bien “el campus donde se emplaza esta red es muy grande, por lo que el abastecimiento de energía representa un 2 a 3% de la energía que consume la Universidad (que logra cubrir requerimientos del gimnasio, de algunas facultades y laboratorios), un número que parece pequeño es en realidad un funcionamiento de enorme implicancia”. Y no sólo para abaratar costos de consumo energético, sino que sobre todo para el medioambiente al generar energías limpias y avanzar en progreso en la Región del Biobío y en el país.
De ahí que el horizonte futuro que miran junto al equipo humano que da vida al proyecto es seguir creciendo, en capacidad e iniciativas vinculadas.
Una de las convicciones que ha guiado al encargado del proyecto “MicroRed Ucsc”, Guillermo Ramírez, profesor de la Facultad de Ingeniería, y al equipo humano que ha trabajado por concretar una idea gestada en 2016, es que “nuestro rol como académicos no es sólo hacer clases, sino que tratar de impactar positivamente en la sociedad”.
Justamente, Francisco López y Carolina Torrealba, subsecretarios de Energía y de Ciencia, respectivamente, destacaron el papel de la academia para contribuir a superar desafíos del país y del mundo para progresar, para favorecer el bienestar de las personas y del planeta.
Sobre esto, un logro concreto y trascendente de este proyecto es ser “un aporte real en el combate contra el cambio climático y a favor de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Organización de las Naciones Unidas”, manifestó Christian Schmitz, rector de la Ucsc. Son 17 metas globales que se deben cumplir al 2050 para poner fin a la pobreza y lograr la prosperidad para toda la humanidad, estando, entre ellas, la generación de energía no contaminante, producción responsable y tener ciudades y comunidades sostenibles.
Chile suscribió ese acuerdo de 2015. En virtud de ello se estableció la Política Energética 2050, que propone que las energías renovables tengan 70% de participación en la matriz eléctrica para ese año y debe ser 60% a 2035, y 40% en las Ernc. Además, recientemente, el Gobierno presentó la estrategia nacional de hidrógeno verde, para convertir al país en líder mundial en la producción de este combustible en 2030, que se produce mediante electrólisis del agua desde electricidad proveniente de fuentes renovables, en procesos que no emiten dióxido de carbono; uno de los gases contaminantes atmosféricos responsables del calentamiento global con consecuencias como el cambio climático antropogénico.
La “MicroRed Ucsc” aporta y aportará a todo ello, y lo que resaltó Francisco López es que es el primer proyecto de este tipo vinculado a la academia y “es aún más importante que se realice en la Región del Biobío”, sostuvo, definiendo a la zona como una de “vocación de energías renovables. Cerca del 65% de la energía que se produce proviene de fuentes renovables”, tanto convencionales (hidráulica) como Ernc (solar y eólica, entre otras). “Además, es creciente, porque hay 10 proyectos en construcción y 6 son eólicos”, apuntó.
Un hecho que evidencia el gran potencial de la zona para producir energías limpias, primordialmente generación energética eólica (por las características geográficas y climáticas de la zona), aunque no es exclusivo y Pérez no dejó de destacar que “hace algunas semanas se inauguró una planta solar en Cabrero, que es la más austral”, pero también para contribuir al progreso. “Avanzar en creación de conocimiento y perfeccionamiento en los profesionales ayuda a tener un mayor entendimiento y capacidad de desarrollo en materia energética en la Región y que pueda aportar a nivel nacional”, expresó al referirse al impacto del proyecto.
Coincidiendo, Carolina Torrealba puso el acento en que este tipo de iniciativas hace carne uno de los motivos de la creación del Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación, que apuntó es que “la ciencia deje de ocupar el rol exclusivamente académico y de generación de conocimiento que se quede allí, como ha sido”. Se debe seguir avanzando en crear nuevos saberes, pero también deben salir para generar un impacto más allá de las universidades, que es donde primordialmente se desarrolla la ciencia en Chile. “La ciencia también debe tomar un rol estratégico país. Eso significa poner su conocimiento y capacidad a disposición de objetivos comunes”, manifestó.
Lo clave, planteó, es que el trabajo académico se oriente hacia una red más compleja, que se entreteje en la vinculación con los sectores productivos, privado y público. Así se va a construir “una ruta de crecimiento con incorporación de ciencia y tecnología”, finalizó.